El deterioro de las casas refleja el empobrecimiento usado como pretexto para hacer salir a sus dueños, con ofertas de dinero que jamás les alcanzará para construir el mismo tejido humano, solidario y vivo, que subsiste pese a todo.
Libardo Muñoz
Gran parte de los actuales habitantes de Getsemaní de hoy nacieron allí, crecieron y formaron una familia enorme. Todos se conocen, comparten alegrías, lutos, tragedias y una pobreza que los une tanto como el pasado glorioso que inscribió al barrio en las páginas de la historia de Colombia como el autor de la sublevación del 11 de noviembre contra la Colonia española.
El deterioro de las casas de Getsemaní refleja el empobrecimiento usado como pretexto para hacer salir a sus dueños o herederos, con ofertas de dinero que jamás les alcanzará para construir el mismo tejido humano, solidario y vivo, que subsiste pese a todo en zaguanes y pasajes, en las esquinas y en las mesas de fritos que aparecen por las tardes.
No son pocos los getsemanicenses que no resistieron la ofensiva de un proceso de desalojo, conocido como “gentrificación”, se fueron del barrio y dejaron penas y nostalgias entre quienes se quedan, quién sabe hasta cuándo.
Recuerdos de Getsemaní
Amaury Miranda Martínez es de los que nacieron y resisten en Getsemaní, toda su formación universitaria transcurrió rodeado de amigos. Unos se fueron para siempre, otros son sus antiguos compañeros de esquinas, inalterables al paso del tiempo:
“Hace mucho hice un llamado para convertir a Getsemaní en lo que es el barrio de La Candelaria a Bogotá, pero mis sueños han sido derrotados. Getsemaní ha sido tomado por la burguesía y la pequeña burguesía como su patio trasero. En Getsemaní sus raizales merecen lástima, hay que devolverles lo suyo. Los nuevos lanceros debemos salir al frente.
De mis ancestros de Getsemaní recuerdo sus calles polvorientas, sus andenes y corrientes, sus caños de aguas servidas. Los pelaos jugaban a la vuelta a Colombia, a pelota de caucho, a volar barriletes, muchos juegos ya perdidos. En esos días los vecinos eran en verdad vecinos, se oían los gallos cantar al amanecer y yo me quedaba pensando en el futuro.
Al frente teníamos a Chambacú, atrás al viejo mercado con sus gritos, las ofertas de alimentos, las carretas de hielo empujadas por Heberto y El Gago. Hasta el primer quinquenio de los años setenta, Getsemaní era un centro de la comida popular, de los sectores proletarios, se desarrolló una actividad alimenticia para los lancheros que anclaban sus naves en la Bahía de Las Ánimas”.
La gentrificación (del inglés gentrification) es un proceso de transformación urbana, en el que la población original de un sector o barrio determinado empobrecido es progresivamente desplazada por otra de más poder adquisitivo. La palabra “gentrificación” es un neologismo, deriva de “gentry” una clase social histórica inglesa de composición social mixta entre la baja y media nobleza. En lengua castellana se propone la palabra “elitización” o aburguesamiento.
El efecto degradante de la gentrificación lo sufren hoy las clases populares de Getsemaní. Se aprovechan de la baja capacidad económica de los pobres de ese barrio cartagenero, que no pueden reparar ni mantener sus casas. Luego de ser expulsados viene una revalorización. Es un proceso deshumanizante del capitalismo de la segunda mitad del siglo XX.
La escritora estadounidense Sarah Kendzior dijo que el deterioro urbano en algunos barrios de las principales ciudades del mundo se ha convertido, lamentablemente, en un conjunto de piezas urbanas para ser remodeladas o idealizadas.
En los medios periodísticos afines a los intereses del capital financiero inmobiliario, se utiliza de manera falsa e hipócrita el deterioro urbano, en el caso de Getsemaní, para crear una aparente oferta económica detrás de la cual vendrá un progreso material, ilustrado con toda la coreografía que les prestan en sus columnas y “portafolios”.
El director de cine Spike Lee hizo en 2014 una severa y fuerte crítica a la gentrificación de algunos sectores de Nueva York, que hizo subir los alquileres y expulsó a los afrodescendientes de lo que alguna vez fueron sus hogares. Las palabras de Spike Lee parecen referirse al barrio de Getsemaní, de donde muchos de sus viejos moradores fueron sacados por pobres, pero de donde no podrán sacar a los nuevos lanceros que resisten, como en los viejos tiempos.