Acostarse tarde está asociado con personas creativas. Un ejemplo son los artistas, autores y músicos reconocidos como noctámbulos, entre ellos, Henri de Toulouse-Lautrec, James Joyce, Kanye West y Lady Gaga
Redacción Cultural
La literatura médica abunda en publicaciones, algunas de ellas de las últimas semanas, que indican la conveniencia para la salud de acostarse temprano y dormir unas siete horas en promedio cada noche. Mejora la salud física y mental y contribuye a prolongar la longevidad.
Y a pesar de que las razones para mantener este tipo de hábitos son convincentes, un estudio reciente del Imperial College de Londres, conocido este mes de julio, indica que las personas trasnochadoras muestran mayor agudeza mental, razonamiento y memoria.
La investigación de la acreditada casa de estudios, recogida por varias agencias de noticias, habla de un estudio que analizó el comportamiento de unas 26.000 personas, agrupadas entre las que califica como “alondras”, que madrugan a dormir, y los “búhos”, que son los noctámbulos por excelencia y realizan una importante agenda en horas de la noche.
El aludido estudio arroja indicios de que quedarse despierto hasta tarde mejora el rendimiento cerebral y estas personas pueden llegar a ser más lúcidas que las que se acuestan temprano. En otras palabras, los trasnochadores parecen ser más inteligentes que el resto de sus contertulios.
Hay que estar en todo
Casos abundan de uno u otro bando. Del lado de los trasnochadores, cercanos a nuestros afectos, sabemos del presidente colombiano Gustavo Petro, o del profesor José Ramón Llanos, asiduo colaborador de este semanario. Quienes los conocen aseguran que les dan las dos o tres de la madrugada atentos a las noticias de última hora que se generan en países y regiones de los cuatro puntos cardinales del planeta, amén de las del diario vivir nacional.
Cómo no recordar, en este discurrir de ideas, la hermosa canción ‘Y nos dieron las diez’, del afamado cantante y compositor Joaquín Sabina: “Fue en un pueblo con mar, una noche después de un concierto. Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto. Cántame una canción, al oído, y te pongo un cubata. Con una condición: que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata…”.
Claro, la canción de Sabina podría ser recordatorio o introducción a una alocada jornada de alcoba. No es el caso de nuestros dos ejemplos anteriores, más inclinados a las jornadas intelectuales, de pensamiento profundo, más intensas si se quiere.
A los madrugadores no les va tan bien
El estudio del Imperial College concluyó que dormir entre siete y nueve horas por noche es óptimo para el funcionamiento del cerebro, ya que mejora funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento y la velocidad de procesamiento de la información.
Tras el análisis, descubrieron que quienes se quedan despiertos hasta tarde y aquellos clasificados como “intermedios” tenían una “función cognitiva superior”, mientras que los madrugadores tenían las puntuaciones más bajas.
Acostarse tarde está fuertemente asociado con personas creativas. Un ejemplo de esto son los artistas, autores y músicos ya conocidos por ser noctámbulos, entre los cuales se encuentran Henri de Toulouse-Lautrec, James Joyce, Kanye West y Ladi Gaga.
En contraste, investigaciones del Colegio Americano de Cardiología, también recientes, revelan que tener un sueño de calidad de manera constante puede sumar varios años a la vida de una persona. Dormir bien puede incidir de manera fundamental en favor de la salud del corazón, de la longevidad, la salud del cerebro y, en general, la salud del cuerpo humano.
Mantener sano el cerebro
Estas investigaciones indican que la duración del sueño es importante para el funcionamiento del cerebro y que quienes duermen entre siete y nueve horas cada noche, obtienen mejores resultados en las pruebas cognitivas. No habría contradicción con la teoría anterior, si los noctámbulos, a pesar de acostarse tarde, se levantan igualmente tarde, cumpliendo ese mínimo de siete horas de sueño diario.
En este sentido, la Fundación del Sueño de los Estados Unidos (NFS, por sus siglas en inglés), aclara que la dosis de sueño recomendada para personas entre 18 y 64 años es de siete a nueve, mientras que, en adultos mayores de 65, lo ideal es de siete a ocho horas por día. Por el contrario, dormir menos de siete horas o más de nueve horas tiene un efecto que podría ser perjudicial sobre el funcionamiento del cerebro.
La doctora Raha West, autora principal e investigadora clínica del Departamento de Cirugía y Cáncer del Imperial College de Londres, afirma: “Si bien es esencial comprender y trabajar con las tendencias naturales del sueño, es igualmente importante recordar dormir lo suficiente; ni demasiado tiempo, ni demasiado poco. Esto es crucial para mantener el cerebro sano y funcionando de manera óptima”.