domingo, agosto 17, 2025
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El primero en gritar: ¡Libertad!

No fue nuestro libertador Simón José Antonio de la
Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte Andrade y Blanco

Pablo Oviedo A.

No, no se trata del Gran Libertador de cinco países de América Latina. No fue él, el gran inspirador de grandes revolucionarios como Fidel Castro, Ernesto Guevara, Hugo Chávez, Camilo Torres y del actual presidente Gustavo Petro Urrego.

Antes que todos ellos, existió un gran hombre que no solo gritó con toda la fuerza y la capacidad de sus pulmones la palabra ‘libertad’, dotándola de dignidad, igualdad, justicia y derechos para los oprimidos, sino que también luchó para hacerla realidad en el suelo colombiano. Su nombre, baluarte de nuestra historia libertaria, es Benkos Biohó.

El origen 

El negro Biohó nació en 1550 en Islas Bijagós, Guinea portuguesa, África. Allí fue secuestrado y esclavizado, junto con millares de sus congéneres de piel negra, por traficantes de seres humanos. Posteriormente, fue trasladado a la ciudad de Cartagena de Indias, donde fue vendido como mercancía y sometido a trabajos forzados, bajo tratos inhumanos y humillantes.

Su esposa era la reina Wiwa, con quien fue apresado, junto a su hijo mayor, Sando, y su hija Orika. Los bijagos ─la etnia a la que pertenecía Benkos Biohó─ eran considerados por los esclavistas como un pueblo rebelde, reacio a ser esclavizado. Por ello, muchos de sus miembros, al ser capturados, preferían suicidarse cuando los llevaban en los barcos de la infamia, si no lograban escapar.

En aquella época de horror, los esclavos eran vendidos como objetos de libre comercio. Quien los vendía los marcaba con un hierro caliente en la espalda, y quien los compraba los volvía a marcar con un hierro en el pecho.

Para comprar un esclavo lo primero que se tenía en cuenta era la edad, entre más joven, su precio era más alto. También era importante su porte, su dentadura, su potencial fuerza de trabajo, con su potencial reproductor, esto último porque se buscaban negros que fuesen una especie de padrotes para que preñaran a la mayor cantidad de negras posibles, las que parirían nuevos esclavos que aumentarían la fortuna de los amos.

Resistencia y fundación

Pero Biohó no se resignó a vivir como esclavo y escapó junto con otros hombres y mujeres esclavizados. Aquiles Escalante, en su artículo Palenques en Colombia, documenta que Benkos Biohó “se puso al frente de una expedición de treinta hombres esclavos negros que salieron de Cartagena con dirección al arcabuco y ciénaga de Matuna, al sur de la villa de Tolú, pero por diversas circunstancias y vicisitudes recalaron no muy lejos de la ciudad amurallada, donde fundaron el primer pueblo libre de América, que fue bautizado San Basilio de Palenque”.

Allí, todos los fugitivos organizaron su subsistencia, formas de trabajo, ciertas formas de organización social, política y económica, tratando en lo posible de conservar sus costumbres, sus lenguas, sus tradiciones.

Biohó, como líder visible de los esclavizados que habían huido, organizó la defensa ante posibles ataques de los esclavistas o de quienes se consideraron como sus amos y propietarios. Para ello, estimó necesario que el palenque tuviese un capitán general y nombró a uno, de nombre Lorencillo. Además, determinó la existencia de un teniente de guerra, un alguacil mayor y un tesorero. También permitió la existencia de un zahorí, que en términos prácticos fungía como guía espiritual.

Ejército cimarrón 

Organizaron un Ejército de cimarrones ─nombre que recibían los esclavos que huían de sus amos─ y pasaron a la ofensiva, emboscando patrullas del Ejército español con notable éxito. Estas acciones ocasionaron muchas bajas en las tropas coloniales y les permitieron apoderarse de sus pertrechos y armamento.

Estos esclavos brindaron refugio a otros negros que lograban escapar de las cadenas y de sus verdugos españoles y criollos. Para comunicarse, recurrieron a la malicia primitiva que consistía, entre otras tácticas, en el uso de los peinados trenzados de las mujeres para alertar a sus semejantes. Además, estos peinados servían para plasmar mapas con rutas de escape, escondites y evadir a los adversarios durante las huidas.

Fue tal la fuerza y grandeza del ejército de Biohó, que sirvió para respaldar y acometer la fundación de otros palenques. Las múltiples derrotas que infligió al Ejército español, obligaron a los jerarcas de estos a negociar con los negros que se declararon libres.

La traición del poder

Pedro Simón, en su crónica Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, relata que, luego de los acuerdos, Biohó “andaba con tanta arrogancia que demás de andar bien vestido á la española, con espada y daga dorada, trataba su persona como un gran caballero”.

Sin embargo, poco después de firmados los acuerdos, los españoles, los criollos y los dueños de las grandes haciendas, traicionaron a Biohó y a sus compañeros de lucha: los persiguieron, los apresaron, los vejaron, los asesinaron.

Benkos Biohó fue asesinado en 1621 y su legado aún perdura, así como como el pueblo de San Basilio de Palenque. Biohó fue un libertador muchos años antes que Simón Bolívar.

Bolívar, 200 años después de Biohó

Recordemos que las gestas de Bolívar por la libertad de Colombia ─que para aquella época se llamaba Nueva Granada─ comenzaron con la campaña que se inició el 27 de mayo de 1819, la cual se consolidó con la travesía de los Andes por parte del Ejército libertador. Durante esta campaña sostuvo varias batallas contra los españoles, siendo la más decisiva la de Boyacá el 7 de agosto de 1819. Esta victoria significó el derrumbe del poder militar español y permitió a Bolívar y sus tropas liberar el territorio que actualmente es Colombia y del que sería más tarde la República de Venezuela.

Equivocadamente, en nuestros colegios y escuelas nos enseñaron que la libertad se iniciaba con firmas, espadas y discursos que muchas veces fueron loas y magnificación de la figura y de los hechos de los brutales y criminales invasores.

Por eso cuando escuchen la canción Rebelión de Joe Arroyo, que inicia con “En los años 1600 cuando el tirano mandó, las calles de Cartagena esta historia vivió”, recuerden que no es solo una canción. Es un llamado a la memoria, una invitación a investigar y a descubrir esa historia no escrita ─y tan veces silenciada─ que no se enseña en las aulas de nuestro país.

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