miércoles, abril 17, 2024
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Brasil: Se modifica relación de fuerzas políticas

El derechista Partido Socialde­mócrata de Brasil, que controla las dos cámaras parlamentarias y que lideró la campaña de desprestigio y el golpe contra Dilma, creció en un 13 por ciento en el número de votos, y en la misma proporción en las alcaldías alcanzadas.

Antes y después de las elecciones, cada vez mayores sectores ciudadanos rechazan la política económica de Temer y exigen su renuncia.
Antes y después de las elecciones, cada vez mayores sectores ciudadanos rechazan la política económica de Temer y exigen su renuncia.

Alberto Acevedo

En medio de una virulenta campaña mediática contra todo lo que signifique una expresión de izquierda y de los coletazos del golpe de estado parlamentario que apartó del poder a la presidenta constitucional, Dilma Rousseff, el pasado 2 de octubre se celebraron elecciones municipales para elegir poderes locales, especialmente alcaldes y concejales.

El derechista Partido Socialde­mócrata de Brasil, PSDB, que controla las dos cámaras parlamentarias y que lideró la campaña de desprestigio y el golpe contra Dilma, creció en un 13 por ciento en el número de votos, y en la misma proporción en las alcaldías alcanzadas.

En contraste, el Partido de los Trabajadores, que lidera Luis Inacio Lula da Silva, que se mantuvo en el poder los últimos 13 años, sufrió su mayor derrota política, al perder el 60 por ciento de los gobiernos locales, y la misma proporción de votos en todo el país.

Perdió el cordón industrial

El PT ganó una sola gobernación, en el lejano estado de Acre, en la Amazonia. Por el número de corporaciones alcanzadas, quedó en el décimo lugar en relación con las demás fuerzas políticas. Entre las 90 ciudades más grandes, pasó de 14 alcaldías a una sola. En varias de esas ciudades habrá segunda vuelta electoral y allí podría alcanzar unas cuatro o cinco alcaldías más. En Sao Paulo, donde nació el PT, fue borrado electoralmente; lo mismo en el cordón de ciudades industriales que rodean a esta metrópoli.

El Partido de Lula y de Dilma Rousseff fue víctima de una sostenida campaña mediática, que buscó desprestigiar su obra social de cuatro períodos presidenciales consecutivos. Pero también se expresó una tendencia electoral que ya se había manifestado en las elecciones de hace dos años. El electorado entendió que el programa de cambio social se convirtió paulatinamente en mero discurso, y que una buena parte de la cúpula del partido terminó inmersa en los escándalos de corrupción que han conmovido a la sociedad brasileña.

El PT abandonó gradualmente la organización y la movilización social, el diálogo con los movimientos sociales. Comenzó a adoptar las medidas económicas que toda su vida rechazó, dejando como resultado 12 millones de desempleados. La derecha percibió esta situación y la aprovechó, armando la conspiración. El PT ciertamente fue víctima de un golpe parlamentario artero. Pero también fue víctima de sí mismo.

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