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Cuando un revolucionario se va

Su dedicación al trabajo partidario, su disciplina revolucionaria y su carácter rebelde fueron esenciales en el crecimiento del Partido Comunista en distintos frentes de masas estratégicos

Jairo Rubio 

A la edad de 80 años ha partido el camarada Luis Eduardo Martínez Bello. Le sobreviven su adorada y entrañable hija Diana, sus hermanas Cecilia y Helena y su sobrino Alfonso Pardo, cuya madre Ana Sofía Martínez militó muchos años hasta su muerte en el Partido Comunista, particularmente en la célula de la compañera Cecilia Caballero.

Seguramente su militancia comenzó en la década de los años sesenta, vinculándose a la Juventud Comunista del regional de Bogotá siendo su secretario general, época donde se destacaban en el Partido los liderazgos de Hernando González Acosta, Manuel Cepeda Vargas, Mario Upegui, Yira Castro, Carlos Romero, entre otros.

Un batallador

Entre los años 1973–1975 fue delegado junto con Álvaro Oviedo ante la Federación Mundial de Juventudes Democráticas en Budapest, donde se fue formando política y humanamente en el marxismo-leninismo. Ya promovido a las filas del Partido Comunista Colombiano, fue elegido a la dirección en Bogotá y a su Comité Ejecutivo, siendo el responsable del Departamento de Organización, cargo que desempeñó por varios años.

Su dedicación al trabajo, su disciplina revolucionaria y su carácter fueron esenciales en el crecimiento del Partido en los frentes de masas como el magisterio, los sectores de la salud, de la cultura, bancario y financiero, el sector cooperativo y el sector sindical industrial capitalino con incidencia política en la periferia como Cazucá, allá por los lados de la represa del Muña.

Junto a Mario Upegui y el movimiento por la vivienda digna, jugó un papel importante en el desarrollo y fortalecimiento de los barrios Policarpa Salavarrieta, Buena Vista, Nuevo Chile, Las Colinas, El Dorado, entre otros. Lo vimos batallando aquella noche de 1984 en la toma de tierras del hoy barrio Atahualpa, localidad de Fontibón.

Por la paz

Eduardo Martínez ganó el reconocimiento de la militancia comunista a nivel local y nacional. En los años noventa fue elegido al Comité Central y a su Comité Ejecutivo, donde fue destacado como responsable del Departamento Financiero Nacional y también en el de Derechos Humanos.

Fue un hombre constructor de paz. Su desempeño fue esencial en los procesos para solucionar el conflicto social y armado. Con el surgimiento de la Unión Patriótica en 1984, fue secretario de organización del distrito, aportando con su conocimiento en la lucha de masas a la construcción de la UP en Bogotá, orientando eficientemente el trabajo de la primera Junta Distrital de la cual hice parte junto a Plinio Bernal, Israel Beltrán, entre otros.

El genocidio político, la violencia y represión criminal del régimen bipartidista contra el Partido Comunista y la Unión Patriótica, originaron la pérdida de sus respectivas personerías jurídicas en 2002. Al respecto, Eduardo Martínez se propuso junto con otros camaradas la recuperación de estos espacios políticos para continuar la lucha por la democracia con justicia social.

Educador revolucionario

Con el paso del tiempo, pero siempre firme al ideario comunista, Eduardo Martínez hizo parte del equipo de trabajo de la dirigente liberal Clara López Obregón, espacio donde defendió con ahínco el proceso y el Acuerdo de Paz firmado en 2016. Su vínculo con la USO, lo hizo como educador de derechos humanos principalmente en las zonas de influencia. Fue un formidable educador revolucionario.

Finalmente, Eduardo participó en el equipo de investigación encabezado por el camarada Jaime Caycedo sobre el genocidio político contra el PCC y la UP, que dio vida al documento Banderas Rojas de Libertad presentado ante la Comisión de la Verdad.

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