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El legado de Enrique Buenaventura

Del 20 al 29 de septiembre, se realizó en Cali el Festival Internacional de Teatro, FIT, con el lema “escenarios por la vida y la reconciliación”. En él se realizó un homenaje a uno de los grandes maestros de este arte en Colombia

Santiago Arturo Rodríguez Bustos

Como es habitual, al hablar de teatro, es fundamental recordar a Enrique Buenaventura. En esta edición del FIT, se hizo un homenaje a su vida y obra. El logo del festival presenta un árbol, cuyas raíces se entrelazan con todos, simbolizando cómo el legado del teatro se mantiene vigente. Además, hace referencia a la “mangífera” donde descansan las cenizas del maestro Buenaventura.

En el 2016, el excepcional trabajo de Enrique Buenaventura como dramaturgo y poeta caleño contribuyó a la renovación, permanencia y consolidación del arte escénico, no solo en Cali, sino en toda Colombia.

Buenaventuranzas

Con su particular visión de la realidad del país que lo vio nacer, crecer y luchar, Buenaventura dejó un legado inmenso e invaluable. Son incalculables las vidas que han sido impactadas por su influencia y que continúan nutriéndose de buenaventuranzas.
Sin embargo, la comprensión de la figura del hombre de las poesías, del caballero de las andanzas y del maestro del Nuevo Teatro ha sido una tarea irremediablemente postergada.
El olvido que ha rodeado a Enrique puede atribuirse a diversas causas, como su militancia política o los interés de los monopolios culturales del país.

Ante esta indiferencia, es fundamental recuperar y revalorizar la figura del Poeta del teatro, así como entender el impacto que tuvo su personalidad, su vida cultural y política ligada en el país. Sus conocimiento y saberes, sus obras y su ejemplo siguen siendo fuente de valiosas enseñanzas. ¿Qué mejor momento para rescatar su legado que en este período posterior al Festival Teatral?

Poeta, trashumante y comunista

Desde muy joven, el maestro Buenaventura destacó en la dramaturgia por su acérrima convicción y su ansia de experiencias. Terminó sus estudios de bachillerato en la ciudad de Cali, en el colegio Santa Librada. Durante su etapa universitaria, estudió Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Colombia, dejando de su ciudad natal para conocer nuevos horizontes.

Nunca se acomodó a las prácticas académicas; se la pasaba en los cafés de la ciudad, hablando con sus profesores y otros intelectuales de la época. Las aulas nunca lograron encerrar su espíritu libre, creador y revolucionario. Fue en su andar la ciudad y el país donde encontró su verdadera escuela.

Viajero y creador

El maestro poseía un ímpetu por vivir experiencias y conocer la vida en su realidad práctica.

Este impulso lo llevó a recorrer toda Colombia, donde conoció las vivencias de las comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas. Al ver y experimentar sus realidades, se vinculó estrechamente con las luchas de estas comunidades históricamente explotadas y oprimidas. Su incesante deseo de aprender lo llevó a seguir viajando por toda Latinoamérica y Europa.

En su retorno al país de la belleza, venía rebosante de experiencias culturales y saberes vivenciales. Llegó convencido que nuestro pueblo latinoamericano estaba anclado en una historia de más de cinco mil años y que los seres que habitan este territorio estaban atravesados por una riqueza cultural inabarcable.

Es a partir de este convencimiento que despliega su labor artística y militante, dos cuestiones fuertemente entrelazadas según su visión. Se convertiría en el director y fundador de la facultad de teatro en Bellas Artes y, posteriormente, organizó distintos grupos de teatro, lo que culminó en la creación del legendario Teatro Experimental de Cali, TEC.

La creación colectiva

En este espacio, implementó su propuesta revolucionaria del teatro, conocida como el método de creación colectiva. Esta perspectiva se fundamenta en una comprensión democrática de la obra teatral, priorizando la formación, la discusión y la crítica como pilares esenciales para la creación y presentación de las obras.

Esta noción revolucionaria de la producción creativa se basa en el principio de la socialización de esta. Actores, directores, escenógrafos, músicos e incluso espectadores desempeñan un papel decisivo en la creación. Se trata de un enfoque horizontal de crear, brindando a los directos implicados en el proceso la capacidad de decidir sobre él.

Un rojo corazón.

El método de creación colectiva está fuertemente ligado a su formación como comunista. Su militancia en el Partido Comunista Colombiano, PCC, fue aspecto fundamental en su vida, permitiéndole la posibilidad de vincularse con las luchas que, desde joven, habían dejado una impronta en su rojo corazón.

El Partido pudo brindarle las herramientas ideológicas que permitieron gestar la idea de la creación colectiva, la visión del teatro como herramienta de formación y el papel político del arte. Los saberes de Buenaventura pueden leerse desde el marxismo y su praxis artística es prueba de ello.

Su legado.

El acervo creativo de Enrique se expresa en cientos de escritos que abarcan desde poesía y ensayos, hasta obras de teatro y adaptaciones. Estas aún se mantienen vigentes, con su mensaje crítico, con su valor político que enfrentó al dramaturgo caleño a diversas persecuciones y censuras. No obstante, su espíritu rebelde y creativo nunca cedió ante la opresión.

Por este motivo, hoy y siempre, tanto el FIT, el TEC, el Partido y los colombianos deben rendir homenaje a esta notable figura. Su labor por la cultura y la revolución estarán siempre presentes en el devenir de la historia nacional.

Enrique Buenaventura siempre será recordado como el joven al que, como decía su hermano, le “salía poesía por los poros”. Fue él quien revolucionó el teatro al convertir el poema en acción.

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