lunes, octubre 7, 2024
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Las afganas bajo el régimen talibán

Ellas han sido severamente reprimidas por la autoridad de Afganistán, enfrentando prohibiciones en educación, trabajo y movilidad. También les niegan atención médica y censuran sus voces en público. La comunidad internacional ha sido criticada por su inacción ante estas violaciones

Anna Margoliner
@marxoliner

Las mujeres son sometidas a una represión severa y constante en Afganistán porque el régimen talibán impuso, desde el 2021, una serie de restricciones que las relega, silencia y excluye tanto de la vida pública como privada.

Estas medidas incluyen, por ejemplo, la prohibición a las niñas mayores de doce años de asistir a la escuela, lo que limita severamente sus oportunidades en educación y desarrollo personal. También está la privación de trabajar en muchos sectores, especialmente en el público y en organizaciones internacionales.

Tampoco pueden salir de casa sin la compañía de un familiar hombre, llamado mahram, quien es pariente cercano con el cual el matrimonio o cualquier relación íntima sería considerada ilegal (haram). Este concepto sirve para proteger la modestia y el respeto dentro de la comunidad musulmana, además deben usar vestimenta específica como el chadari o burka que cubre a la mujer completamente, evitando provocar a los hombres.

Silencio rotundo

La violencia doméstica y otros abusos quedan impunes porque se derogaron leyes y eliminaron tribunales especializados que protegían a las mujeres. Las restricciones se extienden hasta escenarios inconcebibles: el acceso a la salud reproductiva es denegado y no pueden ser atendidas por personal masculino. Esto crea una paradoja, si las mujeres no pueden educarse profesionalmente, ¿quién va a atender sus necesidades médicas?, ¿quién las atiende en este momento?

Recientemente, se conoció otra restricción a las mujeres: estas no pueden alzar la voz ni participar en actividades culturales como la música, puesto que su voz es considerada awrah (una parte íntima), según la interpretación talibán de la sharia. Algunas de las consecuencias inmediatas de estas medidas son las restricciones severas que los talibanes han impuesto a los medios de comunicación: las periodistas mujeres han sido despedidas o forzadas a dejar sus trabajos. Los programas de televisión y radio, que incluyen voces femeninas, han sido censurados. Adicionalmente, muchas mujeres han optado por cerrar sus cuentas en redes sociales debido a las amenazas recibidas.

Silencios por doquier

En un mundo globalizado desde la mirada occidental, este tipo de medidas generan cuestionamientos profundos a los movimientos en favor de los derechos humanos básicos, porque, precisamente, estos surgen gracias a una serie de procesos políticos y culturales que incentivaron movimientos de reivindicación, logrando avances significativos en cuestiones de género, por ejemplo.

Este camino también ha sido tortuoso para quienes se atreven a cuestionar los roles establecidos en este lado del mundo. A propósito de la conmemoración número 233 de la redacción de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, por Olympe de Gouges, vale la pena recordar que, en el marco de “libertada, igualdad y fraternidad” de la Revolución Francesa, su cabeza rodó bajo la guillotina por levantar la voz en público acerca de un tema que no se contemplaba en una sociedad machista.

Muchos se rasgan las vestiduras ante las medidas de los talibanes; ignoran el camino de las reivindicaciones feministas en Occidente mientras desconocen el maltrato sufrido por las mujeres de su familia a unos cuantos metros, por ejemplo. Todo esto con el fin de justificar las acciones del régimen sionista de Israel en contra de la población civil de Palestina porque, en el fondo, no les interesa conocer el trasfondo real de cada una de las situaciones que violentan profundamente los derechos humanos en ambos países, sino defender la postura imperialista que les conviene.

Silencios en la Comunidad Internacional

Estas medidas convirtieron a Afganistán en un lugar extremadamente restrictivo para las mujeres, donde limitan su libertad y derechos básicos, incluso podría catalogarse como un Apartheid. La comunidad internacional es criticada por no tomar acciones más contundentes para apoyar a las mujeres afganas y presionar a los talibanes para que respeten los derechos humanos.

Probablemente, nos quedaremos esperando una acción contundente. El régimen Talibán surgió como resultado de la intervención de Estados Unidos en contra de la presencia que tenía la Unión Soviética en Afganistán a través de la Operación Ciclón, una de las acciones encubiertas más largas y costosas llevadas a cabo por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Empezó en 1979 bajo la administración del presidente Jimmy Carter y continuó durante la presidencia de Ronald Reagan. Su objetivo principal era reclutar y apoyar a los muyahidines (guerrilleros islámicos) para luchar contra el gobierno de la República Democrática de Afganistán y las fuerzas soviéticas.

La CIA proporcionó armas, entrenamiento y financiamiento a los muyahidines. El presupuesto inicial era de 20-30 millones de dólares anuales, pero aumentó a 630 millones de dólares anuales en 1987. También contó con el apoyo de Pakistán, Arabia Saudita y otros países que contribuyeron con fondos y recursos. La operación fue un factor clave en la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán en 1989.

Tras la retirada soviética, Afganistán cayó en una guerra civil que eventualmente llevó al ascenso de los talibanes en 1996. La operación logró su objetivo de debilitar a la Unión Soviética y contribuyó a la creación de un entorno inestable que facilitó el surgimiento de grupos extremistas. Este es un claro ejemplo de cómo las intervenciones estadounidenses pueden tener consecuencias a largo plazo, desenmascarando la doble moral del imperialismo.

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