La noticia de la supuesta infiltración de las disidencias en el Gobierno se sostiene en un relato espectacular pero endeble
Federico García Naranjo
@garcianaranjo
“¡Alerta! ¡Máxima atención! Caracol Noticias y el diario El Tiempo revelan contundentes pruebas de la captura del Estado colombiano por las disidencias de alias “Calarcá”. Chats, correos, fotos y un gran acervo probatorio demuestran la complicidad del régimen del narcoterrorista Petro con las organizaciones criminales”. Así (palabras más, palabras menos) titularon los medios corporativos de comunicación sobre la noticia difundida por el canal propiedad del grupo empresarial Santo Domingo, y amplificada por unas conversaciones telefónicas difundidas por el diario propiedad de la Organización Sarmiento Angulo, que describieron una supuesta infiltración de las disidencias de las antiguas Farc entre altos funcionarios del Gobierno nacional.
Una de las reacciones que más llamó la atención (no se sabe si por su ingenuidad o su cinismo) fue la de muchos formadores de opinión que se mostraron “sorprendidos” ante las revelaciones, señalando que lo descrito por Caracol constituía algo nunca antes visto en la política colombiana. Llama la atención, digo, porque muchos de esos opinadores se beneficiaron del contubernio de las mafias con las clases dominantes durante los años setenta y ochenta, para luego aplaudir que paramilitares, narcotraficantes y políticos se aliaran para tomar amplias franjas del Estado durante los años noventa y el primer decenio del siglo XXI.
Voceros de un Establecimiento que desde siempre ha utilizado la violencia y se ha beneficiado de los negocios ilegales, ahora fingen sorpresa porque dos de sus medios corporativos revelan vínculos del crimen con funcionarios del Gobierno. En cualquier caso, debe quedar claro que de ser ciertas las revelaciones, o al menos parte de ellas, los responsables deberán comparecer ante la justicia.
“Prueba reina”
La investigación periodística, presentada como un riguroso trabajo en equipo de más de un año de duración, se sostiene en los documentos incautados a Alexander Díaz Mendoza, Calarcá, líder de un grupo armado disidencia de la disidencia de Iván Lozada, o “Ivan Mordisco”. En julio del año pasado, Calarcá y varios de sus compañeros fueron detenidos en un retén del ejército, pero fue dejado en libertad horas después por orden de la Fiscalía debido a que el grupo que lidera, el Estado Mayor de Bloques y Frentes, EMBF, adelanta diálogos de paz con el Gobierno.
La Fiscalía, si bien ordenó liberar a Calarcá, retuvo el material incautado como computadores, celulares y memorias USB. Ahora, tras dieciséis meses de acumular polvo en los anaqueles de la Fiscalía, parte de esos documentos son filtrados a Caracol y a El Tiempo y el ente acusador manifiesta que, ahora sí, van a empezar a investigar a fondo. Lo cierto es que las pruebas son la transcripción de unos chats que ya fueron desestimados como falsos, la grabación de una conversación telefónica entre el teniente coronel retirado de la Policía Flaminio Quitián y un expolicía de nombre Yonatan Sánchez, donde se hace pasar a este último como si fuese Wilmar Mejía, el director de inteligencia de la DNI, unos correos electrónicos donde se menciona a “un general” que colabora con las disidencias (supuestamente el general Juan Miguel Huertas), el testimonio de un supuesto miembro anónimo del EMBF que corrobora la historia y poco más.
De nuevo, si algún funcionario de este Gobierno está cometiendo delitos, debe ser castigado, pero lo expuesto por Caracol Noticias y El Tiempo no es un “rompecabezas” de pruebas que demuestren tal cosa, sino un amasijo de medias verdades, montajes, datos sacados de contexto y probablemente alguna verdad. El presidente Petro esgrimió la tesis de que los medios de comunicación fueron engañados por agentes de la CIA, pero al final, si fueron utilizados, cometieron una ligereza o forman parte de un plan de desestabilización, es algo que debe ser materia de investigación.
Capítulo aparte merece la cobertura mediática sobre las “revelaciones” de Caracol y El Tiempo. Además de que todos cerraron filas para asumir sin lugar a dudas que el contenido de la noticia era cierto, ninguno se tomó el trabajo de tomar en serio las explicaciones dadas por el presidente Petro, en especial en su alocusión del 28 de noviembre en la que declaró que el general Huertas no se encontraba vinculado al Gobierno para la época de las grabaciones, que quien habla en las conversaciones no es el director de inteligencia de la DNI Wilmar Mejía, que es absurdo acusar al Gobierno de promover la creación de empresas privadas de seguridad que actúen como fachada de grupos ilegales, cuando el propio Petro ha sido quien más ha combatido este tipo de prácticas, en fin, explicaciones.
No, los medios se centraron en que Mejía es licenciado en educación física, no está capacitado para dirigir la inteligencia y lideró las “purgas” de oficiales en los últimos meses. O en que el general Huertas es muy cercano a Petro y fue retirado del Ejército en 2021, sin aclarar que su retiro se debió a que se negó a hacer un operativo militar en conjunto con paramilitares. Incluso Felipe Zuleta en Blu Radio llegó a decir que la defensa del general Huertas por parte de Petro revelaba su “carácter guerrillero”.
El momento político
Independientemente de que lo revelado por Noticias Caracol sea parcial o totalmente cierto, no deja de ser llamativo, además, el momento escogido para publicar la noticia, cuando el Gobierno anuncia un acuerdo parcial con las disidencias de Calarcá. El presidente denunció que en realidad lo que se esconde tras este montaje es una verdadera infiltración de los organismos de seguridad del Estado que quiere ocultarse y que muchos exmiembros de estos organismos fijan sus esperanzas en una derrota electoral de la izquierda en 2026 para ser restituidos en las filas y volver a sus andanzas.
Lo cierto es que este espectacular pero endeble relato se lanza justo cuando se conoce la condena por paramilitarismo de 28 años contra Santiago Uribe Vélez. Una noticia que, esa sí, revela los profundos vínculos de nuestra élite con el crimen, pero que pasó prácticamente desapercibida para los medios de comunicación.
Chisme mata condena. Esas son las prioridades.







