Las cucarachas se encuentran entre los animales más resistentes del planeta; algunas especies son capaces de mantenerse activas durante un mes sin comida o sobreviven con recursos muy limitados
Redacción Tendencias
La cucaracha es un insecto que tradicionalmente provoca rechazo, temor, y en no pocos casos fobia, asco, repulsión. Algunas mujeres confiesan que de solo pensar que un animalejo de estos pueda caminar y ascender por alguna parte de su cuerpo, las puede llevar al paroxismo.
En Brasil, un grupo de biólogos y científicos, de una disciplina calificada como biomimética, han puesto sus ojos en el repugnante pero valioso insecto, al que califican como fuente de conocimientos.
La biomimética, o biomimesis, es una disciplina que estudia la naturaleza para imitar sus formas, procesos y estrategias y aplicarlos como soluciones innovadoras a problemas humanos, buscando crear tecnologías y sistemas más eficientes, sostenibles y en armonía con el planeta. Se basa en la premisa de que la naturaleza, con sus 3.800 millones de años de evolución, ha desarrollado soluciones óptimas para la vida, ofreciendo un modelo para la sostenibilidad y el desarrollo responsable.
La digestión del insecto
Para un grupo de científicos de Brasil, las herramientas que brinda esta disciplina han permitido observar que la cucaracha, y más precisamente su sistema digestivo, procesa una gran variedad de desechos, urbanos y agrícolas.
“La cucaracha, así como la termita, digiere muy bien la celulosa, es muy eficiente para aprovechar los residuos vegetales, sacarles el azúcar”, dice Ednildo Machado, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro y biólogo con doctorado en química biológica, citado por la agencia IPS.
Este proceso, detectado e identificado por los científicos, coincide con un proceso de sustitución por etanol, derivado principalmente de la caña de azúcar, para suplir las carencias de combustibles, tras la primera crisis del petróleo, que cuadruplicó su precio en 1973.
“Brasil busca desde 2005 tecnologías para degradar la biomasa y liberar el azúcar para la producción de etanol de segunda generación. Y, aprovechando los procesos digestivos de la cucaracha, que extraen el azúcar del bagazo de la caña, el proceso resulta más barato. La cucaracha es solo el comienzo”, dice Marcos Buckeridge, investigador del Instituto de Biociencias de la Universidad de Sao Paulo.
Deuda externa enorme
Una parte creciente de la caña de azúcar se destinó a la producción de etanol, a través de la fermentación y la conversión de azúcares en el biocombustible.
Se trataba de reducir la dependencia del petróleo importado, que aportaba más del 90 por ciento de la demanda nacional, pero agrandaba la deuda externa.
En el proceso inicial, el bagazo de la caña se desechaba, se quemaba o se utilizaba como abono en nuevas plantaciones. En un principio, no se notaba la proliferación de cucarachas que ingerían el mismo bagazo y en su proceso digestivo extraían el azúcar que quedaba, proceso que podía ser utilizado para la misma generación de etanol, y resultaba más barato. Las quemas facilitaban la cosecha, pero contaminaban más el aire.
Por esa vía, se puede aprovechar el bagazo de la caña y ampliar la producción de etanol en un 40 por ciento, sin aumentar el área de cultivo, con beneficios económicos, energéticos y ambientales, indicó Buckeridge. Ya hay producción de etanol de segunda generación en Brasil, pero con tecnología extranjera, con uso de microorganismos, como hongos y bacterias.
“El conocimiento de las enzimas y mecanismos bioquímicos de la cucaracha en la digestión de la celulosa, permitirá costos más bajos en esa producción a partir del bagazo, precisó el investigador Buckeridge.
Sobrevivientes en el tiempo
En biología se conocen más de 4.500 especies de cucarachas, en cerca de 500 géneros. Los primeros fósiles parecidos a cucarachas datan del período carbonífero, estimado entre 355 y 295 millones de años. En todo caso son ancestros de las generaciones actuales.
Las cucarachas se encuentran entre los animales más resistentes del planeta; algunas especies son capaces de mantenerse activas durante un mes sin comida o sobreviven con recursos muy limitados. Algunas pueden vivir sin aire durante 45 minutos o ralentizar los latidos de su corazón.
Lo cierto es que han sobrevivido a incendios, inundaciones, catástrofes climáticas… Los dinosaurios, tan grandes y soberbios, desaparecieron de un momento a otro sin establecerse con claridad sus causas. Algunos hablan de un meteorito que los liquidó en un santiamén.
Las cucarachas, en cambio, sobreviven con estoicismo. A propósito, en el Arca de Noé ¿había cucarachas? ¿Al menos un parcito, como lo mandó Dios: una cucaracha y un cucaracho?