Después de navegar por el Pacífico y atravesar México, una misión comercial del Japón llegó a La Habana el 23 de julio de 1614. Hasekura fue así el primer nipón del que se tenga registro en pisar tierra cubana
Redacción cultural
La palabra ‘samurái’ generalmente se utiliza para designar a una gran variedad de guerreros del antiguo Japón. De su verdadero origen, por lo remoto, es muy poco lo que se conoce. Los datos sobre los primeros samuráis, son inciertos.
Los historiadores, sin embargo, convienen en señalar que el origen del samurái se remonta al siglo X, y se fortaleció al concluir las Guerras Genpei, a finales del siglo XII, cuando en Japón fue instituido un gobierno militar bajo la figura del shogun, por el cual el Emperador de Japón quedó a la sombra, como un mero espectador de la situación política del país.
Su momento cumbre tuvo lugar durante el período Sengoku, una época de gran inestabilidad y continuas luchas de poder entre los distintos clanes existentes, por lo que esta etapa de la historia de Japón se recuerda como “período de los estados en guerra”.
Históricamente, la imagen de un samurái se relacionó más con la de un arquero a caballo que con la de un espadachín. No fue sino hasta que reinó una relativa paz que la espada adquirió la importancia con la que se relaciona actualmente. La fantasía y la realidad de los samuráis se han idealizado, y sus historias han servido de base tanto de novelas como de películas, historietas y hasta videojuegos.
Pionero en el Caribe
Según el historiador Abel Aguilera Vega, hace cuatro siglos un importante samurái visitó La Habana y fue el primero de su estirpe en visitar a la mayor de Las Antillas.
“Hasekura Tsunenaga fue un samurái japonés del siglo XVII que lideró una misión diplomática a Europa en 1613. Conocida como la Embajada Keichó, fue enviada por el shogun Tokugawa Hidetada para establecer relaciones comerciales y políticas con España y el Papa de Roma. Hasekura y su séquito viajaron por varios países europeos antes de regresar a Japón en 1620.
» Sobre los primeros años de vida de Hasekura se conoce poco. Se ha comprobado que nació en 1571 y se formó como samurái desde temprana edad. Participó en las invasiones japonesas a Corea entre 1592 y 1597, que unido a su destreza militar le permitió conocimientos de navegación, lo cual pudo ser determinante a la hora de seleccionarlo para la misión diplomática”.
Pisó tierra cubana
De acuerdo con el historiador cubano, el 28 de octubre de 1613, partió de la bahía de Tsukinoura, en misión dirigida por el padre Luis Sotelo, de la orden Franciscana y Hasekura, con el objetivo de explorar nuevas rutas comerciales favorables al Japón.
Después de navegar por el Pacífico y atravesar México, la misión llegó a La Habana el 23 de julio de 1614, convirtiéndose Hasekura en el primer nipón del que se tenga registro en pisar tierra cubana. Para esa fecha, la Villa de San Cristóbal de La Habana no pasaba de ser un centenar de casas y establecimientos comerciales para la distracción de los marinos que llegaban al Caribe.
“Gran sorpresa tuvo que constituir para los habaneros presenciar la comitiva asiática; los rasgos físicos, la vestimenta con quimono, la katana a la cintura y el calzar sandalias, les daba un aspecto de singularidad nunca antes visto en el país. Los visitantes también despertaron el interés de las autoridades coloniales que los visitaron y con los que probablemente se entrevistaron”, puntualiza Aguilera Vega.
Pirámide social y suicidio
Sebastián Saldarriaga, historiador de la Universidad Javeriana, en una tertulia sobre el tema, mencionó que, durante cierto tiempo, cuando los samuráis estaban en el tope de la pirámide social, preferían ser llamados ‘bushi’, que significa guerreros, en vez de samurái, que significa servidor, porque para ellos, este último era considerado de baja clase social.
Durante la tertulia, se habló también sobre el ‘seppuku’, que es la forma de suicidio de los samuráis, el cual consistía en cortarse el vientre, y se hacía cuando el guerrero sentía que el enemigo estaba muy cerca y que no encontraría otra forma de escapar. Entonces, el samurái prefería suicidarse antes que permitir que su enemigo lo derrotara en batalla y que este pudiera decir que lo había vencido.
El ‘seppuku’ también era practicado por los sirvientes de los samuráis, para manifestar que no estaban de acuerdo con su ‘señor’ por alguna decisión o por algo en particular.
En La Habana hay un monumento de Hasekura y se conservan algunas obras de arte que rememoran la visita del ilustre samurái a la patria de Martí y de Fidel.







