Jaime Cedano Roldan
Cuando la juventud se levantó en los barrios de las ciudades y pueblos de Colombia y se convirtió en vanguardia popular y primera línea de la rebeldía en el “estallido social”, había una sola idea: un nuevo país. Esa era la respuesta con la que respondía la muchachada cuando se les preguntaba por las razones de la protesta. Dos palabras que sintetizaban sueños, frustraciones, desesperanzas y esperanzas. En esa sencilla idea de un nuevo país, todo cabía.
Esa misma ilusión recorrió el país en marzo de 1984 cuando se firmó en la Uribe, Meta, el Acuerdo de Tregua, Cese al Fuego y Paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC; y cuando un año después, el 28 de mayo de 1985, se constituía la Unión Patriótica, como expresión partidista de esos anhelos de paz y de cambios. La UP era una ilusión y una esperanza. Aunque soplaban vientos adversos. Los enemigos agazapados de la paz estaban ahí y actuaban en contra de ella, como lo denunciara Jonn Agudelo Ríos, el entonces Alto Comisionado de Paz.
La UP surgió con una propuesta programática transformadora. La solución política al conflicto social y armado como eje central de una Apertura Democrática que rompiera la muralla bipartidista y que diera solución a problemas sociales estructurales.
El acuerdo de La Uribe y la Unión Patriótica significaron una gran revolución social, desencadenando grandes movilizaciones y procesos unitarios en los movimientos sociales. Surgieron potentes liderazgos en el congreso, las asambleas, las alcaldías y en los concejos municipales, y nuevas formas de gobernar municipios con visiones de progreso y convivencia ciudadana. Pero este proceso fue frustrado a sangre y fuego y el país llevado a nuevos niveles de violencia. La narcopolítica se impuso. Tras una década de silencios y dolores el movimiento popular empezó moverse de nuevo y surgieron propuestas alentadoras como las de la Alianza Democrática M19, el Frente Social y Político, el Polo Democrático Alternativo, Marcha Patriótica y otras. Resurgieron las protestas. La pandemia profundizó la crisis social y desde ella se levantó la indignación juvenil y popular. Y se produjo el estallido. Y como resultado de todas estas largas luchas y resistencias se conquistó el primer gobierno progresista y de izquierdas en la historia de Colombia. Un proyecto que enfrenta a los opositores de siempre. Ya no tan agazapados sino abiertos y descarados. Pero la resistencia popular no se detiene y los cambios avanzan. Con dificultades, pero avanzan.
Cuarenta años después de su nacimiento y de sobrevivir a los planes de exterminio y la impunidad, la Unión Patriótica hace parte del nuevo proceso transformador y la construcción del Pacto Histórico como proyecto político unitario que continúe llevando a Colombia hacia el sueño indeclinable de construir un nuevo país, un proyecto que habrá de apoyarse en las mejores tradiciones de lucha del pueblo colombiano en todos los tiempos.