La paulatina implementación de un Sistema Integrado de Transporte Público en Bogotá no ha entregado soluciones a la movilidad y deja a miles de familias afectadas. Usuarios, trabajadores y pequeños transportadores aseguran que se hace para favorecer a los monopolios y a los carteles del transporte
Juan Carlos Hurtado F.
@aurelianolatino
Dirigentes sindicales, quienes aseguran haber sido fundamentales en la elección del alcalde Gustavo Petro, hoy le retiran su respaldo. “Lo apoyamos por lo que decía en campaña y porque aseguraba que era de izquierda”, comenta un integrante del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte (SNTT), quien dice pertenecer al movimiento político Progresistas, agrupación que avaló al actual burgomaestre.
La decepción se da por varias actitudes de la Administración Distrital, en especial por la imposición del SITP, con el que están de acuerdo pero sin que excluya a quienes por décadas han trabajado en el sistema tradicional de transporte de pasajeros en la capital de la República.
Sabían que se venía un ataque contra la pequeña propiedad del transporte, que hace años estaba en unos 25 mil propietarios pero que poco a poco pasa a control de las seis familias, actuales dueñas de la mayoría del transporte en la ciudad. “Creímos que Petro nos defendería, pero ahora sabemos que es más de lo mismo”.
VOZ estuvo en la oficina del sindicato, justo cuando definían la posición que llevarían a la reunión de pequeños transportadores, con quienes discutirían las acciones de protesta a realizar por la entrada en vigencia del pico y placa para buses del sistema tradicional de transporte.
La medida de la Secretaría de Movilidad de Bogotá fue emitida mediante el decreto 444 con el objetivo de que los usuarios usen los buses azules pertenecientes al SITP, y empezó a regir desde el pasado 20 de octubre. “El decreto arranca con dos dígitos, cobija a cerca de 2.700 vehículos que hacen parte del 20% del parque automotor, el sistema es rotativo y va de lunes a sábado durante todo el día”, afirmó la secretaria de Movilidad, Constanza García.
Actualmente en la ciudad hay alrededor de 8.500 vehículos y diez mil personas subordinadas laboralmente a esas pequeñas empresas de transporte. Serán afectadas con la nueva implementación.
Francisco Mora Guerra, quien desde hace más de 30 años ha estado vinculado al servicio de transporte público de pasajeros, como conductor ocho años y después como despachador de la empresa Cootranspensilvania, es también fiscal del SNTT, organización que agrupa a conductores y trabajadores de Transmilenio, los buses azules y el transporte tradicional. Comenta que la actual es una política que viene de anteriores administraciones. VOZ habló con él sobre diversos aspectos del transporte de pasajeros en Bogotá.
Sin mejoras
–¿Qué piensa de la medida de pico y placa para buses del sistema tradicional de transporte que inicia esta semana?
–El alcalde les está diciendo a los bogotanos como le decían a uno de pequeño: “o se toma la sopa o se la unto”. Los usuarios tienen que subirse porque sí. Si el sistema fuera efectivo la gente no tendría que ir obligada, lo usaría voluntariamente. Lo que le queda es meter a la gente ahí con la Policía. Y reitero: es un sistema que no sirve.
–¿Por qué dice que no sirve?
–Porque está mal estructurado, le cumple a un software que envía Transmilenio, y se cumple para evitar que las empresas reciban sanciones pecuniarias, pero los intereses de los usuarios no aparecen por ninguna parte. Tenemos filmados buses azules del Sistema Integrado, en donde hacen un recorrido completo de ida y vuelta sin recoger un solo pasajero, solo para que se mueva el odómetro del vehículo y poder cobrarle a Transmilenio y a la ciudad el subsidio que le pagan por moverlo.
–Pero aseguran que esos buses mejoran el transporte y la movilidad.
–El problema no se ha solucionado, los racimos humanos siguen igual, la polución sigue igual –cogieron nuestros propios vehículos y los pintaron de azul-, tomaron muchas de las mismas rutas, las jornadas laborales en Transmilenio como en el resto del sistema no se cumplen.
–¿Por qué afirma que las jornadas laborales en Transmilenio no se cumplen?
–Está el sistema de tablas partidas, que es perverso porque hace que el conductor trabaje ocho horas detrás del volante, pero con una jornada partida. Hay conductores que se levantan a las cuatro de la mañana porque tienen que recoger el vehículo a las cinco y media, y hacerle un chequeo que demora 20 minutos, y ese tiempo no es tenido en cuenta por ninguna operadora. Luego labora dos horas y lo ponen a descansar tres, pero eso qué descanso puede ser si está muy lejos de su vivienda.
Tienen descansos hasta de cuatro horas y algunas tablas las parten hasta en tres segmentos. Los conductores regresan a sus hogares a las ocho de la noche. Eso lo hacen con el objetivo de que, si se cae la operación –como sucede casi todos los días- el que pierda sea el conductor porque se le disminuye el tiempo de descanso.
Todo por un salario promedio de $1’200.000 a los de bus rojo, pero con un sistema de bonos y multas, que no es factor salarial y es ilegal. El Ministerio de Trabajo permite la evasión de parafiscales con eso. También el alcalde lo permite, no lo controla a través de Transmilenio, desde donde se ejerce un fuerte antisindicalismo.
–¿Por qué habla de antisindicalismo en esa entidad?
–Los trabajadores de Transmilenio o de los operadores no pueden decir la palabra “sindicato”. A quienes hablen de eso los despiden. Es tanta la persecución que hay conductores que están cansados de años de trabajo, dicen por ahí que se van a sindicalizar o a organizar un sindicato; el chisme llega a la administración y al otro día los llaman, los despiden y los indemnizan por despido sin justa causa. Es la forma como algunos le están sacando más plata a esas empresas.
Subsidios para todos
–Volvamos al tema del transporte tradicional. ¿Cómo afecta el pico y placa a conductores y pequeños propietarios?
–Pues la mayoría de conductores dice que les sirve porque tienen la oportunidad de descansar aunque les bajan un poco los ingresos. Ellos trabajan todos los días, no tienen uno para descansar. Es que los pequeños propietarios hablan de que les tienen pisoteados los derechos, pero están parados sobre los derechos de nosotros los conductores.
Los pequeños propietarios serán afectados porque son dos dígitos en la semana, por dos días dejarán de recibir dinero.
–Entonces, según ustedes, ¿cuáles deben ser las opciones?
–Si el alcalde quiere parar esos vehículos tiene que pagar ese lucro cesante que hay ahí, tanto al dueño como al conductor. Pero el alcalde favorece a los empresarios del Sistema Integrado afectando a los del transporte tradicional. Debería subsidiarlos a ambos. ¿Quién nos ayudará con las pérdidas de nosotros? Petro está ayudándole a gente muy rica.
Los buses azules son subsidiados por la ciudad, ya se comieron 750 mil millones de pesos en un poco más de dos años y el Concejo quiere aprobar otros 750 mil para acabar de implementar el sistema.
Cuando estábamos nosotros, ¿quién nos subsidió? Nosotros hicimos las rutas en Bogotá y ellos ahora armaron nuevas rutas. Eso se volvió un desorden terrible.
El sistema de pico y placa lo irán aumentando dígito por dígito, de manera gradual hasta que nos acaben. Así lo hacen los neoliberales. Recuerde el dos por mil o la manera como aumenta la gasolina…
El alcalde nos sentenció que en octubre nos acababa. Tuve la oportunidad de hablar con él –ya que hemos hecho protestas y nos hemos hecho escuchar a la brava porque nunca nos ha recibido o invitado-, le dije que no desconociera que éramos diez mil los que trabajábamos en el transporte tradicional.
Guerra del centavo
–Pero dicen que en el SITP los integrarán a ustedes. Es decir: pueden pasar de un sistema a otro.
–Ellos sacan volantes que dicen “trabajo sí hay”, que nos necesitan en unas operadoras, pero son salarios de miseria, absurdos. ¿Y nos van a tener en cuenta a los que somos sindicalistas? ¿Y reciben a los endeudados con los comparendos por culpa de la guerra del centavo a la que nos empujaron? Hay muchos que deben millones. Nuestra problemática la venimos peleando con la actual Secretaria de Movilidad desde hace más de 20 años y no ha habido solución. Ahora la ponen ahí sabiendo que ella está enraizada en los carteles del transporte de la ciudad.
Además, reconozco que en el actual sistema, en el de transporte tradicional, ganamos bien.
–Ganan bien con la “guerra del centavo” que genera accidentes, maltrato a los usuarios y problemas de movilidad.
–Sí, pero es que ese es el sistema al que nos empujaron, es una guerra por el centavo, eso no lo inventamos nosotros. El que se ponga a manejar suave, apegado a la norma, decente, no lleva dinero para la casa. El sistema nos volvió unos guaches.
Con los articulados cambiaron una guerra por otra; antes era la del centavo ahora es la guerra contrarreloj. Desde la unidad de control de Transmilenio los llaman y les dicen que están atrasados en la programación, entonces los conductores, ¿qué tienen que hacer? Pasarse semáforos en rojo, cerrarles la puerta en la cara a los pasajeros para llegar a tiempo y que no le descuenten del salario 120 mil por haber dejado caer la tabla. Eso es otra guerra.
Por eso se han visto accidentes más terribles en los azules que en los buses tradicionales. Nosotros tenemos más pericia y sentido de pertenencia con el vehículo porque siempre tenemos el mismo, pero en ese sistema hay casos donde un vehículo lo manejan ocho personas diferentes en un solo día. Sabemos que allá hay conductores que dañan los vehículos a propósito para no hacer tablas alargadas.
Allá tienen a muchos conductores sin experiencia. Creyeron que trayendo conductores de carros de familia, camiones y furgones iban a prestar un mejor servicio y está visto que no es así. Desconocen nuestra experiencia.
Los Tuta
–Veo que uno de los principales problemas de los conductores es la falta de aplicación de un contrato laboral con todas las de la ley. ¿Qué institución les exige a los pequeños propietarios y a los operadores de articulados mejores relaciones laborales con sus trabajadores?
–Es una responsabilidad de las organizaciones sindicales y debo reconocer que no pudimos. Nos ha quedado grande cambiar esa injusticia donde el dueño del vehículo se gana toda la plata mientras nosotros molemos sin descanso. Eso nunca le interesó a la Secretaría de Movilidad. Transmilenio dice: “si están inconformes vayan al Ministerio de Trabajo”, y allá lo mandan a uno a Transmilenio y así nos mantienen, sin responder.
–Y sobre mejores contratos respetando la jornada laboral, ¿qué dicen los pequeños empresarios, los del transporte tradicional?
–En el sistema tradicional no hay empresarios del transporte que conozcan de eso, son burros cargados de plata. Esas empresas son de gente que vendió sus fincas, se vino del altiplano cundiboyacense con dinero y se puso a comprar busetas sin conocer nada de mecánica, rutas, cuestiones laborales. Nos quitaron el negocio a los conductores que sí sabíamos de eso pero no teníamos dinero. Por eso les decimos “los Tuta”, por el programa de televisión. Es que así son. Falta es que nos echen fuete porque no cargamos más pasajeros.
Para mejorar eso en el sistema tradicional tenemos que cumplir jornadas laborales y con un buen salario que no varíe por el número de pasajeros movilizados. Pero hay ausencia del Estado para regular eso. El Ministerio de Trabajo no sirve para nada. Uno va allá a denunciar irregularidades y al salir de las oficinas llaman al patrón a alertarlo. Están de parte de los empresarios.
–Entonces, con el conocimiento que les da a ustedes años como conductores, ¿cuáles creen que deben ser las soluciones al problema de transporte de la ciudad?
–El metro, que desde hace muchos años debería tener la ciudad. Pero no lo tiene porque ha sido gobernada por una camarilla de “Tutas”, quienes han estado alrededor de los alcaldes y el Concejo, y no permiten desarrollar eso. Solo permiten desarrollar sistemas de buses. Por eso saludamos la medida del alcalde y lo respaldamos en eso.
También debe haber más implementación de paraderos en la mitad de las cuadras para nosotros. Para mejorar debe haber un compromiso de los usuarios, los conductores y los empresarios. Nuestra experiencia debe ser aprovechada por el Sistema Integrado.
Yo sé que la operación de Transmilenio está mal planificada. Cómo es posible que a las cinco de la mañana salgan 15 buses desocupados del Portal de las Américas al Portal de Suba. Por eso uno está esperando en las estaciones y los ve pasar desocupados con el aviso “En tránsito”. Eso es por mala planificación, porque si cada operadora tiene su portal no tiene por qué pasar eso.
Pero también es porque como a los conductores les descuentan del salario, las multas van a una bolsa que recoge Transmilenio -miles de millones de pesos- que a fin de año se la dan a la operadora que menos hizo infracciones; y como siempre se la ganaba la que iba por la 30, pues las pusieron a todas a circular por todas las rutas. Solo por eso es que se da la situación que le comento.
Es dinero que les quitan a los conductores. Por eso el miedo a que les descuenten de su mensualidad y si a eso se suma la guerra contrarreloj y el cansancio; está la explicación de tantos accidentes en Transmilenio.
Mejorar el SITP
–¿Cuál es su posición frente al Sistema Integrado de Transporte Público?
–Bienvenido el nuevo sistema pero no en las manos que está. Esos ingenieros que tienen ahí no tienen idea de transporte. A Transmilenio lo tiene capturado una camarilla y lo lleva para donde ellos quieran; son mandos medios que manejan las mafias para que el sistema no sirva a la comunidad sino a sus intereses y a los de los operadores privados.
Estamos dolidos también como usuarios porque sabemos que esto no va a mejorar. Es solo ver la cantidad de motos que la gente está comprando, creo que en diciembre ya habrá un millón en Bogotá. El sistema ha hecho que aparezcan y crezcan pequeños negocios ilegales como el bicitaxi, mototaxi y unas camionetas pequeñas blancas que ofrecen a los vecinos recogerlos en las casas y llevarlos al trabajo todos los días.
Hay que mejorar el recaudo, que es el gran negocio. Angelcom y Recaudos Bogotá son de gente muy poderosa vinculada con la clase política tradicional que obtiene el 8% de lo que recaude. Haga las cuentas, son alrededor de dos millones de usuarios diarios de Transmilenio a 1.700 pesos. El recaudo debe estar en manos de la ciudad. Con eso se podría hacer otro sistema de puertas para que la gente no se cuele, por ejemplo. Hay estaciones donde nadie paga.