Alicia Adorada para Juancho Polo y Eurídice para Orfeo. El acordeón para Juancho Polo y la lira para Orfeo. Ambos cantándole a lo mismo: al amor arrebatado por la muerte
Ányel Gyusseph Ardila Naranjo
Según el mito griego, Eurídice, ya casada con Orfeo, sufre la mordedura de una serpiente mientras huía de los cortejos del indeseable Aristeo. Esta mordedura, fatal aún para una divinidad, la lleva al inframundo.
El viaje de Orfeo
Orfeo decide ir en su búsqueda al inframundo, dominado por Hades, para recuperar a su amada Eurídice. Su viaje inicia plantándose ante Caronte, aquel barquero que transporta las almas a través de la laguna Estigia, llevándolas al reino de la oscuridad, al inframundo. Ante Caronte pide que conduzca su barca para llegar hasta donde está Cerbero, el perro de tres cabezas, quien custodia la puerta al reino ctónico.
A Caronte logra convencerlo con el toque de la lira, por lo que usa la misma táctica con el terrible perro de tres cabezas, logrando así que las puertas le fueran abiertas y pudiese plantarse ante Hades para revelar el motivo de su viaje al lugar al que ningún vivo había ido antes: suplicarle para volver al reino de los vivos junto a Eurídice resucitada.
Hades, como los otros dos, sabiéndose Dios, por tanto capaz, accede a lo pedido, pero agrega una condición: no podrá volver la mirada a su amada hasta tanto no haya cruzado todo el camino de regreso a la tierra. Orfeo, adelante; Eurídice, siguiéndolo. Orfeo, impaciente, voltea la mirada para dar con su amada y, en el mismo momento en el que lo hace por impulso de su impaciencia, rompe la condición dada, haciendo que Eurídice sea regresada al reino de los muertos por segunda vez y para siempre.
Y ahora…a lo nuestro
Juancho Polo, alcohólico y talentoso acordeonero, sale de viaje desde Flores de María y se queda días y noches enteras en un bucle parrandero, dejando a Alicia, su embarazada esposa, pronta a dar a luz, sola en el pueblo. Durante el viaje, mientras Juancho Polo vivía en la parranda y lejos de su casa, pasaba los días tratando de sanar el guayabo con borrachera. Alicia sufre los dolores del parto y, contrario a la costumbre biológica de traer vida durante este, fallece al igual que su criatura. Se tienta uno a describir este episodio como una contradicción de la biología, pero la muerte, en vez contradecirla, lo que hace es reafirmarla.
Juancho Polo regresa a Flores de María, la tierra donde todo el mundo lo quiere, encontrando que en su ausencia había muerto su esposa Alicia y su futuro hijo. Canta Juancho Polo: “Como Dios en la tierra no tiene amigos/ como no tiene amigos anda en el aire”. Y le agrego, como anda en el aire, no oyó el pedido de Juancho: traer de vuelta a la vida a Alicia y su criatura.
Alicia, mortal como cualquier otra, no tuvo segundas oportunidades; Juancho Polo tampoco. Para Alicia no hubo una segunda vez y para siempre sino un simple, llano, mortal y crudo para siempre. Para Juancho Polo no hubo respuesta a su súplica; o sí: la respuesta fue no.
Cada canto ya fue cantado
Juancho Polo, contrario a Orfeo, no tuvo segundas oportunidades, al parecer reservadas sólo para los seres divinos, sin que eso significara que Orfeo hubiera tenido mejor suerte, pues ambos terminaron encarnando el verso de Goethe que dice así: «toda culpa se paga sobre la Tierra», teniendo que vagar con sus penas y siendo destrozados por estas. Orfeo, físicamente despedazado; Juancho Polo, según dicen, vendiendo los derechos de su canción para tener con qué poder seguir comprando trago y, esta vez, recordar a su adorada en cada parranda.
¿Sabía Juancho Polo que él era también Orfeo? No sé, seguro no, o seguro sí, pero tampoco es importante la pregunta, pues sólo basta recordar una premisa básica del psicoanálisis para darse cuenta de que esta es una banal, muy banal cuestión.
la historia de la humanidad se reproduce y se seguirá reproduciendo en cada hombre y mujer que venga al mundo. Cada sentimiento ya fue sentido antes por miles de millones de nuestros antepasados, cada canto ya fue cantado y cada pesar ya fue vivido. Al mundo vinimos cuando ya era mundo, no lo inventamos ni lo vimos crear, por eso Alicia fue Eurídice y Juancho Polo fue Orfeo.