martes, junio 25, 2024
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Marx y el calentamiento global

Los marxistas ecológicos han llegado a la conclusión de que las preocupaciones ecológicas de Marx son sistemáticas, no solo simples notas sueltas o reflexiones fragmentarias, por lo que las acusaciones de un supuesto Marx prometeísta, adorador del modernismo industrial burgués, son simplemente falsas

Lenin Contreras (*)

El año 2024 se ha confirmado como el más caluroso desde que existen los registros climatológicos. El dato es más alarmante si se considera que entre 2015 y 2022 se registraron los ocho años más cálidos de los que se tiene constancia desde 1850. Según los estudios de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tan solo la temperatura mundial, en el año 2022, se ubicó en 1.15 °C por encima de la temperatura media del período 1850-1900. Lo preocupante es que el organismo señaló que el período de 2022-2027 será el más caluroso jamás registrado.

Según la Organización Meteorológica Mundial con el calentamiento global, las amenazas del calentamiento de los océanos, el retroceso de los glaciares y la pérdida de hielo marino antártico, son una realidad. Pese a que la crisis ecológica está explotando en nuestra cara, en la mayoría de los estudios o reportes institucionales o gubernamentales se desestima el papel que la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalista tiene sobre dicha crisis. En este sentido surge la pregunta: ¿Existe una crítica al capitalismo que incorpore una crítica ecológica? ¿Qué dijo Marx sobre el cambio climático?

¿Marx prometeísta?

Es un lugar común reiterar la idea de que Marx y Engels celebraron el sometimiento de la naturaleza a la producción capitalista, enalteciendo el desarrollo de las fuerzas productivas al grado de reivindicar un modelo civilizatorio sostenido en el hiperindustrialismo. De esta forma, según Edgardo Lander, el marxismo profesaría una especie de prometeísmo ilustrado que idealizaría el progreso a toda costa por medio de “una admiración sin límite, de las fuerzas productivas desarrolladas por la burguesía en la sociedad capitalista”.

Incluso, Michael Löwy llega a firmar que la idealización del progreso predominó en el marxismo del siglo XX, “ya sea en su forma socialdemócrata o comunista (estalinista)” y esto se debe a que, en Marx y Engels, más allá de reflexiones limitadas sobre el medioambiente, falta “una noción general de los límites naturales en el desarrollo de las fuerzas productivas”.

En estas afirmaciones subyace la tesis de que los trabajos de Marx y Engels, al enfocarse en la contradicción entre el capital-trabajo, no atendieron la relación entre el capital con la naturaleza más que fragmentaria y aisladamente. Al respecto, Kohei Saito apunta que en algunos trabajos de Marx y Engels se encuentra una visión prometeísta, pero que esto difícilmente podría generalizarse a toda su obra.

No simples notas sueltas

También es verdad que la clasificación del marxismo como una teoría idealizadora del productivismo, por lo general, minimiza las discusiones de por lo menos tres generaciones de marxistas ecológicos, o los importantes debates soviéticos sobre la degradación ambiental, el problema ecológico, el progreso técnico y su impacto en la biosfera, etc.

Recientemente, pese a las discrepancias teóricas, los marxistas ecológicos han llegado a la conclusión de que las preocupaciones ecológicas de Marx son sistemáticas, no solo simples notas sueltas o reflexiones fragmentarias, por lo que las acusaciones de un supuesto Marx prometeísta adorador del modernismo industrial burgués son simplemente falsas. Marx exploró, como fundamentos adicionales, el papel de la deforestación, la desertificación y el cambio climático. Según Marx, “la escasez o ausencia de bosque aumenta sin excepción la temperatura y la sequedad del aire”.

“La deforestación de una región, particularmente cuando posee un suelo muy árido y arenoso o incluso calcáreo, se cuenta como la causa más poderosa para la creación de calor […] La composición del suelo [condiciona] las precipitaciones de las cuales se derivan las influencias climáticas descritas arriba. Las zonas boscosas cubiertas de vegetación retienen la humedad con más firmeza y la luz del sol las calienta menos que las zonas infértiles. (Como resultado,) también atraen más lluvia y por eso estas áreas no solo son frías, sino que también distribuyen una refrescante corriente de aire frío a las calientes áreas circundantes. La distribución de la humedad en el aire cambia enormemente la temperatura y las diversas capacidades de conducción de calor de la materia en la superficie de la tierra”.

Degrada la fertilidad de la tierra

Saito reitera que Marx conocía el impacto del cambio climático en las transformaciones históricas y como expresaba un límite del mundo material o incluso un peligro para las civilizaciones. De esta forma, el desarrollo del capital no solo degrada la fertilidad de la tierra, sino que, al desertificar antiguas áreas boscosas, cambia el clima transformando y reorganizando “radicalmente el mundo entero sin dejar ningún espacio del planeta intacto, creando un medioambiente, de momento, más favorable para su ilimitada autovalorización” (1).

En este sentido, István Mészáros argumenta que una de las características del orden del sistema metabólico del capital es ser totalizante, porque somete a su lógica de obtención de plusvalor todas las dimensiones de la vida social, incluyendo la conciencia y la naturaleza. “No hay nada que escape del sistema de control del metabolismo social del capital ya que es definitivamente incontrolable”.

La lógica expansiva de la producción capitalista basada en la máxima valorización del capital y apropiación de plusvalía, por medio de la mercantilización-objetivación del hombre y la naturaleza, subsume todas las esferas de la vida social y natural a la tentativa del metabolismo social del capital, desgarrando la base material y natural de la vida humana.

Agota el suelo fértil, deforesta y desertifica, cambia el clima y lo hace inhóspito para ciertas formas de vida, lo cual desemboca en una crisis ecológica con dimensiones incluso ontológicas debido a que la subsunción de la totalidad social y de la naturaleza por el sistema metabólico del capital trastoca tanto la naturaleza humanizante del trabajo como la base natural de la existencia humana.

(*) Tomado de Rebelión

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