Su asesinato se presenta como víctima de una pelea de borrachos con unos agentes irresponsables del Departamento Administrativo de Seguridad -DAS-; sin embargo, conocido el expediente se confirma que los agentes del Estado, de manera premeditada, provocaron el caos para ultimar al líder de la Juventud Comunista
Unidad Investigativa VOZ
Jesús Santrich, como buen bohemio, adicto al alcohol social y activista cultural, siempre estaba en todos los eventos culturales que se promovían en la Universidad o en los sectores populares, por eso, en el año de 1984, cuando se anunció la presentación de Rubén Blades en Barranquilla, con Santrich se planificó, a nombre de la JUCO, abordar a Rubén y solicitarle que se presentara en la Universidad del Atlántico, pero la nefasta noticia fue que Rubén se había devuelto a Panamá porque no se le había cumplido el contrato; esto fue una frustración ya que, muy a pesar que para Santrich su canción estrella era la Cinta Verde, nunca dejaba de cantar Pedro Navaja y, por los destinos de la vida, un revólver 38, Smith & Wesson del especial, utilizado por un agente del Estado, acabó con su vida.
La verdad en la JEP
Una versión, que se ha puesto en conocimiento ante la JEP, es que la muerte de Santrich fue el inicio de un modus operandi que se generalizó durante toda la década del noventa y comienzos del 2000, para asesinar a estudiantes, profesores y trabajadores de las universidades públicas en todo el país y con lo cual se constituyó el delito de lesa humanidad y/o genocidio, por la sistematicidad en los asesinatos y la participación de agentes del Estado.
Eran tres los agentes del DAS, observemos esta declaración de uno de los testigos: “…tres señores comenzaron a hacer disparos al aire, siguieron adelante y llegaron al Estadero con groserías, sacaron el revólver y comenzaron a hacer disparos en el momento todo mundo se puso nervioso, yo salí corriendo y cuando llegué a la esquina venía un ‘terapia’ ─taxi pequeño─ y el señor que se iba a montar en el carro me dijo que era del DAS”, es decir, probablemente huyó uno de los implicados.
Otro testigo dijo: “Yo soy el mesero del establecimiento el Decanito… yo estaba en el mostrador al pie del enfriador, en la parte de adentro, sirviendo cervezas a los meseros…tres jóvenes me preguntaron por cervezas, fueron al mostrador en la parte de adentro y yo les dije que se había acabado y luego salieron, yo me disponía a voltear el Long Play y organizar las cosas internas de los enfriadores, cuando escuché afuera una voz que decía ‘contra la pared’ y esa voz se desplazó hacia la calle, después pude o enseguida verificar que era uno de los tres jóvenes que habían entrado a pedir cervezas”.
Se confirma premeditación
A partir de estas declaraciones, el Ministerio Público concluyó en su actuación disciplinaria que: “Existe relación de causalidad entre las declaraciones… con la ocurrencia de los hechos.
El primero dice que tres señores comenzaron a hacer disparos en la calle hasta penetrar al estadero donde continuaron disparando…, y el segundo asevera haber escuchado detonaciones de arma de fuego que venían de la calle, y que luego tres jóvenes pidieron cerveza las que no se les sirvió por haberse acabado, saliendo estos enseguida, y que al escuchar las palabras ‘contra la pared’ se asomó y observó que quien protagonizaba este hecho era uno de los tres jóvenes que había entrado a pedir cerveza … razón por la cual y al ver que había arma se entró”. Por su parte, una de las sentencias señala: “La víctima ─Jesús Santrich Núñez─, ciertamente recibió el disparo en mitad de la calle, herido mortalmente caminó hasta la acera donde se desplomó ya sin vida”.
“El disparo necesariamente provino del grupo de contendientes que estaban en frente suyo… Fue en ese instante final en que ya no fue posible dominar sus ánimos, cuando el agente Solarte Huertas comenzó a disparar hacia el blanco donde tenían que estar necesariamente sus oponentes y entre ellos la víctima”. El tribunal anotó: “Si el pensamiento del procesado con esa acción era el de defenderse del ataque o agresión de los extraños que en tumulto los provocaron, a él y a su compañero Vigoya Palacios, “resulta casi imposible quedarse desarmado y extraño también que éste último no haya disparado… por lo que el mentado ataque no existió”, aspecto suficiente para mantener incólume el fallo de condena”¹.
(Foto 2)
En la nota del levantamiento del cadáver, se puede leer lo siguiente: “Se efectuó el levantamiento del cadáver por la Unidad Móvil de la Policía Judicial, el individuo en mención en vida correspondía al nombre de Jesús Santrich, el cual vestía pantalón Bluyín azul, camiseta roja, zapatos negros”. La necropsia practicada por Medicina Legal al cadáver dice que: “murió el día 17 de noviembre de 1990 a la una y treinta” y que la causa de la muerte fue “Shock hemorrágico por heridas de pulmón y aorta por arma de fuego”. “Orificio de entrada…en el intermedio de axila y pectoral hematoma y laceración…escapular derecho, sitio donde se palpa que corresponde a proyectil”².
El Director del DAS, Emilio Vence Zabaleta, certificó que el señor José Mauricio Solarte Huertas fue asignado a prestar servicios en el Grupo de Policía Judicial a partir del 12 de octubre hasta el 17 de noviembre de 1990. Para la fecha del 17 de noviembre tenía asignada la misión No. 693, la cual rindió con el informe de captura No. 1.262 de noviembre 16 de 1990. Igualmente, tenía en proceso de investigacion y verificacion de direcciones³.
El patrón del “caos previo”
Los agentes del DAS actuaban en función de su servicio; estaban en servicio e intentaron seguir consumiendo licor en el sitio de los hechos y, ante la negativa de la venta de licor, procedieron a realizar una requisa de los asistentes y verificación de las identidades y direcciones, lo cual no lo pudieron hacer porque el agente Solarte Huertas comenzó a realizar disparos generando un caos.
El patrón del “caos previo” se repite en varios asesinatos de líderes de la época. Varios exintegrantes del DAS, el 3 de marzo de 1989, de forma premeditada en primer lugar, crearon un caos en el Aeropuerto El Dorado y, en segundo lugar, asesinaron a José de Jesús Antequera y, posteriormente, en la investigacion los agentes adujeron que habían disparado en defensa propia, lo cual no fue aceptado. En el caso de Jesús Santrich Núñez, los agentes implicados usaron el mismo patrón de criminalidad, que corresponde a un crimen de lesa humanidad, en el que se concertaron agentes del Estado, narcotraficantes y grupos paramilitares para exterminar a los integrantes y representantes de la UP.
De este modo, además del asesinato de Santrich, la escalada paramilitar y de estructuras del Estado contra estudiantes, profesores, trabajadores y personalidades democráticas, egresadas de centros universitarios de la Costa Atlántica y del país, segó las vidas de Roberto Mclean Torres, Jorge Freytter Romero, Lisandro Vargas, Alfredo Castro, Luis Meza, Alfredo Correa de Andreis y centenares de víctimas más.
Necesidad de un nuevo macrocaso en la JEP
Es necesario que la JEP desclasifique los archivos de inteligencia, contrainteligencia y gastos reservados del extinto DAS en la Costa Atlántica y abra el macrocaso especial sobre las universidades de esta región, considerando las declaraciones de Salvatore Mancuso.
Es positivo que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Atlántico, en septiembre de este año, en una acción de repetición, resolvió declarar la responsabilidad personal del exdetective del DAS señor José Mauricio Solarte Huertas, por haber obrado con dolo en la muerte del señor Jesús Francisco Santrich Núñez y haber provocado que el Estado fuera condenado al pago de los perjuicios causados a los familiares de la víctima.
1. Ver Link. https://drive.google.com/file/d/1lInXFocYHG-4CcY6jb_yPlPSDLYN7PXH/view?usp=sharing
2. Imagen ilustrativa y el examen https://drive.google.com/file/d/1ZguQUK_6SSTKN8FzcOAiLibpHWCTQ2MV/view?usp=sharing
3. Ver en este Link https://drive.google.com/file/d/1dsH_5yMt8pxykawPsx7cUfzwA0lreoKy/view?usp=sharing