Por ahí es la cosa
Por ahí es la cosa compañeros de VOZ la verdad del pueblo. Muy buenas las ediciones de enero de 2016. Comenzaron muy bien el año. Artículos bien interesantes, contrastando las versiones oficialistas y burguesas de la otra prensa, la de los monopolios y de los grupos económicos. Me agradó en la primera edición del año la entrevista con Timochenko, centrada y casi que didáctica de la situación actual de las negociaciones de paz. Bien por las denuncias de derechos humanos. El menú es variado y para todos los gustos como se dice en un restaurante. Gracias compañeros de VOZ. María Bueno (vía Internet).
La reforma tributaria
Decir que la reforma tributaria va a depender de la correlación de fuerzas en el congreso es como llover sobre mojado. Por sabido se calla que los partidos de la “Unidad Nacional”: Cambio Radical, Partido Liberal, la U, y, posiblemente, el Partido Conservador, la aprobarán sin mayor discusión, teniendo en cuenta la mermelada del poder ejecutivo. En este sentido el artículo de Cristina de la Torre pone los puntos donde deben estar. Hace una radiografía de la desigualdad económica y social que lo deja a uno perplejo: “un país donde 2.681.6% de los cuentahabientes acaparan el 58.6% los depósitos bancarios, mientras 44.6% millones de personas tiene apenas el 2.4% de los depósitos” Necesitamos una reforma tributaria progresiva, que tenga en cuenta las mayorías desposeídas; que grave las rentas del gran capital; que no se roben la plata de los impuestos; y que acabe con la evasión, tanto “legal” como la que está por fuera de la ley.-
Este el elemento decisivo para construir un país democrático. Esta es la carta de navegación que necesita el posconflicto. Es decir, un nuevo modelo económico, que no es otro que la revolución democrática, si es que lo permiten las clases dominantes, porque, como pintan las cosas, todo está indicando que el gobierno va a continuar agenciando los privilegios del gran capital y de las multinacionales. Tiberio Gutiérrez (vía Internet).
Defensa mediática
El artículo de la revista Semana, “Conspiración improbable”, edición 1761, parece una fiel apología ejercida por los buenos oficios de los acostumbrados abogados defensores del senador Álvaro Uribe, o de uno de los escuderos que tiene en el primer circuito del partido originado y conformado por él, con admiración, obediencia y defensa. Pero no, es un análisis desarticulado, hecho con pedacitos de verdades, que deja un sabor de irresponsabilidad periodística ante la inmensa tragedia de la realidad cruel y violenta, que históricamente y durante seis décadas ha padecido la “feliz” Colombia. Crímenes de toda índole en oscuras circunstancias y de increíbles procedencias se han reseñado durante la historia colombiana. Sin desconocimiento y aplicando la norma de presunción de inocencia, es propio de la justicia hacer esta clase de investigaciones, precisamente por ser el exgobernador de Antioquia uno de los más allegados a la víctima. La justicia mediática utilizada por algunos medios es absolutamente dañina para la Nación, la justicia y el plebiscito refrendatario de los acuerdos. El periodismo no puede soslayar la objetividad para congratularse con políticos, empresas o ciudadanos. Los colombianos tenemos el derecho de conocer las verdades sucedidas dentro de la geopolítica, y es de responsabilidad de una justicia seria, objetiva, imparcial y pronta. Omar León Muriel Arango (vía Internet).