jueves, julio 10, 2025
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México: Peña Nieto subasta el petróleo

En esta coyuntura ninguna clase gobernante medianamente nacionalista privatizaría los recursos energéticos, sólo el PRI, abiertamente derechizado

Imagen Petroleo - economia

Adolfo Herrera Consuegra*

Ahora cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) feria los recursos energéticos del país azteca, es pertinente recordar que bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas se realizó la nacionalización del petróleo, ordenada por la Ley de Expropiación de 1936, fundamentada en el artículo 27 de la Constitución de México. El presidente mexicano mediante decreto anunció la nacionalización el día 18 de marzo de 1938. Eran otros hombres, corajudos y verdaderos nacionalistas.

La política neoliberal del gobierno Peña Nieto, paradójicamente miembro del mismo partido político, el PRI, que había nacionalizado 76 años antes el petróleo, ahora lo entrega a la explotación de las empresas privadas nacionales y extranjeras. Para realizar su política antinacionalista y privatizadora el presidente buscó y logró una alianza con el Partido de Acción Nacional (PAN), que ejerció el poder ejecutivo en México entre los años 2000 y 2012, partido político de derecha, con el cual constituyó una aplastante mayoría en el Senado, que le facilitó varias reformas constitucionales que le permitieron la felonía de privatizar el tesoro que celosamente cuidaba el pueblo de Benito Juárez.

Como la decisión de privatizar el petróleo constituía una estrategia que venía siendo estudiada por el PRI desde antes de retomar la presidencia de la república, tan pronto el Senado le aprobó el proyecto de ley que autorizaba la privatización del petróleo, inmediatamente se puso a disposición de las empresas privadas 3.800 kilómetros cuadrados que abarcan el norte de los estados de Veracruz y Puebla que, según los geólogos, representan poco más del 40% de las reservas de petróleo de México.

Se considera que el potencial de la región ofrecida es de 139 mil millones de barriles de hidrocarburos. En Chicontepec, así se llama esta región, se hallan 90 de los 169 pozos ofrecidos por la Secretaría de Energía de México a los inversionistas nacionales y extranjeros.

Se ferian los recursos energéticos

El pago exigido a las empresas petroleras por la explotación de los hidrocarburos es tan irrisorio, que apenas llega al 7,5% de lo que obtengan. El Centro de Investigaciones y Docencia Económica le recordaba al presidente Peña Nieto que otros países cobran a las petroleras hasta el 25% del producto que obtienen.

Hay un hecho que agrava los efectos negativos de la privatización: las autoridades mexicanas no tuvieron en cuenta para iniciar el proceso de entrega de sus recursos energéticos a las empresas extranjeras, que es el momento menos propicio para obtener beneficios que favorezcan al Estado, ya que los precios del petróleo se derrumbaron y van rápidamente hacia la pérdida del 30% del precio a que se vendía hace apenas tres meses. En consecuencia, entregarán una inmensa fortuna por unas sumas ridículas.

Además, los factores geopolíticos son totalmente adversos. Hoy ningún miembro de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) tiene posibilidades de influir para invertir la tendencia hacia la baja del crudo. Ahora es más válida la exclamación de los manitos: ¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos! Con razón los analistas de Goldman Sachs se regodean exclamando: “La OPEP ya no actúa como productor de referencia del mercado y la oferta de esquistos de Estados Unidos está llamada a ocupar ese lugar”.

En esta coyuntura ninguna clase gobernante medianamente nacionalista privatizaría los recursos energéticos, sólo el PRI, abiertamente derechizado y en alianza con un partido de izquierda, pero débil, como el PRD (Partido de la Revolución Democrática), se atrevió a hacerlo. Tan inadecuada es la situación internacional que la investigadora del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas) Miriam Grunstein la valoró así: “El problema de una bajada de precios, justo en los albores de la apertura energética, es que reduce las posibilidades del gobierno para negociar”. Estas circunstancias no importan cuando se trata de una burguesía seducida por el neoliberalismo.

* Columnista invitado.

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