Jaime Caycedo Turriago
El análisis del resultado de la elección presidencial en Venezuela debe tomar en cuenta varios factores, procesos y circunstancias.
La Venezuela de hoy no está en la misma situación de cinco años atrás, antes de la pandemia: crisis económica, desabastecimiento, migración en masa. Hay signos notorios de reactivación económica, abastecimientos, pero aún bajos ingresos de la población.
Las encuestas favorables a la derecha reflejaban los patrones ideológicos y los deseos subjetivos del tipo de oposición venezolana de hoy: light, dependiente de EE.UU. o a la espera de una “invasión” salvadora, sin proyecto socio político alternativo.
La revolución bolivariana, pese a sus contradicciones, ha calado hondo en la subjetividad popular y juvenil, aunque conserva características de la vieja escuela caudillista.
Sin embargo, la experiencia más profunda es organizativa y de consciencia política, la que se expresa en las formas del poder popular calle por calle, cuadras, puntos comunitarios; como también en la experiencia del manejo por la gente del sistema electoral y el voto electrónico, confiable, verificable, difícilmente manipulable por fuera de los controles que lo blindan.
Triunfo decisivo
El triunfo de Maduro era esperable, dadas las características del poder popular, considerado unas variantes del sistema cubano de Comités de Defensa de la Revolución.
La mayoría que marca la diferencia muestra un triunfo decisivo, pero relativo. Es probable que esta sea una característica de los sistemas en transición que requieren de procesos robustos de construcción unitaria de base, amalgamados con las pequeñas y grandes soluciones frente a la desigualdad, el salario, la salud, la educación popular, etc.
En cuanto a la seguridad es clave examinar el papel de la Milicia Popular como parte de la estructura de las fuerzas de seguridad y sus vínculos orgánicos con la población civil.
Las elecciones del 28 de julio de 2024 transcurrieron en medio de la tranquilidad ciudadana, sin estridencias, haciendo respetar la legitimidad institucional frente a las provocaciones de representantes de la derecha que intentaron “colarse” como falsos “observadores”.