miércoles, enero 22, 2025
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Economistas y reforma laboral

Los programas de flexibilización en el mundo del trabajo carecen de rigurosidad técnica y de validez conceptual. Para contrarrestar este modelo, el proyecto que impulsa el Gobierno nacional fortalece los salarios y los niveles de consumo

Oscar Esteban Morillo Martínez (*)

La posición dominante de los economistas, opinólogos profesionales e incluso algunos tecnócratas, sostiene que la contratación de trabajadores depende de los costos asociados a esta acción. Es decir, los costos laborales son los que determinan el nivel de empleo.

Por lo tanto, si un trabajador es muy “costoso” para las empresas, estas optarán por despedirlo o no contratarlo, ya que esto reduce su margen de ganancia y, por consiguiente, el incentivo para emplearlo. Por este motivo, se han opuesto de forma tan vehemente con el avance de los derechos laborales. Lo que está detrás es la teoría económica marginalista-neoclásica que plantea la existencia del mercado laboral y su equilibrio determinado por la intersección entre las curvas de demanda y oferta de trabajo.

Esta teoría ha sido foco de críticas, como los debates del capital de Cambridge que tuvieron lugar en la década de 1950. Sin embargo, sigue siendo parte fundamental de la filosofía económica de los hacedores de política pública, de la academia y del sentido común de la sociedad.

Informalidad y desempleo

La teoría económica neoclásica comprende la informalidad y el desempleo como un fenómeno producto de la ineficiencia de los mercados laborales para alcanzar un ajuste de pleno empleo, tradicionalmente se alega que la culpa de estas ineficiencias es consecuencia de la intervención estatal a través de la legislación laboral.

Este análisis normativo implica que los trabajadores informales son aquellos que desean rehuir de las legislaciones laborales para mantener un determinado nivel de rentabilidad y, de no ser este primer caso, son aquellos que se encuentran desempleados o subempleados porque el salario mínimo impide su inserción en el mercado laboral formal.

De la misma forma se realiza el análisis respecto al desempleo. Para esta escuela económica esta situación se debe a un mercado de trabajo que se encuentra restringido para alcanzar niveles de plena ocupación debido a los obstáculos sobre el mecanismo de precios, por ejemplo, el salario mínimo.

Esta noción normativa proviene del modelo Arrow-Debreu. En este mundo ideal de equilibrio general, el desempleo es exclusivamente voluntario, en tanto los trabajadores que no están ocupados toman esta decisión debido a que valoran más su tiempo de ocio que de trabajo.

Por lo tanto, cualquier intento estatal de intervenir los mercados laborales en pro del trabajo producirá ineficiencias que impidan la contratación de trabajadores que estaban dispuestos a laborar con respecto al salario fijado por el mercado.

La política pública

Se cree, entonces, que la “imposición” de un salario mínimo y la legislación laboral en favor del pueblo trabajador son intervenciones sobre los mecanismos de precios que generan ineficiencias económicas, por lo que la teoría marginalista postulará la paulatina flexibilización y eliminación de la legislación laboral que implique mayores costos de contratación para los capitalistas.

Por este motivo, es claro que cualquier intento de restaurar o fortalecer los derechos de los trabajadores se encontrará con una feroz reacción por parte de los sectores empresariales y tecnocráticos del país.

En este sentido, la legislación y el avance de gobiernos reaccionarios tienden a la eliminación de los sindicatos y de los salarios mínimos. También, se promueve la privatización de los esquemas de seguridad social como manera de solucionar las asignaciones ineficientes del mercado debido a la naturaleza pública o colectiva de estos organismos, por ejemplo, la desnacionalización de los regímenes pensionales y de salud.

Estas privatizaciones corresponden a una disputa económica por el excedente económico, sobre todo aquel representado por el papel del Estado a través de la política social o a través de la política pública y la provisión de servicios públicos.

La crítica teórica

Ante esto, recordamos nuevamente que la posibilidad de ajuste de la teoría neoclásica se fundamenta sobre el mecanismo de la sustitución factorial, que requiere de la existencia de curvas de insumos bien comportadas (cantidad de un determinado insumo relacionada de forma negativa con su precio).

Sin embargo, los resultados de las controversias de Cambridge reflejaron la imposibilidad de definir una cantidad de capital (singular o agregado) independiente de las variables de distribución (tasa de ganancia). Esta polémica, también conocida como El debate sobre el capital, derrumbó el edificio teórico neoclásico a causa de la imposibilidad de garantizar el efecto sustitución, implicando una eminente falencia lógica.

Como consecuencia de todo esto desaparece el sustento teórico de la teoría marginalista neoclásica y muchas de las prescripciones hechas por aquellos seguidores de esta escuela. Esto significa que los programas de política que perseguían la flexibilización del mundo laboral carecen de cualquier rigurosidad técnica y no son más que propaganda ideológica sin ninguna validez conceptual.

Entender esto y rechazar el dogmatismo académico de los neoclásicos permite pensar en nuevas y plurales perspectivas teóricas que hagan posible una mejor comprensión de los fenómenos económicos y se mejoren las propuestas de política pública.

Por este motivo, la legislación laboral no es una explicación de los niveles de empleo en la economía, pues la contratación o no de mano de obra no puede depender de su precio, sino de las necesidades de producción de los capitalistas para satisfacer la demanda por sus productos. Es decir, el nivel de empleo termina dependiendo de los niveles de demanda efectiva.

Es claro entonces que buena parte de las críticas a la reforma laboral son infundadas y provienen de una teoría económica lógicamente incoherente y que debe ser rechazada en honor a la verdad y la ciencia.

Asimismo, el debate económico sobre la reforma laboral puede explorar otras teorías como la demanda efectiva keynesiana que ofrece una mejor explicación al fenómeno del empleo en el capitalismo contemporáneo, desvirtuando la idea que ocasionará desempleo o informalidad. Todo lo contrario, el proyecto es un impulso necesario para el fortalecimiento de los salarios en el país y, por ende, de los niveles de consumo.

(*) Economista. Doctorando en Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia. Profesor universitario

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