sábado, febrero 8, 2025
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Arden California y el planeta

Colombia no es ajena a esos cambios. En la última semana se presentaron incendios de repercusiones importantes, atribuidos a las sequías sostenidas, en el corazón del Parque Natural Chingaza, en Cundinamarca, y en el páramo Las Alfombras, en Boyacá

Ricardo Arenales

En la última semana, dos circunstancias se entrecruzan de manera dramática ─y prenden las alarmas sobre lo que estamos haciendo como humanidad─ en la lucha por revertir el calentamiento global, que amenaza con llevarnos a la extinción como especie.

La primera y más mediática es el anuncio de que los incendios presentados en la zona oeste de California, la segunda ciudad más poblada de los Estados Unidos, son los más catastróficos de la historia de este país del norte; con el agravante de que ya cumplen una semana, con un saldo parcial de 27 fallecidos, 31 desaparecidos y unas pérdidas que sobrepasan los 150.000 millones de dólares.

En el transcurso de ocho días, el fuego ha consumido barrios enteros, incluyendo los hogares de connotadas personalidades del cine y la farándula. Ha afectado tanto a animales del bosque como a las mascotas, y aunque en algunas zonas ya se controló la conflagración, en otras perdura, mientras que en nuevas áreas los vientos amenazan con extender el fuego. El Servicio Meteorológico Nacional de EE. UU. declaró la situación particularmente peligrosa, emitiendo una alerta ante la posibilidad de que siga creciendo el fuego.

El umbral ya se superó

El pasado 10 de enero, la Organización Meteorológica Mundial, OMM, un organismo de las Naciones Unidas, y el Servicio Meteorológico Europeo Copernicus, divulgaron en forma simultánea la noticia de que la temperatura mundial ya superó el umbral de los 1.5 grados centígrados de aumento, una cifra sobre la cual la mayoría de los países del mundo se comprometieron, en un foro global, a no sobrepasar.

En consecuencia, 2024 fue el año más caluroso jamás registrado en la historia del planeta, sobre los promedios de la era preindustrial (1850-1900). Según el reporte de ambos organismos, la temperatura media del planeta durante el año pasado fue de 15.1 grados Celsius, 1.6°C por encima de los niveles preindustriales y 0,12°C más que en 2023, que ya tenía el récord como el año más caliente jamás registrado.

El Acuerdo de París de 2015, suscrito por 194 países, pactó limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, los cuales calientan la atmósfera, de modo que la temperatura media global hacia el año 2050 no exceda de 1.5 grados centígrados sobre los niveles de la era preindustrial.

Hacia un calentamiento peor

Junto a esta meta, se establece que para finales del presente siglo la temperatura media del planeta no exceda los dos grados sobre los niveles preindustriales. Sin embargo, las más relevantes entidades ambientales y científicas advierten que el planeta va camino a un calentamiento muy superior, incluso a tres grados centígrados.

“Honestamente, me estoy quedando sin metáforas para explicar el calentamiento que estamos viviendo”, dijo en una conferencia de prensa Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus.

Por otra parte, “una atmósfera más cálida también retiene más humedad, lo que da lugar a precipitaciones más intensas, mientras que los mares más cálidos amplifican el potencial de tormentas destructivas”, aseguró. Además, puso como ejemplo las luvias e inundaciones que dejaron numerosas víctimas y daños en el este y el sur de España.

Copernicus explica que cuando se dice que esta es la temperatura media más caliente registrada en la Tierra, los meteorólogos se refieren a que no ha habido otra más alta para el conjunto del planeta desde que existen observaciones con instrumentos de medición fiables, un límite temporal que se sitúa en 1850.

Catástrofes cada vez más severas

Sin embargo, en realidad, el récord marcado en 2024 es también el más cálido en varios miles de años en la historia, y los paleoclimatólogos consideran que el calentamiento actual no tiene precedentes en los últimos 2000 años, y aún más allá, desde el inicio de la agricultura, hace unos 11.000 años.

Al cabo de una semana sin poder controlar los incendios en California, un primer estudio científico destaca la influencia del cambio climático en los incendios de Los Ángeles.

Los devastadores incendios forestales en la ciudad de Los Ángeles y su área metropolitana obedecen a la interacción de diferentes condiciones meteorológicas e hidrológicas (baja humedad, altas temperaturas y fuertes vientos). Y como ocurre con gran parte de los eventos extremos de los últimos años, el cambio climático ha contribuido a que la catástrofe sea mucho más severa.

Una preocupación adicional de las autoridades de varios países, incluyendo europeas, es que la conjunción de factores que originaron los focos de incendios en Los Ángeles, puede repetirse en otras latitudes. Con un ingrediente más, de índole político, que preocupa a la comunidad internacional: cuál será la política en materia climática de la nueva administración Trump.

Sin recursos

El primer gobierno del mandatario republicano se caracterizó por su negacionismo frente al cambio climático y retiró a Estados Unidos de los Acuerdos de París. Si insiste en esta posición, no solo alentará a otras potencias a mantener esa misma política negacionista, sino que se afectará los recursos de los países pobres o en vías de desarrollo para sacar adelante una lucha exitosa contra el cambio climático.

Baste señalar, en este sentido, que si se desata una guerra económica por el alza generalizada de aranceles, como lo ha anunciado Trump, muchas naciones no tendrán recursos para invertir en el control de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes principales del calentamiento global.

Colombia no es ajena a esos cambios. En la última semana se presentaron incendios de repercusiones importantes, atribuidos a las sequías sostenidas, en el corazón del Parque Natural Chingaza, en Cundinamarca, y en el páramo Las Alfombras, en Boyacá. Otros incendios menores se registraron al final de la semana, al cierre de esta edición.

En el caso de Chingaza, el incendio fue finalmente controlado; pero a un costo enorme por la destrucción de una amplia extensión de tierra, que es un paraíso de osos y venados y hábitat natural de frailejones, verdaderos colchones de agua para el consumo humano y alimento de los embalses que surten a la capital de la República.

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