lunes, diciembre 22, 2025
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Cuento de hadas para la depresión

“La idea del reciclaje también se puede aplicar al amor y a la pareja”, Jonás Trueba

Juan Guillermo Ramírez

En Volveréis, Ale y Alex han vivido en pareja durante 14 años y lo han hecho en tan buenos términos que, ahora que han decidido separarse, piensan organizar una fiesta con familiares, amigos y vecinos para ¿celebrarlo? ‘Como una boda, pero al revés’, no se cansan de aclarar a todos quienes los escuchan, como si esa ceremonia no fuera una chifladura ridícula y extravagante.

Y, por supuesto, sí lo es, pero en manos de Trueba y de sus dos actores protagónicos la premisa se nos presenta, como suele pasar en todo el cine del autor español, en una muy seria reflexión existencial y filosófica que, de todas maneras, no está exenta de humor, por más que sobre las discusiones y preparativos sobrevuelen las sombras –en forma de citas textuales y/o cinematográficas– de Kierkegaard y Bergman.

En “La búsqueda de la felicidad”, el filósofo Stanley Cavell analizaba muchas de las comedias de enredo clásicas de Hollywood para hablar del concepto de ‘comedias de rematrimonio’, esas películas en las que una pareja en problemas o en un punto complicado de su relación se mete en una serie de aventuras que la saca de su difícil situación amorosa.

El motivo de la fiesta

Cavell es citado, por Fernando Trueba, padre del director en Volveréis, comedia romántica de Jonás Trueba que revisita en modo autoconsciente, algunas de las ideas de las expresadas por Cavell en ese y otros libros. Es una de las tantas líneas en paralelo que recorren esta película, que cuenta una historia de amor y (des)amor y que, a la vez, lo analiza en tanto relato cinematográfico.

La propuesta es sencilla y partió en la vida real del propio Fernando Trueba, que acá interpreta al padre de Alejandra, una directora de cine que está editando su última película. Ale está en pareja hace quince años con Alex, un actor con el que suele trabajar, y ambos han decidido de común acuerdo cortar su relación y mudarse cada uno por su lado.

Y la película se inicia con la propuesta de llevar a cabo una idea en apariencia absurda: hacer una fiesta con esa separación. Se trata de una idea del padre de Alejandra que a ellos les parece simpática llevar adelante y deciden organizarla, poniendo fecha y todo. Lo que falta ahora es comunicarse con todo el mundo y contarles que se separarán pero que está todo bien y que harán una fiesta.

Volvereis se organiza en torno a lo que va pasando entre ellos mientras llaman por teléfono o se encuentran en persona con amigos, vecinos, colegas y hasta el plomero o el profesor de inglés para contarles las dos noticias. La primera, es dolorosa para todos. La segunda, los toma por sorpresa.

El trabajo de separarse

Es que nadie entiende bien el hecho de hacer una fiesta para celebrar una separación y muchos no creen que sea cierto. Lo de la fiesta. Y, acaso, lo de la separación también. ¿Se tratará de una broma? ¿De un experimento, de una película? De todos modos, la mayoría asegura lo mismo que dice el título de la película: que seguramente volverán a estar juntos.

Si eso de mantener el amor es una labor ardua y cotidiana, el espectador no tiene idea de lo que significa planear lo contrario, es decir, una separación como se debe, con todas las de la ley, con todo y celebración. ‘Separarse es trabajo’, dice alguien por ahí y en esta cinta –cuyo título tiene que ver con la escéptica y esperanzadora profecía del papá de ella, que no cree en la separación– Jonas Trueba nos propone, lúdicamente que cuando dos personas han estado juntas tanto tiempo la separación total nunca es completa y, acaso, ni siquiera es deseable.

En paralelo a estos encuentros Trueba añade otra capa a su película, una que la torna autoconsciente de sus métodos y mecánicas. El film que está editando Alejandra es el mismo que estamos viendo y, muchas veces, decisiones editoriales llevan a que el montaje se modifique ‘en vivo’, que cambien escenas, se altere la música o se analice –en un momento clave– si la película funciona o no.

Volveréis (que es lo que muchos les dicen, que volverán a estar juntos alguna vez) mantiene esa obsesión de Jonás Trueba por las citas, referencias, homenajes (por momentos un poco obvios o subrayados) a -en este caso- François Truffaut, Ingmar Bergman o Søren Kierkegaard, pero lo que impera en este caso no es la erudición ni la cinefilia sino la búsqueda y el riesgo.

Película filosófica

En un momento central de la película, el padre de la protagonista le muestra dos libros del filósofo americano Stanley Cavell: “El cine ¿puede hacernos mejores?” y “En busca de la felicidad”. Junto a estos aparece un volumen del texto de Søren Kierkegaard, “La repetición”. En los dos primeros libros, Cavell partió de la comedia americana de los años treinta para hablar de lo que definió como el recasamiento, es decir el encuentro entre dos personajes que rompen con un pasado para iniciar un presente a partir de la materialización de una nueva unión que es más libre que la anterior. En “La repetición”, Kierkegaard escribió una obra de carácter biográfico en la que después de vivir la separación con su amante Regine Olsen y materializarla en el libro “Temor y temblor”, apostó por el reencuentro como superación de la incertidumbre.

Se diría que es una película filosófica, porque Trueba les reserva un espacio en su mesita de noche a Kierkegaard y a Cavell, aunque lo es como lo podría ser el cine de Rohmer o el de Hong Sang-soo, en la medida en que el amor es un asunto del corazón, pero también del pensamiento, es un arrebato, pero también un interrogante. A un amor en proceso de deconstrucción le corresponde una película que parece construirse a sí misma en complicidad con nuestra mirada, con una ligereza en el tono que no está exenta de melancolía. Tal vez porque duda de sí misma con la honestidad con que sus personajes dudan de sus decisiones. Es una comedia romántica sin llegar a serlo. Afortunadamente.

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