Luego de que el país posicionará ante el mundo el concepto de paz con la naturaleza durante la COP16, nuestra nación se alista para ser anfitrión de otro evento de trascendencia internacional
René Ayala
@reneayalab
Del 24 de febrero al 1 de marzo de 2026, Cartagena de Indias será sede de la II Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural +20, un espacio clave para repensar el papel de la tierra, la soberanía alimentaria y los derechos del campesinado en un mundo.
En el Caribe colombiano, el anuncio se hizo oficial en un acto lleno de rostros de la ruralidad, encabezado por la ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Martha Carvajalino; la ministra de Justicia y del Derecho, Ángela María Buitrago; el representante de la FAO en Colombia, Agustín Zimmermann; y el alcalde de Cartagena, Dumek Turbay.
Todos los asistentes coincidieron en que este evento representa una oportunidad única para el país, y para América Latina, de liderar un nuevo paradigma en materia de desarrollo rural justo y sostenible.
Un nuevo capítulo
Veinte años después de la histórica Conferencia de Reforma Agraria realizada en Brasil en 2006, Colombia reunirá nuevamente a delegaciones de todos los continentes para debatir sobre la redistribución de la tierra, la justicia social y ambiental, y la transformación de los sistemas agroalimentarios. Será un punto de inflexión para reflexionar sobre lo avanzado y trazar nuevas rutas de acción para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
“Esta Conferencia nos invitara a reflexionar sobre los logros alcanzados, las dificultades que aún enfrentamos y los errores que debemos evitar para garantizar una producción de alimentos sostenible en nuestro país, en la región y en el mundo”, aseguró la ministra Carvajalino. Subrayó además que el evento permitirá avanzar en la construcción de paz, el combate contra el hambre y la mitigación del cambio climático.
En palabras de la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, la Conferencia coincide con un momento político clave para Colombia, pues será el cierre de múltiples apuestas legislativas, entre ellas la aprobación de la Jurisdicción Agraria en el Congreso de la República, un paso esencial para acercar la justicia al campesinado y reconocer sus derechos históricos.
Reforma agraria como política estructural
Para Felipe Harman, director de la Agencia Nacional de Tierras, la Conferencia será el escenario ideal para consolidar la Reforma agraria como una política de ajuste estructural en el país, mostrar al mundo la necesidad de acompañamiento institucional a los predios adjudicados y abrir el debate sobre una nueva delimitación de la frontera agrícola mundial.
La FAO ratificó su respaldo a esta iniciativa. Agustín Zimmermann, su representante en Colombia, afirmó que la Conferencia permitirá fortalecer la gobernanza internacional sobre la tenencia de la tierra y el derecho a la alimentación. “Sin tierra, sin suelos fértiles y sin equidad en el acceso, no hay futuro sostenible posible”, agregó.
Desde la mirada territorial, el campesinado presente en el evento resaltó la necesidad de discutir y comprometer el mundo en la lucha por la defensa de los derechos campesinos, sujetos que garantizan la alimentación y la vida.
Tierra para la vida: una consigna mundial

Foto redes del ministerio de agricultura
En medio de las crisis interconectadas que enfrenta el mundo, la tierra se erige como el recurso central para revertir el colapso civilizatorio en curso. Sin tierra para producir, no hay soberanía ni seguridad alimentaria; sin justicia agraria, no hay democracia rural ni paz duradera.
En este sentido, la II Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural +20 se propone como un hito político y técnico para renovar el compromiso global con la justicia social y climática. Sus objetivos son ambiciosos y urgentes: Debatir el estado de la tenencia de la tierra, su distribución y gobernanza, en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Evaluar la implementación de las Directrices voluntarias de la FAO sobre tenencia de tierra, pesca y bosques.
También buscará compartir experiencias exitosas de reforma agraria y desarrollo rural inclusivo. Impulsar mecanismos de cooperación internacional que articulen la tierra con la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental. Fortalecer el papel de las comunidades rurales como guardianas de los ecosistemas y actores clave en la toma de decisiones.
“Tierra para trabajar, tierra para comer, tierra para la vida. Esa es nuestra consigna y la base para asegurar un futuro sin hambre, un futuro sostenible y en paz”, comentó la ministra Carvajalino.
El símbolo de una nueva esperanza
La Conferencia ha adoptado como su emblema a la Melipona favosa, una abeja sin aguijón nativa de América Latina, conocida como “cargabarro” por su forma de construir colmenas con barro. Esta pequeña abeja simboliza los valores del evento: la vida comunitaria, el vínculo con la tierra, el cuidado cooperativo y la defensa de los ecosistemas.
Su presencia, que se extiende desde México hasta Argentina, en manglares, bosques húmedos y tropicales secos, la convierte en un símbolo de la conservación de la biodiversidad. Su organización interna es el ejemplo de que las formas de relacionarnos y producir son esenciales para la vida en el planeta.
Hacia un nuevo pacto desde América Latina
La II Conferencia no será solo una cita técnica o diplomática. Será, en palabras de la ministra Carvajalino, una “ruta de trabajo cierta” para construir un nuevo pacto global desde el Sur. “Veinte años después de la primera Conferencia en Brasil, América Latina puede ser territorio para una alianza del Sur Global por una esperanza de vida cierta ante las crisis que nos aquejan”, sostuvo la ministra de Agricultura.
La tierra, las luchas rurales y sus protagonistas ─las y los campesinos─ serán el centro del debate global. Esta vez, el escenario será el Caribe colombiano: Cartagena, ciudad que fue puerto de esclavitud, pero también de resistencia. En 2026, se convertirá en la capital mundial de la Reforma agraria. Desde allí, el grito de los pueblos por el derecho a la tierra, soberanía alimentaria y justicia, resonará con fuerza campesina, vital y universal.