Han transcurrido 20 años desde el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov renunció a la jefatura del estado soviético, la bandera roja de la hoz y el martillo fue arriada del asta del Kremlin y, en su lugar se izó la bandera blanca, azul y roja de la Federación Rusa.
Con el asentimiento de gran parte del pueblo soviético y ante la indiferencia del resto, la burocracia usurpadora del poder enterraba el proyecto histórico iniciado por la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917. El paradigma a cuya construcción Lenin y el Partido Bolchevique se abocaron convencidos de que estaba llamado a erradicar las contradicciones sociales del mundo se derrumbaba por el insoportable peso de las contradicciones sociales que generó en su propio seno.
No era “campo”, porque desde mucho antes se venía fragmentando. Tampoco era “socialista”, como su ignominioso final lo demostró con mayor elocuencia que cualquier explicación teórica.
El desplome del bloque europeo oriental tenía consecuencias trascendentes en América Latina porque los ecos de la Revolución de Octubre seguirían retumbando en ella, aunque mediados por un abrupto y profundo cambio en las condiciones y características de las luchas sociales.
Aniversarios como este ameritan un balance: ¿Cómo afectó el colapso de la URSS a la izquierda latinoamericana? ¿Cuánto cambió esa izquierda en estas dos décadas? ¿En qué situación se encuentra hoy? ¿Cuáles son sus perspectivas? Ocean Sur convocó a 20 dirigentes políticos e intelectuales a reflexionar sobre estas interrogantes. Sus análisis, en unos casos convergentes y en otros divergentes, se reúnen en esta valiosa antología.