jueves, abril 18, 2024
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El barrio Galán de Ibagué también fue obra de comunistas

Nelson Lombana Silva

Relato del camarada Evelio Villarreal Herrán:

Camarada Evelio Villarreal Herrán: Un comunista de verdad. Foto Nelosi
Camarada Evelio Villarreal Herrán: Un comunista de verdad. Foto Nelosi

“Fui uno de los fundadores del barrio Galán. Sin embargo, debo comenzar diciendo que no es el barrio Galán a secas, se llama José Antonio Galán, en homenaje a ese prócer que se sacrificó por los intereses de los más humildes de Colombia. Hay que recordar que fue descuartizado y las partes de su cuerpo regadas por varias poblaciones con el único fin de que el pueblo escarmentara y no exigiera sus derechos. Son las primeras manifestaciones de lo que se conoce hoy como terrorismo de Estado”.

“En alguna oportunidad le hablé de la violencia de 1948 cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán. Fue una violencia tan dura que desplazaron a miles de campesinos hacia las ciudades, especialmente hacia Ibagué. Para aquella época aciaga ya militaba en la Juventud Comunista (Juco), gracias al compañero José Neira, quien fue el que me reclutó para esta organización y más tarde para el Partido Comunista, compañero que todavía vive para gloria de la lucha revolucionaria”.

“Recuerdo a José Rojas, que era el cantante vallenato. Yo tocaba los timbales. Esta actividad musical la hacíamos cuando la invasión grande del denominado El Yunque que es hoy día el Federico Lleras Acosta, barrios Nacional, Santander, parte del barrio Los Mártires y otros que se me escapan ahorita”.

“Estaba en la presidencia de la república Alberto Lleras Camargo, que lo sacaba Voz Proletaria en esa época con cancanes bailando del período del Frente Nacional, que acordaron cuatro años los rojos y cuatro años los azules”.

“Por lo demás, en este barrio hacíamos los ranchitos en esterilla y cartón, los cuales eran tumbados por la policía dos y tres veces en la noche. No respetaban la banderita colombiana que el Partido Comunista orientó a través de la junta de mejoras públicas buscando la protección de éstos. No respetaban la bandera nacional. Sin embargo, la gente no aflojaba. No se rendía. La vivienda era una necesidad prioritaria que el Estado no ofrecía”.

“En esas condiciones, el gobierno municipal ofreció bajo el imperio de la amenaza una posibilidad: Que si no se aceptaba la finca Piedra Pintada, se aceptara la finca El Danubio. De lo contrario el gobierno no respondería por las medidas represivas que habría de tomar. Si no estoy mal en fechas, fue terminando el año de 1959”.

“Después de una amplia discusión entre la comunidad con el liderazgo del Partido Comunista en cabeza del camarada Pedro Ignacio Villamarín, que era el secretario político; también estaban los camaradas Alfredo Malo, un camarada de apellido Tafur, entre otros, acordamos aceptar la propuesta de la finca El Danubio. Yo era directamente el invasor porque mi padre ni siquiera quería ir a firmar los papeles para legalizar el presunto lote que nos iba a tocar”.

“El gobierno nacional organiza el Instituto Colombiano de Crédito Territorial, que en esa época jugó un papel muy importante en lo que respecta a la vivienda de interés social. Este instituto trazó las calles, las avenidas, los sardineles. Los inodoros eran letrinas de hoyo como se hacen en el campo; teníamos problemas con el agua. Hizo cuatro casetas comunales, donde iban las señoras a lavar la ropa y nosotros nos íbamos también a bañarnos”.

“A pesar de la lucha unitaria del Partido, de todas formas resultó la división al expresarse la derecha llamada en esa época Los Pájaros, o sea, los de orientación conservadora y amangualados con los gobiernos de turno nos hicieron la guerra, comenzando por el nombre que le habíamos dado al barrio que poco a poco se iba levantando, decidieron que la parte alta se llamaría Kennedy en homenaje al presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. Eso generó muchas luchas, muchas discusiones y muchos malos entendimientos”.

“Posteriormente, vino el problema de la energía eléctrica. Centrales eléctricas pensaba explotarnos de tal manera que las redes teníamos que pagárselas. Nuestra junta de acción comunal dirigía por el Partido Comunista se opuso radicalmente. Dijimos: ‘El que monta una tienda tiene que surtirla’. Los divisionistas de extrema derecha, confabulados con el cura párroco Gaitán Mahecha, quien después fue expulsado de la Iglesia al ser acusado de haber violado unas niñas que iban a entonar sus cantos religiosos”.

“Este cura confabulado con la extrema derecha exacerbó tanto los ánimos en el barrio que originó la muerte de un compañero nuestro de nombre Rafael Montaña, a quien le pegaron 17 machetazos llegando a su casa durante la noche”.

“Lo primero que montó el gobierno en este país fueron las Juntas de Mejoras Públicas, las cuales tenían de alguna manera orientación de izquierda. Como respuesta a ello, la derecha sacó el cuento de la Junta de Acción Comunal. Así es como siete u ocho ‘pajarracos’ se reunían muchas veces de noche en cualquier casa y montaban una Junta de Acción Comunal y la legalizaban sin ningún problema. La discusión se abrió sobre el particular. Consideramos que ellos no eran representativos y tomamos la decisión de ponernos al frente a organizar la Acción Comunal”.

“Eso fue un domingo, hace 50 años. Invitamos al personero, al representante de la Junta de Acción Comunal, indicándoles que cierto día nos reuníamos para constituir esta junta de acción comunal. Hicimos las planchas. En esa oportunidad fui elegido secretario. Recuerdo las colas hasta de dos cuadras de los habitantes para depositar su voto. Fue un acto democrático y bastante participativo, mucha alegría y entusiasmo, porque queríamos mucho a nuestro barrio”.

“Incluso, alcanzamos a tener un concejal por la Unión Nacional de Oposición (UNO): Enrique Cárdenas, un arriero del municipio de Cajamarca, de filiación liberal, pero que al tener contacto con los estatutos y el programa del Partido terminó siendo un gran dirigente del Partido Comunista Colombiano”.

“El representante de las Juntas de Acción Comunal no asistió a la convocatoria, el personero municipal fue testigo de lo que se hizo. Sin embargo, no nos validó la junta de acción comunal. Inclusive, esa semana siguiente nos robaron el equipo, seguramente estos mismos tipos encabezados por un señor de apellido Marín y de profesión zapatero. Al saber del robo montamos la seguridad revolucionaria y no les dimos tiempo a que sacaran el equipo del barrio, lo encontramos en un rastrojo oculto, seguramente para sacarlo a la madrugada. Lo rescatamos”.

“Tuvimos muchas dificultares pero lo sacamos adelante. Fue un barrio muy importante y activo. Fue tildado de barrio rojo, lo mismo que consideraron al barrio Gaitán en su momento por el liderazgo que jugó en su construcción el Partido Comunista”.

“Hay una anécdota que pocas veces la he contado. Yo era un muchacho joven, loco, pero con firme disciplina de izquierda, de la Juventud Comunista. Era el encargado de organizar las fiestas decembrinas en el barrio. El año viejo era una tradición especial, hacíamos el muñeco, sacábamos la viuda, los huerfanitos, lo sacábamos en una guadua ‘muertos’, los cuales paseábamos por todas las calles del barrio Galán y la gente muy contenta nos colaboraba con dinero para que compráramos la pólvora”.

“Nos dábamos el lujo de hacer fiestas de toda una semana, sin exagerar. Organizamos el conjunto musical Los Galaneros, conjunto que llegó a tener acordeón, timbales, tumbadora, maracas, carrasca y también tuvimos un conjunto de cuerda, tuvimos violín, guitarra. Era un barrio muy organizado y alegre. Realmente a mí me da nostalgia al recordar todas esas historias”.

“Sin tener ningún tipo de conocimiento de teatro, porque, como se lo he contado, yo no tuve educación, no tuve la oportunidad de estudiar, mi estudio fue un año de primero y medio de segundo. Sin embargo, resulté haciendo hasta teatro. Organizamos a los muchachos y era la diversión de la gente. No había alumbrado público, a la entrada al barrio había un chircal, donde hoy hay un colegio. Nosotros hicimos primero una cancha de fútbol. Esa idea murió y nació la de construir un colegio. Frente a este colegio existió un chircal que era donde hacíamos las fiestas, los festivales, para financiar la Junta de Mejoras Públicas y luego, la Junta de Acción Comunal”.

“La anécdota fue para un 28 de diciembre, el día de los santos inocentes. Acordamos dentro de la junta que íbamos a celebrar los inocentes; se nos ocurrió que el muerto de año viejo que era tradicional, lo ubicáramos en un sitio estratégico, sitio por donde hoy pasan los vehículos hacia el barrio Kennedy, antes pasaba por allí la ruta 40, ahora pasa la 14. Ahí colocamos el muerto”.

“Toda la noche estuvimos trabajando sobre eso, fuimos al matadero del barrio Combeima y nos regalaron sangre de res, que la recogíamos para hacer claros, y se la regamos al ‘muerto’ y le enterramos un cuchillo y nosotros nos subimos en un alto, alto ahora convertido en avenida y urbanizado. En ese tiempo era zona verde”.

“El plan era que nosotros dejábamos a un compañero en la esquina para que ninguno fuera a intervenir a tocar el presunto muerto. Enrique Cárdenas, el presidente de la junta, a las cinco de la mañana o antes daría la noticia con aspaviento de que había habido un asesinato”.

“Lo que no acordamos con certeza era quién sería el muerto. La sorpresa fue para mí, porque se barajaron varios nombres: Si se decía que era Carlos Quebrada, era el hijo de unos viejitos, viejitos que me quitaron muchas hambres a mí: doña Aurita y don Carlos Quebrada, era antioqueño pero de piel oscura, era bien negrito, la señora era una paisa. De ellos, aprendí el cuento de fríjoles y arepa, porque en muchas veces me preguntaban: ‘Evelio, ¿Ya almorzó?’, le contestaba: ‘Para qué le digo mentiras: No he almorzado’. Entonces me contestaban: ‘Espere y come fríjoles con arepa’”.

“Así las cosas, era imposible nombrar a Carlos Quebrada o a Chucho Quebrada, eran sus hijos. Pensamos que de pronto le daba un infarto a los viejitos; entonces pensamos en Alejandro Ríos, que hace poco murió, tampoco porque él tenía su señora; que Edilberto Puentes, que fue presidente vitalicio, quien desafortunadamente, después de ser el gran rezandero, a los de Juco nos gustaba llevarlo a los velorios porque rezaba como un sacerdote. Era especial para eso. Lamentablemente lo cogieron los liberales y lo encarrilaron por ahí al parecer por nuestro descuido. Si decíamos que era él, pues también tenía a sus hermanos”…

“El único pendejo fui yo; vivía solo cuidando la casa porque mi papá y mi mamá no se amañaban por el sector. Llegó la hora y se dio la noticia: ‘Atención, le vamos a dar una noticia muy fea, acaban de asesinar al compañero Evelio Villarreal Herrán’”.

“Nosotros estábamos arriba, en el barranco con Puentes, Quebrada y otros. Yo sentí un corrientazo muy tremendo. Sin exagerar un milímetro: Parecía un hormiguero la gente en las calles. Unos salían en calzoncillos, otros con pijama; unos llorando, otros indignados. El compañero que dejamos abajo no dejaba pasar a nadie hasta tanto no llegara la policía para el levantamiento del cadáver”.

“Cuando llegó mucha gente, prácticamente todo el barrio, el compañero Enrique Cárdenas, dijo: ‘El asesinato del compañero Evelio Villarreal Herrán, pásela por inocentes’. Se presentaron todo tipo de reacciones: Unos se pusieron bravos conmigo, otros incrédulos me abrazaban. Eso fue la borrachera más verraca ese día. Todo el mundo contento porque a la final era una broma”.

“Esos inocentes creo que no se volvieron a hacer con tanta fuerza en el barrio, ni en ninguna parte. La verdad tenía una importancia entre la comunidad porque era el muchacho loco que organizaba, divertía, cantaba, animaba en los festivales con Edilberto Puentes. Decía muchas palabras mal dichas, pero en la época caía bien entre la gente”.

“Posteriormente, me quedé un poquito. A raíz de la sacada de la gente de esa invasión se dio el barrio Yuldaima que también fue construido por el Instituto de Crédito Territorial y también el barrio Kennedy. Era cuotas muy baratas: A 25 pesos era la mensualidad y sin embargo había gente irresponsable que no pagaba y se dejaba quitar el lotecito para la casita”.

“Pero lo otro era que, como era tan grande la necesidad de vivienda, la tal amenaza de que nos iba a ir muy mal, salíamos unos del barrio El Yunque y llegaron otros con sus trasteos. En conclusión: El crecimiento de Ibagué se debe en buena parte a esas tomas de tierra como fue la finca El Yunque, que hoy en día es el Federico Lleras Acosta, el Santander, el Boyacá, el Nacional, parte de Las Palmas y parte del barrio Los Mártires y la invasión del barrio Gaitán que también fue una cosa muy grande y se le debe principalmente a la lucha del Partido Comunista que es el Partido que lucha sinceramente por la vivienda, por la educación, la alimentación, etc.”.

“Es el Partido que denuncia las injusticias sociales, llama al pueblo a organizarse y a buscar la democracia y la paz con justicia social. Busca una vida digna para todos y todas”.

“Por eso el Partido Comunista ha sufrido tanta persecución del gobierno, de los militares y de los paramilitares. Por eso hoy recordamos a cinco mil miembros de la Unión Patriótica cobardemente asesinados con la complicidad del gobierno y sus fuerzas militares y paramilitares. Recordamos a los camaradas Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo Osa, José Antequera, Demetrio Aldana del municipio de Planadas, quien cayó asesinado por el santofimismo porque Demetrio era el contrincante del candidato que colocaba Santofimio. Con todo eso, hoy estamos contentos porque se volvió a reconocer la personería jurídica a la Unión Patriótica”.

“Con ese palmarés de lucha esperamos que los amigos que nos conocen y saben que no tenemos pelos en la lengua y tenemos una frente limpia para mostrar, apoyen decididamente al compañero Carlos Lozano por el movimiento Alianza Verde número 38, nuestro querido paisano. Cuando yo era de la Juventud, estaba con él, porque él era el secretario político y yo de organización, no tanto por mis capacidades sino porque era el muchacho de la construcción, el obrero”.

“Por eso, me tuvieron en cuenta y para satisfacción nuestra Edilberto Puentes me invitó a celebrar los primeros 40 años del barrio hace creo nueve o diez años y gracias a la enseñanza del Partido y mis capacidades pude llegar con un conjunto musical y departir con mis amigos al calor de los recuerdos”.

“Durante mi intervención recordé a las personas veteranas que habían muerto diciendo que si no hubieran muerto estarían con nosotros celebrando, que eran personas buenas. Eso dio motivo para que Edilberto Puentes se pusiera a llorar. Eso fue un espectáculo. Nadie se imagina esos momentos. Compañeras que ya no recordaba de ellas me solicitaban que me tomara una foto con ellas, amigos”.

“Mejor dicho: Me trataron como si yo fuera una gran líder. Eso para mí fue una gran satisfacción. Pude comprobar que las cosas que hacemos los comunistas no quedan en vano y que por más obstáculos que el sistema le coloque, tarde o temprano sale a flote y llega al corazón del pueblo en su totalidad. No estamos los comunistas arando en el desierto”.

“Sé que voy a morir primero que usted. Sin embargo, cuando usted muera mucha gente tendrá que reconocer su trabajo intelectual y periodístico que viene desarrollando incansablemente. Es una labor meritoria, revolucionaria e importante que exige mucho valor y capacidad. Soy periodista empírico también. Para un 1 de mayo en Bogotá en una gran manifestación de la central CSTC que fue la central que disolvieron para dar origen a la CUT. Yo estuve delegado en ese congreso constitutivo de la CUT, donde el demagogo de Angelino Garzón se echaba unos discursos importantísimos para los trabajadores y fueron muy aplaudidos”.

Estuvimos con Héctor González, Pedro Bolaños Batista, creo que de Ibagué fuimos unos diez. Yo me subí a esa tarima como de tres pisos o cuerpos de andamio y por allá le tomé un reportaje al compañero Justo Pastor Pérez, que era el presidente de la CSTC y acá me pasaron esa entrevista por la Voz del Tolima. Por eso reconozco el trabajo que hacen los periodistas, especialmente los periodistas del Partido Comunista como lo es Nelson Lombana Silva”.

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