jueves, abril 25, 2024
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A defender el negocio

Hernán Camacho

Para provocar tempestades en tiempos de cambios, basta con hacer una ley para la prensa. Lo ocurrido en Ecuador con la reciente aprobación de la Ley de Medios y Comunicación, es la réplica de los vientos que soplan en el continente y que obligan a repensar el papel de los medios y la información.

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El presidente Rafael Correa, Hugo Chávez, la Cristina Kirchner o el Pepe Mujica, cuestionaron el poder económico en las grandes cadenas de información en cada uno de sus países y fueron declarados objetivos legítimos de una guerra irregular, el matoneo mediático.

El pretexto: defender a toda costa la libertad de prensa y opinión de los gobiernos enemigos y “dictatoriales”. Para ello, los dueños de los micrófonos, las cámaras y el papel logran crear una matriz de opinión en esa dirección, hacerla creíble y hasta creérsela. Pero para ser serios, lo que defienden es la libertad de empresa. Cosa muy diferente.

Los grandes conglomerados económicos en todo el mundo encontraron la fórmula para ser poder más allá de las esferas políticas, los gobiernos y sus círculos económicos. ¡Eureka! Como en días de feria los dueños del capital a lo largo de la última década arrasaron con todo: compraron cadenas de televisión, periódicos, frecuencias radiales y un largo etcétera, en el que se incluye la conciencia de los periodistas, todo.
Pero hay preguntas inquietantes que valen la pena analizar: ¿Será buenos negocios? Quien compre un periódico en tiempos de globalización, internet y Ipad es un jurásico, decían los opinadores en Colombia luego conocerse la reciente compra del diario El Tiempo, por el hombre dueño de las tres cuartas partes de la banca del país y ahora próspero hombre del campo con la adquisición de baldíos para campesinos en el Vichada, Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Entre zalamerías los colegas no perdían oportunidad para alabar las bondades humanas de un hombre multimillonario “desprendido”, que compra un periódico “para perder plata”. Ese debe ser un adalid de la libre prensa. Y si se me permite la desconfianza al escuchar tales afirmaciones, pensé: No creo en tanta generosidad junta. ¿Dónde está la bolita?

La relación entre poder, medios y empresa no es de hoy. La Radio Cadena Nacional, RCN, hace parte del grupo de empresas cuya dirección está a cargo del magnate de las gaseosas, Ardilla Lulle. La organización que lleva su nombre, tiene un flujo de caja –gastos operacionales- diario de un millón de dólares, cifra nada despreciables para sus negocios en la industria azucarera, de empaques, venta de carros y por supuesto la comunicación.

Pero el negocio de las comunicaciones no es para Ardilla Lulle, nada despreciable. Tiene en sus activos uno de los dos canales de televisión privado de mayor impacto, repartiéndose la torta de la pauta. Una cadena radial con 27 emisoras regionales y otro tanto de entretenimiento, sumado a las alianzas con los magnates del entretenimiento mundial como la multinacional de la comunicación FOX. Eso suficiente para pensar que la línea editorial de RCN Noticias o RCN Radio es aquella que sus negocios dictan.

Razón tiene el presidente Correa, cuando expone las bondades de la ley de medios en su país y revela cuáles son los intereses económicos tras bambalinas: “Usar los medios para proteger sus negocios”. Y no es descabellado, ni es la respuesta de un dictador tipo Banana Republic, que está en el ojo crítico de la prensa: no.

Basta echar una mirada por los publirreportajes, bien pagos por demás, de la multinacional Pacific Rubiales a los medios de comunicación tradicionales en nuestro país: radio, televisión e internet. Jugosos cifras económicas entran en juego para limpiar la cara de sus negocios de explotación de petrolera que trae consigo miseria y destrucción del medio ambiente para la región.

De hecho, hasta ponen y sacan directores de medios como sucedió en el caso de KienyKe. Y sin el menor recato la multinacional Rubiales sigue instigando en los medios mediante anuncios para mover los precios de sus acciones. A diario se escuchan en las cadenas de radio más escuchadas las proyecciones económicas, los hallazgos petroleros y las inversiones de la empresa en el país. Para qué oficina de relaciones públicas, Sí tienen micrófonos vespertinos a merced.

Ecuador puso el tatequieto de la mercantilización de la información. Su ley de medios no permite entre otros que empresas extranjeras o ciudadanos extranjeros posean medios de comunicación de carácter nacional. O que » Personas naturales o jurídicas concentren o acumulen las concesiones de frecuencias o señales para el funcionamiento de estaciones matrices de radio y televisión”

Lo que quiere decir es que la autoridad en telecomunicaciones “no podrá adjudicar más de una concesión de frecuencia radial o televisiva a una misma persona natural o jurídica». Eso es democratizar los medios de comunicación, defender la prensa y desechar el negocio.

La tinta, la máquina de escribir, la liberta, el olfato y la rotativa dejaron de ser místicos en el periodismo para estar secuestrados en las vísceras del capital. Eureka gritan los magantes que posan de periodistas mientras en su carrito de mercado compran medios criollos para proteger sus negocios. Ese es el negocio socio.

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