Marxism and the Oppression of Women mostró que sin reproducción social no hay capitalismo, y que las mujeres cargan con ese peso invisible
Anna Margoliner
@marxoliner
A comienzos de los años ochenta, mientras el neoliberalismo se consolidaba como el nuevo evangelio económico y el movimiento feminista enfrentaba fracturas internas, una historiadora y teórica estadounidense decidió volver a una pregunta aparentemente simple: ¿dónde ubicar, dentro del marxismo, la opresión de las mujeres?
Lise Vogel escribió Marxism and the Oppression of Women casi como quien prende una lámpara en un cuarto lleno de conceptos dispersos. Allí, entre las sombras, encontró algo que muchos habían pasado por alto: la vida cotidiana, la crianza, el trabajo doméstico, el sostenimiento de la fuerza de trabajo. Todo aquello que permite que el capitalismo funcione, pero que rara vez aparece nombrado.
Su libro no solo propuso una síntesis novedosa entre marxismo y feminismo. También planteó una tesis que hoy parece evidente, pero que entonces fue disruptiva: la reproducción social —biológica, cotidiana y generacional— es un pilar central del orden capitalista y una pieza clave para entender la subordinación de género.
Un contexto de fracturas: feminismo, marxismo y desencuentros
La obra de Vogel aparece en un momento convulso. El feminismo de la segunda ola había logrado hitos políticos y culturales, pero también acumulaba tensiones: los feminismos radicales insistían en que la raíz de la opresión era el patriarcado; los feminismos socialistas buscaban articular género, clase y raza; el marxismo ortodoxo seguía tratando los temas de género como “superestructurales” o secundarios.
Mientras tanto, en el campo político, el neoliberalismo de Reagan y Thatcher desmontaba conquistas laborales, privatizaba servicios y desplazaba hacia los hogares —y, en particular, hacia las mujeres— la responsabilidad de sostener la vida cotidiana. Era una época en la que el trabajo de cuidados se intensificaba, pero su reconocimiento seguía siendo nulo.
En ese clima, Marxism and the Oppression of Women proponía algo más que un análisis académico: ofrecía una nueva arquitectura conceptual para pensar cómo el capitalismo depende de la reproducción de la fuerza de trabajo y cómo ese proceso recae de manera desproporcionada en las mujeres.
El libro fue poco leído en su momento, eclipsado por discusiones más ruidosas. Sería redescubierto décadas después, convertido en un clásico imprescindible de la corriente que hoy llamamos feminismo de la reproducción social.
Planteamientos centrales: Cuando la reproducción social se vuelve teoría
El corazón de la obra de Vogel reside en un gesto intelectual radical: volver a Marx para preguntarse cómo, dentro de su teoría, puede entenderse la opresión de las mujeres más allá de la esfera ideológica. Vogel demuestra que el capitalismo no solo necesita trabajadores para producir mercancías, sino también mecanismos para reproducirlos, es decir, para sostener su existencia física, emocional y material.
Esa reproducción —las comidas, el cuidado, la limpieza, el descanso, la crianza de nuevas generaciones— tiene un carácter paradójico: es indispensable para el sistema, pero no aparece como trabajo en el mercado, no genera salario, no se contabiliza como producción.
Vogel plantea que las mujeres ocupan un lugar estructural en ese proceso porque el capitalismo, a lo largo de su historia, ha organizado la reproducción social mediante una división sexual del trabajo que asigna a las mujeres la responsabilidad principal del cuidado y del sostenimiento de la vida.
Su aporte más valioso es conceptual: define la “reproducción social” como un conjunto de actividades —algunas remuneradas, otras no— necesarias para mantener la fuerza de trabajo. A partir de ello, muestra que la opresión de género no es un residuo cultural ni un mero “resto patriarcal”, sino una pieza funcional dentro de la economía política capitalista.
Una de las ideas más esclarecedoras del libro es que la reproducción social constituye “la condición silenciosa de la producción capitalista”, una infraestructura humana que sostiene toda la maquinaria económica.
Lejos de reducirlo al hogar, Vogel amplía el concepto para incluir instituciones como hospitales, escuelas, guarderías y servicios públicos, todos interconectados en la tarea de sostener la vida.
En este marco, la opresión de las mujeres surge no como un fenómeno aislado, sino como un entramado donde convergen clase, género y raza, puesto que la reproducción social está históricamente racializada y estratificada. De ahí que sus conclusiones resuenen con fuerza en debates contemporáneos sobre precarización, migración y economías del cuidado.
La autora: una vida entre la historia, la teoría y el compromiso político
Lise Vogel nació en 1938 en Estados Unidos. Historiadora del arte e intelectual marxista, se vinculó tempranamente a los movimientos sociales de los años sesenta, especialmente al movimiento por los derechos civiles. Su formación no fue exclusivamente académica; estuvo marcada por la experiencia de militancia y por la observación de la vida cotidiana de las mujeres trabajadoras.
Durante los años setenta colaboró en círculos feministas socialistas mientras desarrollaba su investigación sobre el pensamiento marxista. Ese cruce entre reflexión teórica y práctica política la llevó a escribir un libro que, en su momento, fue adelantado para su época.
Aunque su obra permaneció en relativo silencio durante décadas, Vogel siguió construyendo una línea de trabajo centrada en el análisis histórico del cuidado, la maternidad y las relaciones de género. Hoy es reconocida como una fundadora —aunque tardíamente celebrada— del feminismo de la reproducción social.
Un legado para el presente: el retorno a la pregunta por quién sostiene la vida
La fuerza de Marxism and the Oppression of Women reside en su vigencia. En un mundo marcado por la crisis global de los cuidados —donde millones de mujeres sostienen vidas completas mientras sus condiciones laborales se precarizan— la obra de Vogel se vuelve indispensable para comprender el momento actual.
Su insistencia en que la producción no puede existir sin reproducción ilumina debates contemporáneos sobre economía del cuidado, sistemas de protección social, migración femenina y desigualdad global.
Su pensamiento también dialoga con nuevas corrientes del feminismo latinoamericano y del Sur Global, que han puesto en el centro la defensa de la vida, el sostenimiento comunitario, la economía popular y la lucha contra la explotación de género y clase.
En un tiempo donde la vida parece estar siempre al borde del agotamiento, Vogel nos deja una pregunta que sigue siendo urgente:
¿Quién sostiene el mundo cuando todo el mundo está trabajando?
La respuesta, aunque colectiva, sigue teniendo un marcado rostro femenino. Y es a partir de esa constatación que su libro —cuarenta años después— continúa encendiendo una luz teórica que no deja de crecer.







