En el camino de la búsqueda, recordamos que mientras sigamos nombrando a nuestros “ausentes presentes”, estos vivirán en nuestra memoria. Queremos visibilizar no solo el dolor, sino la lucha y la resistencia
Anna Margoliner
@marxoliner
Recordar viene del latín recordari, re (de nuevo) y cordis (corazón). Básicamente, significa volver a pasar por el corazón. Por eso, la memoria cuando alguien desaparece es una apuesta para no dejar de sentir; llevar en cada paso a quien ya no vemos y queremos encontrar de nuevo. Las imágenes se convierten, entonces, no solo en un recurso para la búsqueda, sino para sobrevivir y mantener viva la esperanza, aun si la tristeza hace parte de ese recorrido.
Gabriela Gil es integrante de Reencuentros; compartió con VOZ la experiencia de registrar a través de las imágenes el proceso de búsqueda de personas dadas por desaparecidas: “Para nosotros, documentar el dolor debe tener un objetivo claro. No queremos mostrar a las víctimas como personas vulnerables, sino resaltar la resistencia y dignidad de quienes buscan a sus seres queridos.
»Nos enfocamos en reflejar el proceso vivido, mostrando a las familias empoderadas y dignas, sin caer en la fotografía lastimera o sensacionalista. La resistencia y dignidad de las víctimas es lo que queremos transmitir, pues estas personas, aunque les quitaron muchas cosas, nunca perdieron su dignidad”.
El papel de la fotografía
Para ella, la fotografía tiene un papel crucial “porque recuerda aquello que la memoria olvida. Es una parte fundamental en la construcción de memoria histórica en cualquier país que haya vivido un conflicto armado. Ayuda a reflexionar y visibilizar aquello que parece invisible, siendo una herramienta para documentar lo que pasó y para evitar que se repita.
»Además, desde el arte, la fotografía puede rendir homenaje a las víctimas y sensibilizar a las nuevas generaciones sobre lo que se vivió. Es parte del proceso de reconstrucción del tejido social y de construcción de paz”.
Ausencias y paz: de los duelos clandestinos a la búsqueda humanitaria es una apuesta desde el arte. Es una exposición creada por la Corporación Humanitaria Reencuentros, una organización conformada por firmantes de paz, excombatientes de las FARC que hoy, en el marco de la reincorporación a la vida civil, se dedican a la búsqueda de personas desaparecidas.
Gabriela Gil afirma que esta actividad “permite visibilizar el trabajo que hemos venido desarrollando a lo largo de estos ocho años desde la firma del Acuerdo de Paz. Nuestro propósito es buscar a esas personas que aún nos hacen falta en el país y, al hacerlo, aliviar el dolor de las familias buscadoras, que siguen preguntándose dónde están sus seres queridos desaparecidos.
»Además, queremos hablar de esos duelos clandestinos de las familias de combatientes a quienes históricamente se les negó la posibilidad de reclamar a los suyos, de llorar a sus muertos sin temor a ser perseguidos o amenazados. Hoy decimos que todas las personas, sin excepción, merecen y deben ser buscadas, y que todas las familias colombianas, independientemente de las decisiones de sus familiares, tienen el derecho de saber dónde están”.
Creación de la exposición
Comenta que Ausencias y paz fue un proceso de varios meses en los que desde la Corporación Humanitaria Reencuentros pensaron cómo mostrar su trabajo. “Aunque no se recogen todos los momentos que hemos vivido, es una pequeña parte de nuestra historia. Seleccionamos 150 fotografías de nuestro archivo audiovisual y elegimos 30 para la exposición. Incluimos otros elementos, como camisetas, libros y cartillas que muestran el proceso de reincorporación de los excombatientes.
»La exposición empieza con un espejo cubierto por una tela que contiene una pregunta: ‘¿Y si la persona desaparecida fueras tú?’. Aunque esto puede ser impactante para algunos, la intención es generar una experiencia de sensibilización. Queremos que la gente entienda que la desaparición no es un hecho del pasado y que en Colombia hay familias que siguen esperando a sus seres queridos”.
Buscando la empatía
“Queremos que el público pueda ponerse en el lugar de las familias que tienen seres queridos desaparecidos y que se sensibilice con su dolor”, afirma Gabriela.
“La mayoría de las personas en Colombia conoce alguna historia de desaparición, y queremos que rompan el ciclo de la indiferencia y entiendan que la desaparición no es un hecho lejano. Incluso el vecino o vecina puede ser una persona buscadora.
»También queremos que comprendan que, sin importar las decisiones de vida de las personas desaparecidas, hay que buscar a todos aquellos que hoy nos hacen falta. La reflexión central que queremos dejar es que rompamos la indiferencia y podamos decir que en Colombia aún faltan muchos y muchas”.
Finalmente, para ella “tanto el arte como la fotografía deben ser herramientas para visibilizar las múltiples verdades del conflicto. No creemos en una única verdad; existen las verdades del Estado, de los excombatientes, de las familias, entre otras. El arte y la fotografía deben dar cabida a todas estas verdades y contribuir a la reconstrucción del tejido social.
»No creemos que la reconciliación sea un mandato, sino algo que se construye con el tiempo y con la voluntad de las partes. Incluso sin el perdón de todas las familias, queremos que se pueda convivir en paz y con respeto a las diferencias. El arte debe ser ese espacio en donde todas estas verdades coexistan y desde donde se pueda construir una vida digna y comunidades en paz”.
