Los medios de comunicación son una de las armas más importantes para defender privilegios. Deben combatirse con audacia e inteligencia
Juan S. Sabogal Parra
En esta línea, es posible afirmar que los medios hegemónicos en Colombia han “pelado el cobre”. Todo el tiempo señalan improperios y cuestionamientos en contra del Gobierno del cambio, desde la indagación más profunda en los posibles lazos familiares y hasta la vida privada de Gustavo Petro, sólo basta recordar el “gran debate” de Robledo sobre el gentilicio del mandatario o el “análisis” profundo de sus prendas de vestir, movimientos y gestos. Esto no representa más que el hondo interés de la derecha de deslegitimar el proceso realizado por el actual gobierno y sus positivos resultados.
‘Pelar el cobre’ representa pasar la línea, pero, en la batalla mediática, puede significar la integración de mentiras en el discurso de la sociedad en general, asunto que presenta un riesgo y debe ser analizado como tal, más aún cuando la mayor parte de los medios consumidos en el país son los tradicionales adheridos a una propuesta política y línea editorial abiertamente de derecha.
Hegemonía cultural y ganancias
Según datos proporcionados por la encuestadora y analista de datos mediáticos de mercado Kanter Ibope, el 85 por ciento de los hogares sintoniza la televisión diariamente. Caracol Televisión es el canal líder en el país y cuenta con una cuota del mercado del 50 por ciento en televisión abierta y es el canal que genera más ingresos, en 2023, facturó un aproximado de $977,473 millones de pesos. Por su parte, el segundo canal es RCN Televisión, con una participación del mercado de alrededor del 35 por ciento; en cuanto a sus ingresos, en 2023, alcanzó los $563,815 millones de pesos.
En cuanto a la radio, Caracol Radio ─agrupa emisoras tales como W Radio, y Tropicana─ generó en 2023 un aproximado de $220,486 millones de pesos, así mismo, RCN Radio ─congrega emisoras como La FM y Radio Uno─ logró unos ingresos cercanos a los $191,516 millones de pesos en el mismo año.
Es evidente que la población colombiana consume mayormente los productos de dos compañías, Caracol y RCN. La primera pertenece al Grupo Valorem, el cual a su vez pertenece a la familia Santo Domingo. La segunda es propiedad de la Organización Ardila Lülle, conglomerado fundado por Carlos Ardila Lülle.
Estas familias, como parte de la clase capitalista, controlan casi la totalidad de la infraestructura mediática del país, lo que les permite moldear y dirigir la ideología y la conciencia colectiva de la sociedad en una dirección que favorezca sus intereses económicos y políticos. Esto es evidente en sus líneas editoriales. Ellos ejercen una hegemonía cultural al establecer una falsa conciencia colectiva a través de sus productos.
Resistencia desde lo público
Así, mientras los medios continúan “pelando el cobre”, el Gobierno nacional intenta hacer resistencia desde de los medios públicos existentes. Sin embargo, según datos recientes, el agrupamiento de estos medios representa tan solo el 5,36 por ciento del rating nacional, lo cual implica un campo de acción mínimo respecto a los grandes conglomerados capitalistas, que tienen la capacidad de instaurar falsas ideas en el público.
Luchar contra el sistema capitalista dominante e impulsar miradas alternativas de la realidad nunca ha sido sencillo. Es necesario citar las palabras de Herbert Marcuse, quien, en El hombre unidimensional, expresa: “La verdadera libertad no es solo el derecho a elegir entre opciones predefinidas, sino la capacidad de resistir y superar la dominación que define esas opciones”, es decir, es absolutamente necesaria una formación tanto práctica como teórica alrededor de la materialización de esa capacidad de resistir y superar la dominación, lo que implica el compromiso de todos aquellos que consideramos de forma consciente que el modelo capitalista debe superarse al avanzar de manera inequívoca hacia el socialismo.
Una de las múltiples claves para superar este modelo hegemónico de dominación no se encuentra en equiparar los medios alternativos a los medios hegemonicos, por el contrario, se encuentra en rastrear las bases de dicho proceso de dominación en su sentido estético o, lo que es lo mismo, lograr el control de los medios de la reproductividad técnica, tal como lo menciona Walter Benjamin, y, a partir de dicha capacidad, adaptarlo y desde allí impulsar la consciencia de clase que logre vencer la falsa consciencia instaurada durante años.
Construir una nueva mediática
No se trata de desmentir las palabras que los medios tradicionales plantean, es necesario jugar con su misma estética y llegar a la población con un estilo similar, pero con un discurso renovado y liberador que permita complejizar esa comprensión de la realidad al establecer nuevas líneas de acción al tiempo que logra enlazar la realidad de los individuos con dichas reflexiones; establecer la posibilidad de ver cómo aquello que se analiza desde el materialismo tiene efectivamente una representación en su vida diaria.
Las mentiras ofrecidas por los medios masivos a la población no caerán por más que twitteros independientes, tik tokers o algunos instagramers y youtubers, se paren frente a las cámaras a demostrar con amplios datos y pruebas sus mentiras. El camino es construir una mediática que exprese y ofrezca las herramientas para que el público logre analizar la realidad desde la comprensión misma del modelo de producción capitalista.
La actual guerra mediatica no es una fast war, por el contrario, implica paciencia, constante y, ante todo, una lectura completa de cada una de las herramientas estéticas, semánticas y discursivas de las que hacen uso los medios tradicionales en esta “sociedad de la información”.
* Miembro del Colectivo de Maestros Leonardo Posada Pedraza-William Agudelo
