lunes, febrero 10, 2025
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Caballería ligera: Por la paz

Ahora todos los sectores políticos de izquierda, los intelectuales progresistas que apoyamos al triunfador, debemos exigirle al presidente Juan Manuel Santos, no solo cumplir rápidamente con todas las políticas prometidas y además de firmar la paz en La Habana, sino eliminar las otras formas de violencia

paz colombia
Foto: matiasjajaja via photopin cc

José Ramón Llanos

En las primeras semanas del proceso electoral presidencial, se diferenciaron nítidamente dos contenidos en los discursos de los diferentes candidatos a la presidencia de la república: el del candidato títere, un repetidor de la apología de la violencia de su consueta Álvaro Uribe. Adobado con algunas acusaciones de supuestos abusos del poder del candidato-presidente, expresadas con el lenguaje ordinario propio del propietario del Ubérrimo.

De otra parte, el discurso apologista de la paz del resto de candidatos. Se diferenciaban, en los énfasis en la cuestión social y la caracterización de la paz y las formas de ser refrendada por el pueblo. El binomio Clara-Aída se destacaba por la caracterización de la paz con un fuerte componente social y la necesidad de construir una democracia realmente participativa y soportada con una indeclinable e innegociable soberanía. Además las candidatas del PDA-UP fueron las únicas que plantearon sus propósitos de eliminar las políticas y las estrategias del modelo económico neoliberal y la congelación y revisión de los tratados de libre comercio ya firmados.

La derrota en primera vuelta del candidato-presidente Juan Manuel Santos lo obligó a rediseñar la estrategia de su campaña y a darle más fuerza a su análisis sobre las consecuencias lesivas para la convivencia social y la calidad de vida del colombiano en general, si triunfara el candidato Óscar Iván Zuluaga. La sensatez alineó a todos los candidatos derrotados en la defensa del proceso de paz que se desarrolla en La Habana, con la natural excepción de Marta Lucía Ramírez. Los resultados ya los sabemos.

Ahora todos los sectores políticos de izquierda, los intelectuales progresistas que apoyamos al triunfador, debemos exigirle al presidente Juan Manuel Santos, no solo cumplir rápidamente con todas las políticas prometidas y además de firmar la paz en La Habana, sino eliminar las otras formas de violencia, por supuesto, eliminar la violencia paramilitar, ahora bautizada Bacrim.

Hay otras formas de violencia, que comúnmente no se califican como tal, pero que sin lugar a dudas son el verdadero obstáculo para implantar y consolidar la paz en Colombia. Esa violencia está enraizada en las normas que permiten la existencia del trabajo informal; la baja tasa de sindicalización y la persecución a los sindicatos ya constituidos. La represión de la protesta social y la impunidad de los atropellos y homicidios cometidos por la Fuerza Pública en su acción represiva de las huelgas y de los movimientos campesinos.

La persecución a la niñez y a la familia perpetrada por los empresarios que, amparados en la legislación laboral, pagan salarios de hambre, mantienen la espada de Damocles de la inestabilidad laboral como chantaje para evitar la denuncia de sus expoliaciones e impiden la sindicalización de los trabajadores.

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