El 11 de abril se cumple un año de racionamiento por cuenta del desabastecimiento de agua en Bogotá. Para hacer un balance detallado de la crisis, VOZ habló con la concejala por la Unión Patriótica y el Pacto Histórico
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
En la mañana del 11 de abril, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, levantó la medida de racionamiento. La entrevista publicada se hizo previo a este anuncio.
¿Cómo llegamos a este escenario de crisis del agua en Bogotá?
El problema es el modelo de ciudad mercancía que nos lleva a una crisis ambiental, reflejado en el desabastecimiento del agua. En resumen, este modelo sería un desmedido desarrollo urbano que se enfrenta a una falta de acción institucional y a los efectos medio ambientales del cambio climático.
¿Cuál es el balance que ustedes hacen de la medida del racionamiento?
Es una medida impopular pero necesaria, que sin duda podría ser más efectiva. El objetivo siempre ha sido bajar los niveles de presión del agua sobre los embalses, lo que significó inicialmente reducir el consumo a 15 metros cúbicos por segundo y que los sistemas de agua lleguen a un 70 por ciento. Esta situación no se dio porque el racionamiento ha sido acompañado de algunas medidas coyunturales, como aumento del cobro tarifario o campañas pedagógicas, que no atienden el problema de manera estructural.
Corto circuito
¿Cuáles han sido las principales fallas de la Alcaldía para atender la crisis?
Primero, si casi el 90 por ciento del consumo es residencial, faltó pedagogía sobre el ahorro. Salvo un par de campañas, no fueron sinceros con la ciudadanía en alertar que la situación es grave. Lo segundo es que no existió control, por ejemplo, con las tuberías rotas o con los tanques en las unidades residenciales. Lo tercero fue que ridiculizaron las propuestas de reúso y recolección de aguas lluvias. Finalmente, cometieron errores graves como flexibilizar el racionamiento cuando no debían hacerlo.
¿Cómo está la situación en la actualidad?
El alcalde Galán y su administración siguen sin una estrategia efectiva. Lo más reciente es que la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, autorizó a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, EAAB, la captación de 1.56 metros cúbicos adicionales de agua en Tibitoc. ¿Qué significa esto? Frente al aumento de lluvias y precipitaciones, así como ante los bajos niveles del sistema Chingaza, se permite utilizar más agua del río Bogotá en su cuenca alta. Pero solo para los meses de abril, mayo, julio, agosto y noviembre. El Distrito esperaba que fueran dos metros cúbicos y durante todo el año.
¿Esto podría interpretarse como descoordinación institucional para enfrentar la crisis?
Aquí hay un corto circuito y lo preocupante es que el alcalde pueda tomar decisiones apresuradas teniendo en cuenta que no hemos superado la crisis. Es verdad que ha llovido en la ciudad, pero eso no significa que esas precipitaciones sean en los embalses. Y como no se han implementado otras medidas estructurales, es muy difícil que se levante el racionamiento.
La responsabilidad política
¿Cuál es el balance político sobre la crisis del agua en Bogotá?
Aquí hay responsabilidades. La principal es de las constructoras que han estimulado un crecimiento de la ciudad afectando áreas ambientalmente protegidas. Es verdad que la ciudad necesita viviendas en altura para densificar y evitar la expansión, pero esto debería ser desde una perspectiva ecourbanística que implemente sistemas de recolección de aguas lluvias y de reúso de agua in situ. Pero las constructoras se oponen, no solo a esto sino también a garantizar servicios públicos básicos, porque para tener más ganancias evitan cualquier tipo de carga.
Muchos diagnósticos coinciden en que el problema es estructural. ¿Cuáles son las propuestas para salirle al paso a la crisis?
La principal propuesta es defender los lineamientos para el ordenamiento ambiental de la Sabana de Bogotá y Cundinamarca. Es decir, conservar y proteger los suelos hidrológicos, humedales y cuencas en esta área de interés ecológico nacional. Por supuesto, la Cámara Colombiana de la Construcción, Camacol, y Galán como representante político del gremio, se oponen a este importante instrumento emitido por el Ministerio de Ambiente.
Lo segundo, y más específico, es estimular políticas de inversión y capacitación de edificios y áreas consolidadas para la recolección de aguas lluvias. Tres, hay que promover decididamente las políticas de reúso de agua. Cuatro, revisar las actividades con mayor impacto de consumo de agua y generar medidas. Quinto, se necesita un control eficiente del racionamiento, sobre todo en lugares de la ciudad donde no se ha implementado la medida. Sexto, es importante atender efectivamente al sector comercial que se ha visto afectado.
La séptima medida es exigir la obligatoriedad que tiene la EAAB de evitar la perdida de millones de litros de agua, ya sea por daños de tubería, sistema de alcantarillado obsoleto, contadores adulterados o captaciones ilegales de aguas subterráneas. Y finalmente es necesario un control riguroso, ojalá con el acompañamiento de la Superintendencia de Servicios Públicos.
Ustedes han denunciado que el alcalde Galán ha tenido una política de oídos sordos frente a las propuestas alternativas…
Así es. No solo frente a las iniciativas del Gobierno de Gustavo Petro y la bancada del Pacto Histórico en el concejo, sino también con académicos, intelectuales, universidades o organismos multilaterales que también han hecho propuestas alternativas. Galán no ha querido escuchar y mucho menos implementar estas ideas.
El “bogotacentrismo”
¿Están de acuerdo con el proyecto Chingaza II?
Es importante dimensionar los impactos que tendría este proyecto. En resumen, es dividir el embalse en dos, quitarle el agua a los Llanos Orientales y afectar negativamente la biodiversidad en ecosistemas esenciales del Parque Nacional Natural Chingaza. Es una visión “bogotacentrista”, como si la ciudad tuviese que acabar con todos los recursos de la región y del país.
Esto del racionamiento tiene en un permanente estrés a la ciudadanía. ¿Cuál es el mensaje que usted le envía a la gente?
Lo central es que debemos tener otra forma de relacionamiento con el agua de la ciudad. Lamentablemente esta situación no se va a resolver en el corto plazo. La ciudadanía debe saber que Bogotá no ha superado la crisis.
Desde 2021 es crítico el aumentando en el consumo del agua con relación a los niveles de recarga de los embalses. Es decir, mayor demanda y menor oferta. Es una situación que tiende a empeorar si no se plantean medidas estructurales a largo plazo. Para cerrar, es importante que se le exija a la Alcaldía de Bogotá resultados y una transparente rendición de cuentas.