jueves, marzo 28, 2024
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Cómo se debe gobernar

La efectividad del poder no radica en ser hombres o mujeres

Ana Elsa Rojas Rey

Desde cuando se declaró el 8 de marzo como el día de las mujeres trabajadoras, se han abierto varios debates para definir cuál debe ser el papel de las mujeres en la vida pública y cómo llevar a la práctica política al ejercicio del poder, sin perder de vista que esta memorable fecha estuvo precedida de incontables batallas para conseguir parte del reconocimiento que se perdió, cuando en la sociedad primitiva ellas tenían una relación social preponderante, en la cual la jefatura femenina era el si tus o puesto que ocupaba, según Engels.

Desde la Revolución Francesa, el heroísmo de las mujeres en la independencia de sus países fue acumulando extraordinarias experiencias que es la suma de varios factores que las han favorecido especialmente en lo educativo, las acciones con respecto a la discriminación en positivo como la ley de cuotas, o leyes de cupos, o reformas en las legislaciones acompañadas por las luchas feministas y de mujeres y por las recomendaciones internacionales, lo que ha ocasionado un cambio en la cultura de la sociedad. Razón por la cual han llegado mujeres al poder.

Cargos presidenciales

Para el caso de Latinoamérica, una de las primeras mujeres que llegó a la presidencia de la república de Argentina fue Isabel Martínez de Perón, quien fue derrocada por un golpe militar (1974-1976). Lidia Gueiler Tejada fue presidenta interina de 1979 a 1980. Violeta Chamorro presidenta de Nicaragua en 1990, tras derrotar al actual presidente Daniel Ortega, con ayuda de los contras y los Estados Unidos. Rosalía Arteaga fue presidenta del Ecuador por dos días, se enfrentó a Fabián Alarcón, presidente del Congreso, quien la destituyó con apoyo del ejército. Janet Rosemberg Jagan, primera presidenta en la historia de Guayana 1997 a 1999.

Mireya Elisa Moscoso Rodríguez, después del derrocamiento de su esposo, llegó a la presidencia de Panamá del 1 de septiembre del 1999 al 2000. Cristina Fernández de Kirchner 2007 a 2011, reelecta. Laura Chinchilla, actual presidenta de la República de Costa Rica. Dilma Vana Rousseff, actual presidenta del Brasil. Michelle Bachelet en Chile. Es decir: en 40 años diez mujeres han ocupado el cargo de mayor responsabilidad de una Nación. Esto de por sí es muy importante para desestructurar el simbólico de que las mujeres no sirven para gobernar.

Sin embargo estas representaciones no son autonómicas, pues la mayoría de mujeres que llegan a estas posiciones relevantes reproducen los patrones ideológicos, culturales y políticos, con la concepción de someter a la fuerza a quienes las eligieron, olvidando las reivindicaciones de género. No reflejan en su accionar la composición social ni los intereses que dicen representar.

Igual ocurre en Colombia, donde un número muy importante de mujeres ha desempeñado cargos gubernamentales de alto nivel en la rama judicial, Congreso de la República, ministerios, presidentas de partidos. Sin embargo han sido muy pocas las que desde sus posiciones han representado intereses de las mismas mujeres y en pro de una sociedad más justa y equitativa.

Las más avanzadas experiencias de posicionamiento de las mujeres se han dado en gobiernos democráticos y progresistas gobernados por hombres, como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Sudáfrica, con Nelson Mandela, quienes han implementado políticas estructurales en las cuales las mujeres han tenido la posibilidad de tener acceso a sus derechos sin las restricciones que les imponen gobiernos que en la mayoría de los casos son femeninos.

Esto nos lleva a la reflexión, para nuevos debates, que en la gobernabilidad política de los Estados o puestos de decisión, la efectividad no radica en ser hombres o mujeres, sino más bien en la imperiosa necesidad de construir una conciencia de género y desde luego una conciencia de clase, para poder entender cuál es el papel que se debe jugar en estos cargos de dirección, para no caer en el falso dilema de que si se elige a una mujer esto de por sí ya es un cambio definitivo en las costumbres políticas y sociales; “cuerpo de mujer no representa pensamiento de mujer” tal como lo plateaba Simone de Beauvoir.

Así que en estas elecciones que se realizan el 9 de marzo, para Cámara y Senado, hay que fijarse muy bien por quien depositar el voto, pues en las listas de varios partidos tradicionales está la presencia de las mujeres, que han heredado el caudal político de sus esposos y algunos de ellos se encuentran en la cárcel por corrupción y paramilitarismo.

En estas elecciones, que se llevarán a cabo el 9 de marzo, es indispensable saber elegir, pues las mujeres de los partidos tradicionales, no estarán pensado en legislar en favor de la paz y menos en una asamblea nacional constituyente. En cambio está Aída Avella, candidata presidencial, candidatos y candidatas, en partidos como la UP, Alianza Verde, el Polo Democrático Alternativos los y las que están formadas en una concepción integradora y democrática.

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