viernes, junio 21, 2024
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La caricatura de Bukele

Desde que existe la elección popular de alcaldes, en Bucaramanga solo tres burgomaestres podrían recordarse por haber desarrollado obras de algún progreso y haber aplicado algunas medidas de beneficio social. Ahora, uno quiere emular al dictadorzuelo de Centroamérica

Alfredo Valdivieso

En Bucaramanga, los dos últimos alcaldes, el ingeniero Rodolfo Hernández y el también ingeniero Juan Carlos Cárdenas, son los peores recordados; en especial este último, absolutamente desconocido en la ciudad, quien solo tuvo un breve paso como agente externo de la transnacional Cemex y vendedor de cemento, además, fue aupado a la primera magistratura en una campaña desaforada que le hizo Hernández, de quien luego se distanció para dedicarse por entero a su verdadera vocación de comerciante cementero.

Cuatro años de desgobierno

Tras su cuatrienio, la “Bonita” quedó en obra negra, con esperpentos que aún no concluyen. Desbarató los accesos a la propia alcaldía y a la Plaza Cívica, intentó peatonalizar la calle 37 (lográndolo en tres cuadras), lo que no alcanzó plenamente por la inconformidad y protesta de los comerciantes del centro de la ciudad. En materia social, solo puede reconocérsele que para conmemorar los 400 años de fundación de la capital santandereana (22 de diciembre de 2022) destinó 400 subsidios para mejoramiento de viviendas en sectores vulnerables que, finalmente, fue un botín para sus amigos y colegas ingenieros y constructores y para la transnacional del cemento.

Tal desgobierno permitió que ─tras su segundo intento─ arribara a la alcaldía un reconocido sectario, troglodita, excluyente y de un talante derechista a ultranza: el pastor evangélico Jaime Andrés Beltrán Martínez, quien se ha autocalificado como el “Bukele de Bucaramanga”. Alcanzó la primera magistratura con una votación inferior al 35 por ciento del total, avalado por una coalición del partido de la U, Salvación Nacional y Colombia Justa Libres, que se llamó “defendamos a Bucaramanga”. Sin embargo, en su campaña hizo proselitismo por el Centro Democrático, Cambio Radical, MIRA y un sector del partido Liberal, lo que lo tiene en serios aprietos por doble militancia, siendo demando por cuatro ciudadanos, y estando el proceso aletargado en el Tribunal Administrativo de Santander.

La caricatura y la iglesia

La caricatura de Bukele fungió como concejal en dos períodos anteriores; pero, entre el 2020 y el 2023, ocupó curul al quedar de segundo (detrás de Cárdenas) en la contienda para la alcaldía y en este cargo brilló por su anodina intrascendencia.

Es heredero de la grey que se congrega en la que la ciudadanía llama “la iglesia de la 43” (por el templo evangélico localizado en esa calle), que fue fundada hace casi 40 años por su padre, el pastor Pedro Jaime Beltrán, que hasta hace algunos años era parte del llamado Movimiento Misionero Mundial, pero que, por rupturas internas (se presume que por causas monetarias), pasó a llamarse “Movimiento Evangelístico Camino a la Libertad”. Como es apenas obvio, sus campañas fueron financiadas por parte de los diezmos que aporta la feligresía y por algunas “primicias” destinadas por sus adeptos.

Una de sus primeras “obras de gobierno” fue instaurar los jueves, en la alcaldía, un culto matutino, al que se “invita” amablemente a todos los funcionarios de la administración. Un segundo gran logro fue invitar a la ciudad al embajador sionista del artificial Estado de Israel, para expresarle todo su apoyo al genocidio que el régimen criminal comete contra la población palestina en la Franja de Gaza; y tras la necesaria y digna ruptura de relaciones diplomáticas de Colombia con el régimen nazi-sionista, la caricatura de Bukele expresó que “Bucaramanga no rompía relaciones”.

Y un tercer evento es la expulsión de varios ciudadanos venezolanos, a los que se deportó desde la frontera en Paraguachón, Guajira, “para que les quede más largo y oneroso reingresar a territorio bumangués”. En su óptica maniquea, los migrantes venezolanos son el nuevo demonio. Toda la alharaca de la seguridad se limita a un llamado plan candado que consiste en enviar numerosas patrullas de policía a despejar parques y otros espacios públicos de consumidores de estupefacientes.

Una ciudad arrasada económicamente

Lo mismo que las alcaldías de los últimos 40 años. Ni una sola empresa productiva nueva, ni un solo puesto de trabajo. Lo que sí es incontenible en estos años es el crecimiento de la informalidad, que ahora (manes del léxico neoliberal) se denomina pomposamente “emprendimiento”. Si yo tengo que vender aguacates o mandarinas en un semáforo, estoy emprendiendo. Claro que para ser exactos esto no es reflejo ni consecuencia del gobierno del pastor bukelista, que solo comenzó en enero, sino que es un largo camino que en Bucaramanga comenzó desde antes de aplicarse la receta neoliberal de apertura económica, globalización y destrucción de la base productiva nacional.

En la ciudad, desde el establecimiento del sistema UPAC con el programa de las Cuatro Estrategias de Misael Pastrana Borrero, la burguesía cicatera y especuladora se unció a ese carro, y comenzó de forma paulatina el arrasamiento de la industria que floreció en el período de la segunda posguerra. Exceptuando la actividad manufacturera del calzado y procesamiento de pieles (que, sin embargo, entró en inexorable declive con la apertura), las demás industrias de curtiembres, metalmecánica, metalurgia, trefilería, grapas y puntillas, autopartes, confecciones, ladrillería, eléctrica, y un largo etcétera fueron desapareciendo gradualmente, y cuando se instaló en firme el modelo neoliberal, la ciudad ya estaba en escombros productivos; en la nueva onda, pasaron a privatizarse casi todas las actividades y sus inversiones que le permitían al menos cubrir sus propios gastos, con la excepción del acueducto al que, sin embargo, desde hace tiempo es acechado por el capital privado.

La Ciudad Bonita tiene en sus gobernantes todo lo feo y negativo. A ella no le falta un Bukele, le falta democracia, transparencia y justicia social.

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1 COMENTARIO

  1. Esos llamados Bukele y Milei, son unos payasos ineptos que sólo se dedican a saquear el erario público de sus paises. Dignos representantes de la corrupta ultraderecha.

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