miércoles, enero 22, 2025
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La protesta de la banda del Matador

El regreso del fútbol a Sincelejo tiene como principal promotor al actual alcalde Yahir Acuña, uno de los políticos más polémicos en los últimos años en la región Caribe. La respuesta de los jóvenes barristas ha sido la manifestación pacífica en defensa de la identidad futbolera de la ciudad

Simón Palacio
@Simonhablando

El 30 de julio volvió el fútbol al estadio Arturo Cumplido Sierra. Doce años tuvieron que pasar para que se disputara un partido oficial en Sincelejo, esta vez correspondiente a un encuentro de la primera categoría y no de la segunda división del fútbol profesional colombiano.

Los equipos que tocaron la cancha aquella noche fueron las Águilas Doradas, onceno que tendrá su sede provisional en la capital de Sucre mientras termina la temporada, y el casi descendido Patriotas de Boyacá. Con un resultado de 3 a 2 favorable para el local, el juego fue caracterizado por la prensa local como un “partidazo”, especialmente por los cinco goles que engalanaron el encuentro.

Sin embargo, el partido evidenció un contraste. Mientras en el acto protocolario brillaron los sombreros vueltiaos que lucían los jugares de Águilas Doradas, en las tribunas los colores rojiverdes de las banderas desplegadas parecían alentar al equipo rival.

En realidad, la gente cantaba al son de las trompetas, los bombos y los redoblantes por la verdadera identidad futbolera de la ciudad.

Yahir y las águilas

El regreso del fútbol a Sincelejo tiene como principal promotor a Yahir Acuña, alcalde de la ciudad y uno de los políticos más polémicos en los últimos años en la región Caribe. Al actual burgomaestre no solo lo investigan por su relacionamiento con el paramilitarismo, sino también por enriquecimiento ilícito, presuntos delitos de corrupción electoral, entre otras indagaciones judiciales.

Por otro lado, se encuentra el equipo de Águilas Doradas, con 16 años de experiencia en el fútbol profesional colombiano y que ya ha transitado por varias ciudades del país, entre ellas Itagüí y Rionegro en Antioquia, así como en Pereira, Risaralda. A pesar de tener un excelente rendimiento en los últimos campeonatos, el club ha sufrido las dificultades de encontrar patrocinios que les aseguren la continuidad del proyecto deportivo.

Ante esta situación, Águilas Doradas aceptó el sponsor que le ofreció la alcaldía de Sincelejo y tramitó exitosamente ante la Dimayor la posibilidad que la capital de Sucre sea la sede alterna del equipo mientras finaliza la temporada 2024.

Rojiverde

“Es un clásico ejemplo de pan y circo. Con esta jugada, Yahir Acuña se suma a la larga lista de políticos de la costa que interpretan politiqueramente la conexión que existe entre fútbol y pueblo”, dice un defensor de los derechos humanos que prefiere no dar su nombre.

El problema es que en Sincelejo ya han existido equipos profesionales de fútbol. El Real Sincelejo fue fundado en 2002 y participó en dos temporadas del torneo de la primera B. Después fue liquidado en 2004 y su ficha deportiva vendida.

También existió el Atlético de la Sabana, conjunto que disputó dos torneos de ascenso entre el 2009 y 2010, para luego mudarse a la ciudad de Barranquilla bajo el nombre de Uniautonoma. Y finalmente, el Sucre F.C., con una corta trayectoria deportiva de un año y que terminó siendo la ficha deportiva del Jaguares de Córdoba, hoy en la primera división.

Eso sí, todas las experiencias futbolísticas en la capital de Sucre reivindican los colores de la ciudad: el rojo, el verde y el blanco. Todas menos Águilas Doradas.

La protesta

Los jóvenes barristas de Sincelejo también apoyan al equipo Sabaneros, que juegan la liga profesional de fútbol sala. Foto cortesía

“Nosotros sentimos que se nos quiere imponer ese equipo”, dice Elías Funez habitante del barrio El Cortijo e integrante de la barra del Matador. Si bien están contentos con el regreso del fútbol colombiano a Sincelejo, entre otras cosas porque reactiva la economía de una ciudad condenada a la informalidad, consideran que no existe identidad con Águilas Doradas.

“Desde la desaparición del Real Sincelejo en 2004, la barra ha desplegado una lucha constante para que regrese el fútbol. No solo hemos denunciado la corrupción en la venta de las fichas del Real, Alianza y Sucre F.C., sino que hemos reivindicado los colores de la ciudad desde el barrismo social”, argumenta el joven.

Elías también es miembro de la Asociación Juvenil En la Juega, organización que tiene el objetivo de sacar de la drogadicción a personas que habitan los barrios populares. “Entre la asociación y la barra, somos cerca de 200 jóvenes. Todos estamos debidamente organizados y le estamos apuntando al proceso social”.

Sobre Yahir Acuña el joven barrista prefiere ser prudente. Si bien acepta que en un inicio el polémico alcalde los buscó y apoyó institucionalmente algunas actividades, también denuncia que activado el fútbol las autoridades han impedido la protesta pacífica de la barra del Matador, que con tifos, banderas y pirotecnia vienen reivindicando la identidad sincelejana en los partidos de Águilas Doradas.

“Yahir Acuña compró una bolsa de partidos. Es un contrato que va hasta diciembre cuando se acabe la temporada. Eso sí, un negocio millonario que puede costar entre 400 y 500 millones de pesos por juego. Pero sabemos que todo esto es vivir de una ilusión, donde importa más el negocio que la afición”, finaliza Funez.

El fútbol da revancha

A las Águilas Doradas patrocinadas por Yahir Acuña, se les suman una larga lista de equipos que juegan en el Caribe y que son respaldadas por polémicas casas políticas: caso Junior de Barranquilla y el clan Char; el Real Cartagena impulsado por el alcalde uribista Dumek Turbay; y el Unión Magdalena propiedad del parapolítico Eduardo Enrique Dávila.

“Nos siguen robando el fútbol”, dijo en alguna oportunidad el entrenador argentino Ángel Cappa. Y en Sincelejo todos parecen contentos con esta realidad, menos los pelados de los barrios populares que con las banderas rojiverdes insisten con una consiga simple, pero poderosa: “merecemos volver, porque el fútbol da revancha”.

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