Rafah y Espartaco

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Federico García Naranjo
@garcianaranjo

Los bombardeos contra los campamentos de refugiados en la ciudad de Rafah, en el sur de la franja de Gaza, y la posible invasión del ejército sionista podrían significar un punto de inflexión para la legitimidad del orden internacional. Desde hace ocho meses se perpetra delante de nuestros ojos un genocidio contra la población gazatí. Durante este tiempo, Israel ha agotado el repertorio conocido de crímenes de guerra: bombardeos indiscriminados, destrucción de escuelas, hospitales y mezquitas, saqueos, torturas, secuestro, violencia sexual, desplazamiento forzado, uso de armas prohibidas como el fósforo blanco, limpieza étnica, rendición por hambre, uso de escudos humanos o bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria no por parte del ejército de ocupación, sino de colonos sionistas. Ahora se acorrala a un millón de personas en el último rincón de la franja y se les bombardea con munición incendiaria. Y todo transmitido en tiempo real y en alta definición.

Y no es una especulación, es que los mismos soldados israelíes todos los días suben videos a redes sociales donde se jactan de sus crímenes, sabiéndose impunes. Son conscientes de que nadie los va a detener. Militares, colonos y las autoridades israelíes saben que sus crímenes no tendrán consecuencias. El sistemático incumplimiento de más de 40 resoluciones del Consejo de Seguridad y más de 140 de la Asamblea General de la ONU, sin que nada pase, demuestran que el Estado de Israel tiene el privilegio de poder violar impunemente el “orden internacional basado en reglas”, que tanto defiende Occidente.

La historia enseña que los genocidios solo son detenidos con una guerra o una invasión. El armenio de 1915 con la Primera Guerra Mundial, el judío con la victoria del Ejército Rojo en 1945, el camboyano con la invasión del ejército vietnamita en 1979 y el ruandés con la invasión del ejército de Burundi en 1994. Ahora parece que nadie va a intervenir. Hezbollah hostiga desde el Líbano, pero sin inmiscuirse directamente, e Irán contraataca con una lluvia de misiles, sin embargo, su respuesta no pasa de una noche. Solo Qatar, que financia a Hamás, y los hutíes de Yemen, que sabotean el tráfico de barcos sionistas en el estrecho de Bab el-Mandeb, parecen ser los únicos que apoyan directamente a la resistencia palestina.

Como van las cosas es probable que el genocidio se complete y los pocos palestinos que queden con vida sean expulsados a Egipto. ¿Y qué sucederá al otro día? Pues que la legitimidad del orden internacional quedará herida de muerte. En el año 71 a.n.e., el gladiador Espartaco se levantó contra Roma y fue derrotado, pero su rebelión marcó el comienzo del largo declive del Imperio. En la era de la información, cuando las cosas ocurren más rápido, el genocidio palestino está marcando la aceleración del desplome del imperio estadounidense y, tal vez, de la propia civilización occidental. Y también lo veremos en tiempo real.

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