domingo, mayo 12, 2024
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El río de la Patria

La cultura de la navegación por el emblemático rico Magdalena desde la época precolombina hasta hoy

José del Río

El río Magdalena tiene una gran significación para la población colombiana desde la época precolombina hasta nuestros días. En efecto, ya a finales del siglo XVIII Francisco José de Caldas destacaba las particularidades de los indígenas regionales y sus obras rituales estéticas:

“San Agustín, el primer pueblo que baña (el Río Magdalena) está habitado de pocas familias de indios, y en sus cercanías se hayan vestigios de una nación artista y laboriosa que ya no existe. Estatuas, columnas, adoratorios, mesas, animales y una imagen del Sol desmesurada toda de piedra, en número prodigiosos, nos indica el carácter y la fuerza del gran pueblo que habitó las cabeceras del Magdalena”1. De manera similar, en 1857 se refiere a este pueblo Agustín Codazzi en su Geografía Física y Política de los Estados Unidos de Colombia.

Las perspectivas de los viajeros

Miguel Cané, el intelectual argentino que estuvo en el país en la segunda mitad del siglo XIX, describe de esta manera el río: “El caudal del Magdalena es inmenso. La naturaleza de su lecho arenoso y movible que forma bancos con asombrosa rapidez sobre los troncos inmensos que arrastra en su curso, su anchura es extraordinaria en algunos puntos que hace extender las aguas en lo que se llama regaderos; los rápidos violentos llamados chorros donde la corriente alcanza hasta 14 y 15 millas; he ahí los principales inconvenientes con que he tenido que luchar para establecer de una manera regular la navegación del Magdalena, única vía para entrar al interior”2.

Miguel María Lisboa, primer embajador del Imperio de Brasil entre 1848 y 1853, hace una descripción en que destaca como las regiones por donde discurren sus aguas están casi desiertas: “El río Magdalena esta casi todo inculto, y apenas se ven señales del trabajo humano en las vecindades de las aldeas y pueblos. Me sorprendió la generalidad del uso del tabaco, raro fue el hombre que vi sin él en la boca, lo mismo que muchísimas mujeres”.3

En general, los viajeros que recorrieron el país a lo largo del siglo XIX aparte de comentar el río Magdalena y sus gentes, describen también los medios que utilizan los nativos para navegar en el río. A casi todos les llamó poderosamente la atención lo que ellos llaman los bongos y sus champanes, incluso describen la forma como construyen estos medios de transporte los habitantes de la zona recorrida por los visitantes.

Miguel Cané describe así los champanes: “Hasta hace unos 30 años el río se remontaba por medio de champanes, esto es, grandes canoas sobre cuya cubierta pajiza los negros bogas, tenidos sobre los largos botadores (“canaletes”, “palancas”) que empujaban contra el pecho, conducían la embarcación por la orilla en medio de gritos, denuestos y obscenidades con que se animaba el trabajo. El viaje de esta manera duraba en general tres meses, al fin de los cuales el paciente llegaba a Honda, hecho pedazos por los mosquitos, hambriento y paralizado por la inmovilidad de una postura de ídolo azteca”.4

También encontramos una descripción del biólogo francés Charles Saffray de una manera bastante pintoresca, no solo la barca, sino también al conductor de ella y con una afirmación maliciosa sobre como los hechos políticos del país influyen en la posibilidad de navegar en sus ríos: “Vapores ofrecen un servicio regular cuando la política y los pronunciamientos lo permiten. Balsas de bambú o, madera ligera como el corcho. En estas balsas se transportan alimentos, especialmente frutas. En los bongos: grandes piraguas construidas con tronco de árboles pueden contener de 60 a 70 toneladas de mercancías. Así se abastecen los mercados que hay a lo largo del río. Con champanes, que son unos bongos grandes con una especie de techo de caña y de hojas de palmeras: es la más pintoresca de las embarcaciones del Magdalena”.5

La exuberante fauna

Los extranjeros que recorrieron el país en el siglo XIX, a través de los medios más expeditos para conocerlo en sus ríos y riachuelos. Para emular a Humboldt, hicieron una descripción de la fauna que habitaban las aguas y las selvas del país.

En otra parte del texto de Miguel Cané se lee: “El paisaje tropical está compuesta por una infinita variedad de flora y fauna especialmente (caimanes y zancudos), un calor infernal, una exuberancia inimaginable y una presencia latente de fiebre y enfermedades diversas. Ante este escenario los viajeros se abandonan en una experiencia sublime de la naturaleza, de la cual surgen maravillosos relatos, pero a su vez, un imaginario de la naturaleza como potencia incontrolable que apabulla cualquier posibilidad de civilización”.6

Historia de su navegación

Según el libro Río Magdalena navegando por una nación, el río desde hace más de 3.500 años devino “en el eje territorial y de intercambio comercial de los primeros pobladores, cazadores y recolectores (3.500 años A.C.), grupos de agricultores (2500-200 A.C.) y sociedades complejas (200 A.C.- 800 D.C)”. La información de la época colombina nos la proporcionaron inicialmente los exploradores españoles y algunos científicos europeos como Alejandro Humboldt.

La primera fase es descrita por el diplomático y explorador francés Gaspard Mollien en su libro Viaje por la Republica de Colombia, así: “Por todos estos sitios – los puertos del río – la navegación se hace en balsas que tienen por quilla un tronco y cuyo puente y bodega están hechos de caña. Cuando un pobre agricultor se dispone a ir a Honda construye a toda prisa una balsa, carga en ella algunos sacos de cacao, instala a su mujer, pone a su lado el perro y dirige por entre los rompientes del río la frágil navecilla que lleva sus esperanzas y a su amiga, cuya mantilla de tela de algodón, izada a veces en lo alto de un palo, se hincha e impulsa la marcha de la embarcación”7.

Efectivamente, a partir de la segunda mitad del siglo XIX los medios de transportes primitivos como balsas, bongos, impulsados por las piernas y brazos de los bogas, comenzaron a ser desplazados por las canoas, botes y buques de vapor. El máximo desarrollo del comercio utilizando este medio moderno se dio a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Está época vivió una intensa competencia entre empresas financiadas y gerenciadas por extranjeros y colombianos.

Girardot en los inicias del XX

La pequeña aldea llamada la Chivatera en la segunda mitad del siglo XIX por el gran desarrollo económico logrado en su condición de puerto del río Magdalena y por la exportación del café devino el municipio de Girardot, ciudad de gran dinamismo comercial.

“En 1907, como afirma Boris Ivelic, el ferrocarril de Girardot conectó a Bogotá con el puerto y, a través del río Magdalena, con el mundo. Girardot en su carácter de puerto fluvial, férreo y más tarde aéreo abrió las puertas al desarrollo económico y agro exportador de la región de Cundinamarca… Girardot fue cuna de la navegación aérea comercial al recibir, el 19 de octubre de 1920, el vuelo inaugural desde Barranquilla del hidroplano ‘Colombia’ de la Sociedad Colombo Alemana de Transporte aéreo, Scadta”8.

1 Francisco José de Caldas. Semanario del Nuevo Reino de Granada 1797
2 El río Magdalena desde las representaciones de los viajeros 1850-1852. Transitar para representar, representar para domesticar. Yenly Margarita Arias Chaves. Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Numero especial noviembre de 2017. Pág. 6
3 Ídem. Página 13
4 Ibid. Pág. 10
5 Ibid. Pág. 11
6 Ibid. pág. 12
7 Pag…
8 Boris Ivelic, Edinson Segura, Etalt Historia del río Magdalena desde la ciudad de Girardot hasta la ciudad de Barranquilla. Valparaíso Chile. Segundo semestre 2015. P.1

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