jueves, marzo 28, 2024
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Las bombas atormentan el campo en el Nordeste Antioqueño

Ante el recrudecimiento de la guerra, los mismos campesinos verifican las afectaciones y exigen a las tropas que respeten los derechos humanos

Comisión comunitaria de verificación. Foto Cahucopana.
Comisión comunitaria de verificación. Foto Cahucopana.

Bibiana Ramírez
Agencia Prensa Rural

El rompimiento del cese al fuego es uno de los peores males que le pueden suceder a las comunidades campesinas. Todo el tiempo se ven inmersos en situaciones que lo único que les dejan es miedo, pérdida de seres queridos y hasta desplazamientos internos. El Nordeste Antioqueño en estos momentos está sufriendo una grave crisis de derechos humanos.

Para ser más específicos, relatamos los últimos hechos que la misma comunidad y organizaciones presentes en la región han entregado y son hechos que demuestran la agudeza del conflicto. El 23 de mayo cerca al caserío Mina Nueva, de la vereda Panamá Nueve de Remedios (Antioquia), pasadas las doce de la noche, efectuaron los bombardeos y ametrallamientos a “escasos dos kilómetros”, por parte del ejército colombiano.

“A esa hora todos estábamos durmiendo. Parecía que fuera encima de la casa de nosotros”, relata un líder que ha vivido con la comunidad toda la angustia. Todos se refugiaron en los lugares más seguros de sus casas, el sueño fue cortado abruptamente. Una niña, como reacción inmediata al susto, se metió en una mina y pasó el resto de la noche allí. Al siguiente día tuvieron que buscarla y sacarla del hueco.

Comisión de verificación

Al amanecer, la comunidad se reunió y entre todos llegaron al acuerdo de estar unidos y ellos mismos encargarse de la verificación de los hechos ocurridos esa noche y los que posiblemente vendrían. Se armó una comisión de unas cien personas que anduvo por las veredas tranquilizando a la comunidad. En los alrededores de una vivienda donde habitan unos ancianos se refugió el Ejército.

Cuando el Ejército vio llegar la comisión, inmediatamente bajaron algunos uniformados a preguntar quiénes eran. Uno de los líderes de la comunidad se presentó y les informó de la situación que estaba viviendo la comunidad. Al mismo tiempo les hizo saber que ellos eran defensores de derechos humanos y que era una población la que estaba en medio: “ustedes no pueden agredir a los campesinos”. En el diálogo ellos se comprometieron a tener cuidado y aclararon que “buscaban un objetivo”.

La comunidad pidió que se retiraran de la casa de los civiles, que no las podían usar como trincheras. Desde ese momento hay sobrevuelos constantes, detienen e interrogan a quienes transitan por los caminos y llegan refuerzos de tropas, militarizando la región.

Comunidad afectada

Económicamente están bloqueados los campesinos. La comunidad tiene miedo, no pueden salir a barequear. “De verdad la pienso para salir y yo que ando sola, y por estos días no he podido conseguir para el sustento”, dice una mujer minera con un poco de angustia.

Se empieza a hablar de daños en las parcelas, los cultivos destrozados y un posible desplazamiento de las comunidades. La gente teme que caigan artefactos explosivos a sus casas o que se reactiven las ejecuciones extrajudiciales y que continúe la estigmatización. El Ejército patrulla con desmovilizados y encapuchados.

La corporación Cahucopana ha convocado a un tribunal permanente por la paz y la vida digna en el mismo lugar de los bombardeos, a partir del sábado 30 de mayo.

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