lunes, septiembre 15, 2025
InicioPortadaAlicia Adorada es Eurídice

Alicia Adorada es Eurídice

Alicia Adorada para Juancho Polo y Eurídice para Orfeo. El acordeón para Juancho Polo y la lira para Orfeo. Ambos cantándole a lo mismo: al amor arrebatado por la muerte

Ányel Gyusseph Ardila Naranjo

Según el mito griego, Eurídice, ya casada con Orfeo, sufre la mordedura de una serpiente mientras huía de los cortejos del indeseable Aristeo. Esta mordedura, fatal aún para una divinidad, la lleva al inframundo.

El viaje de Orfeo

Orfeo decide ir en su búsqueda al inframundo, dominado por Hades, para recuperar a su amada Eurídice. Su viaje inicia plantándose ante Caronte, aquel barquero que transporta las almas a través de la laguna Estigia, llevándolas al reino de la oscuridad, al inframundo. Ante Caronte pide que conduzca su barca para llegar hasta donde está Cerbero, el perro de tres cabezas, quien custodia la puerta al reino ctónico.

A Caronte logra convencerlo con el toque de la lira, por lo que usa la misma táctica con el terrible perro de tres cabezas, logrando así que las puertas le fueran abiertas y pudiese plantarse ante Hades para revelar el motivo de su viaje al lugar al que ningún vivo había ido antes: suplicarle para volver al reino de los vivos junto a Eurídice resucitada.

Hades, como los otros dos, sabiéndose Dios, por tanto capaz, accede a lo pedido, pero agrega una condición: no podrá volver la mirada a su amada hasta tanto no haya cruzado todo el camino de regreso a la tierra. Orfeo, adelante; Eurídice, siguiéndolo. Orfeo, impaciente, voltea la mirada para dar con su amada y, en el mismo momento en el que lo hace por impulso de su impaciencia, rompe la condición dada, haciendo que Eurídice sea regresada al reino de los muertos por segunda vez y para siempre.

Y ahora…a lo nuestro

Juancho Polo, alcohólico y talentoso acordeonero, sale de viaje desde Flores de María y se queda días y noches enteras en un bucle parrandero, dejando a Alicia, su embarazada esposa, pronta a dar a luz, sola en el pueblo. Durante el viaje, mientras Juancho Polo vivía en la parranda y lejos de su casa, pasaba los días tratando de sanar el guayabo con borrachera. Alicia sufre los dolores del parto y, contrario a la costumbre biológica de traer vida durante este, fallece al igual que su criatura. Se tienta uno a describir este episodio como una contradicción de la biología, pero la muerte, en vez contradecirla, lo que hace es reafirmarla.

Juancho Polo regresa a Flores de María, la tierra donde todo el mundo lo quiere, encontrando que en su ausencia había muerto su esposa Alicia y su futuro hijo. Canta Juancho Polo: “Como Dios en la tierra no tiene amigos/ como no tiene amigos anda en el aire”. Y le agrego, como anda en el aire, no oyó el pedido de Juancho: traer de vuelta a la vida a Alicia y su criatura.

Alicia, mortal como cualquier otra, no tuvo segundas oportunidades; Juancho Polo tampoco. Para Alicia no hubo una segunda vez y para siempre sino un simple, llano, mortal y crudo para siempre. Para Juancho Polo no hubo respuesta a su súplica; o sí: la respuesta fue no.

Cada canto ya fue cantado

Juancho Polo, contrario a Orfeo, no tuvo segundas oportunidades, al parecer reservadas sólo para los seres divinos, sin que eso significara que Orfeo hubiera tenido mejor suerte, pues ambos terminaron encarnando el verso de Goethe que dice así: «toda culpa se paga sobre la Tierra», teniendo que vagar con sus penas y siendo destrozados por estas. Orfeo, físicamente despedazado; Juancho Polo, según dicen, vendiendo los derechos de su canción para tener con qué poder seguir comprando trago y, esta vez, recordar a su adorada en cada parranda.

¿Sabía Juancho Polo que él era también Orfeo? No sé, seguro no, o seguro sí, pero tampoco es importante la pregunta, pues sólo basta recordar una premisa básica del psicoanálisis para darse cuenta de que esta es una banal, muy banal cuestión.

la historia de la humanidad se reproduce y se seguirá reproduciendo en cada hombre y mujer que venga al mundo. Cada sentimiento ya fue sentido antes por miles de millones de nuestros antepasados, cada canto ya fue cantado y cada pesar ya fue vivido. Al mundo vinimos cuando ya era mundo, no lo inventamos ni lo vimos crear, por eso Alicia fue Eurídice y Juancho Polo fue Orfeo.

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Most Popular

Recent Comments

Tiberio Gutiérrez en El Proyecto MEGA
Fernando Acosta Riveros en Culpable o inocente, esa es la cuestión
Fernando Acosta Riveros en Reunión de urgencia del Grupo de La Haya
Fernando Acosta Riveros en Proteger a Petro, lo quieren matar
Fernando Acosta Riveros en Manifiesto por la paz mundial
esperanza moreno gutierrez en Carta de lector
Fernando Acosta Riveros en La democracia judicial mexicana
William Fortich Palencia en Cortar el césped, arrasar la tierra
Fernando Acosta Riveros en El megaproyecto del siglo XXI
Fernando Acosta Riveros en Francisco, el papa del sur
Fernando Acosta Riveros en Solidaridad con RTVC
LUZ HELENA VARGAS en Una jueza indómita
Fernando Acosta Riveros en Las chazas de la Che
WLDARICO FLOREZ -PEÑA en La metamorfosis del conflicto armado
Andrés Arévalo en Una serie con tedio anunciado
Eder José Scaldaferro Silvera en 50 ediciones de amor y lucha
Isaac Rafael Garcia en 50 ediciones de amor y lucha
Jorge Albeiro Gil Panesso en ¿Qué hay detrás de la COP16?
Alba Rocío Gomez Ramírez en El comunismo decrecentista
Luis Alfredo en Una ministra de racamandaca
Rodrigo en No hay dos demonios
Rodrigo en Petro en la mira
Rodrigo en 30 años sin Manuel
Rodrigo en ¿No se dan cuenta?
Rodrigo Carvajal en Elefantes blancos en Coyaima
Rodrigo Carvajal en No Más Olé
Rodrigo Carvajal en ¡A hundir el acelerador!
Rodrigo Carvajal en Semana contra el fascismo
Rodrigo Carvajal en Ucrania, ¿Otro Vietnam?
Rodrigo Carvajal en ¿Quién es Claudia Sheinbaum?
Rodrigo Carvajal en Odio y desinformación
Rodrigo Carvajal en La inflación y sus demonios
Rodrigo Carvajal en No cesa la brutalidad sionista
Rodrigo Carvajal en Putin gobernará hasta el 2030
Rodrigo Carvajal en De Bolsonaro a Lula