domingo, junio 30, 2024
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De cordilleras y asambleas: la necesidad de un programa mínimo

Dentro de los mayores retos del embrionario movimiento universitario en Bogotá figura la construcción amplia de los mínimos por los cuales se moviliza, teniendo que estos sean presentados, tanto a los estudiantes como al Gobierno

Andrés Bueno

En el Distrito nos encontramos con una gran diversidad de Instituciones de Educación Superior, IES, cada una con una gran amalgama de formas y composiciones, por ende, con multiplicidad de problemáticas. Lo que nos corresponde es el estudio detenido de estas en la búsqueda de los hilos comunes que nos llevan a concluir las problemáticas de fondo que generan estas situaciones tormentosas para los estudiantes.

Al consolidar las cuestiones generales, ya podríamos sentarnos en la construcción del quehacer político como programático, siendo que en la medida en que logremos unir al movimiento universitario bajo sus reales, como tangibles problemáticas, tendremos su respaldo. El estudiantado se encuentra bastante aburrido de profetas con recetas abstractas. Necesitamos interpretar lo que requieren las mayorías.

Para esto debemos robustecer los escenarios de discusión al interior de las IES como en la misma región, siendo la lucha cotidiana contra el sectarismo e infantilismo al interior de estos espacios lo que determinará su carácter plural y el debate crítico.

Lo que no puede continuar

Uno de los mayores retos contra los que se ha enfrentado el movimiento universitario en la actualidad ha sido la apatía de su comunidad, que aunque desarrolla un sentido crítico de queja a las falencias sistemáticas de la educación, rehúyen a los escenarios de discusión, movilización y propuesta.

La postura que debe ser combatida con toda ferocidad es la que aboga los llamados “grupos de organizados” que juzgan a las masas por su no participación, a la que, escudándose en este vicio, busca fragmentar todo espacio de discusión. Lo que debemos realizar es un análisis de la causa, ya que del producto el deber es asistir a una reunión distrital para obtenerlo.

Lo principal que podríamos plantear es un divorcio entre las organizaciones y el estudiantado que dicen representar. Se quedan precisamente en esto, en pretender interpretar una heterogeneidad tan amplia como lo es la universitaria, sin comprender los elementos comunes que movilicen al estudiantado, sin mantener la unión entre gremio y movimiento desvinculándose de la cotidianidad por mudarse a sus torres de marfil apartados de todo, en donde se dedican a conjurar las más extrañas formas de “revolución”.

La fortaleza del movimiento reside en su solidez interna para poder obtener el posicionamiento en lo exterior, comprender los puntos inmediatos para tener capacidad de maniobra ante los entes administrativos como estatales. Sentar la postura respecto a lo que se pretende reformar.

¡Arriba estudiantes!

También se trata de comprender lo que significa ser estudiantes, que el alumno como individuo desarrolle la propia conciencia de su papel en el mundo, en donde no es un proceso en el cual se está formando a sí mismo meramente para su tecnificación al mercado laboral, sino que es parte de un todo que requiere su participación en el cambio. Si bien el estudiantado es protagonista del mañana, uno de los mayores logros de la aprehensión de la lógica neoliberal es precisamente que el sujeto se conforme con ser un cliente en el sistema.

No debemos fijarnos únicamente en los problemas al interior del claustro, sino en el proceso de llegada al mismo, encontrándonos con una movilidad deficiente e inhumana. Inclusive, antes de salir de la casa, ya se encuentra frente a las problemáticas económicas que acarrean la mayoría de hogares colombianos, junto a todo lo que se le puede agregar en términos de la alimentación y útiles.

El problema de fondo viendo a la población estudiantil antes, durante y después de la asistencia a la universidad es el hecho de su manutención (que en últimas resulta ser la garantía de preservar su continuidad académica, evitando una gran deserción).

Lineamientos para su construcción

Entre los problemas ya en el orden de la universidad nos encontramos ante unas preguntas: ¿Para qué sirve la universidad en Colombia?, ¿quiénes acceden, ¿cómo lo hacen y para qué lo hacen? Después del ingreso, ¿qué sigue?, ¿qué representa dentro de la universidad?

La construcción de un programa mínimo en el distrito a forma de consenso, es sobre la base de responder estos primeros interrogantes. La discusión local son los insumos para el debate distrital, en donde estos mínimos deben ser de los estudiantes, en un proceso que se impulse sobre ellos mismos y no sobre pretensiones individuales.

Debemos tener presentes un rasgo. Aunque el ser estudiante es una característica común, no es lo mismo ser un estudiante de IES privada con crédito, que serlo con el estudio asegurado sin deudas por facilidades económicas; o ser estudiante sin compromisos o responsabilidades, a serlo con necesidades en el hogar o personas dependiendo monetariamente. Es decir, el programa mínimo claramente debe ser mejoras para las mayorías con un enfoque hacia las clases oprimidas.

Como universitarios, a lo largo de la historia siempre hemos nutrido los grandes procesos de oposición a las más férreas expresiones de la reacción y la falsa democracia. En el momento actual no podemos ser ajenos a esto. Nos encontramos claramente en un momento de reconfiguración en las fuerzas políticas.

En la actualidad el gobierno del cambio resiste al asedio orquestado por las fuerzas retardatarias. Hay que interpretar la situación de manera meditada y acertada. Nada de aventurismo o falsos vanguardismos, como han pretendido sectores del movimiento. Nuestra política debe ser la más ardua formación cualitativa en perspectiva de lograr disputarse verdaderamente la colectividad con propuestas acordes a nuestro momento.

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