En El Capital, Marx disecciona el modo de producción capitalista, mostrando sus mecanismos de explotación sin ningún tipo de velos o vicios de los economistas clásicos. Llamó a uno de ellos, La Ley General de Acumulación Capitalista, concepto clave para entender la lucha de clases en América Latina
Bryan Nicolás Roa
Marx notó en sus investigaciones que los economistas clásicos estaban muy cómodos con la idea de que, en algún punto del perfeccionamiento del capitalismo, y con el desarrollo de las fuerzas productivas, había tanta ganancia y salarios exorbitantes que de pronto los proletarios se dedicaban a engendrar hijos, siendo muy buenos en la tarea. Esto, según ellos, a la larga generaba un excedente de obreros; hacía que los salarios disminuyeran; que se ralentizara la abundancia y hubiese grandes cantidades de desocupados, trastocando las sagradas leyes de la oferta y la demanda.
Nada más lejos de la realidad. Marx descubre que en la acumulación ampliada de capital, junto con la acumulación originaria, y al mismo tiempo en el que se ha librado la franca lucha de capitalista contra capitalista en un proceso de concentración de capital subyace el mecanismo, que él mismo denominó como composición orgánica del capital: el valor variable del capital que consiste en una parte constante -los medios de producción-, y otra variable, -la fuerza de trabajo-, o la relación que existe entre la parte de valor del capital que se convierte en capital constante y la parte que se convierte en capital variable, tiende a decantarse por el aumento en los medios de producción a costa de la fuerza de trabajo.
Este mecanismo se generaliza hacia todas las ramas de la producción y perdura en el tiempo, aumentando la cantidad de obreros desocupados. El resultado es la formación de una superpoblación obrera, la cual entra a competir con los obreros ocupados en los ciclos industriales de baja producción, produciendo lo que Marx llamó la Ley de Población en el modo de producción capitalista donde concluye que “es la ley de acumulación capitalista la que determina a la población, y no a la inversa”.
La Marginalidad
A mediados del siglo XX la situación socioeconómica de la mayoría de la clase obrera en América Latina era penosa; tanto para los barrios pobres urbanos, como para los campesinos minifundistas, una cantidad inmensa de problemas: hambre, analfabetismo, hacinamiento, así como desocupación o subocupación, es decir, grandes cantidades de personas tenían que dedicarse a diversas actividades de subsistencia y supervivencia por fuera del mercado laboral.
Sobre este escenario, los teóricos del desarrollismo concibieron una descripción de esta situación y no apostaron sino a pensar que se debía a que una masa social aún no había podido integrarse al desarrollo interno del capitalismo, quedándose en condición de marginalidad, en resumen, al margen del progreso. Mas pronto que tarde, en los sesenta y setenta, teóricos marxistas como Aníbal Quijano, José Nun, Ruy Mauro Marini, etc. superaron este prejuicio conceptual dando con la ley de población desarrollada por Marx; estaban ante el famoso Ejercito Industrial de Reserva, conservando el nombre para explicar la situación obrera de la región.
Estos teóricos plantearon tres grandes preguntas alrededor de la marginalidad a saber: si el ejercito industrial de reserva se determinaba por su funcionalidad o disfuncionalidad al capitalismo; o si la baja absorción de la fuerza de trabajo debía atribuirse al poco desarrollo de las fuerzas productivas, o más bien si había sectores pre o no capitalistas; y si en la explotación del capital existía solamente la contradicción trabajo asalariado-capital. Después de sendos debates acerca del alcance y poder explicativo de la categoría que devino en toda una corriente teórica, en los ochenta, una investigadora de la República Federal de Alemania, Veronika Thomsen, en su ensayo Marginalidad en América Latina. Una Crítica de la Teoría 1981 revoluciona el concepto de forma magistral.
Tres paradojas
La autora supera estos debates y explica la naturaleza procesal de la Marginalidad ampliando el concepto con tres paradojas del sistema capitalista en América Latina: en primer lugar, niega la disfuncionalidad de un ejército de reserva para el capitalismo, arguyendo que la generalización del trabajo de subsistencia como subordinación de los productores al capital, no es una transición al capitalismo desarrollado, sino un producto de este.
En segundo lugar, los trabajadores “superfluos” que mantienen la producción de subsistencia nacen a raíz del desarrollo de las fuerzas productivas, ya que en el sistema capitalista no se desarrollan las fuerzas productivas de la existencia humana inmediata, es al revés, estas se sub desarrollan, -alimentos con bajo nivel nutritivo, mala calidad de la ropa, contaminación del ambiente, etc.- Por último, la autora señala que los trabajos de subsistencia nutren y exacerban la contradicción salario-trabajo entre los trabajadores ocupados y los “superfluos”, un mecanismo genuinamente capitalista dentro de la teoría marxista.
Con estas tres paradojas, Thomsen deviene la Marginalidad en categoría histórica y la hace necesaria para entender el fenómeno en América Latina, debido a que los ciclos de atracción y repulsión de la fuerza de trabajo industrial clásicas, por su gran extensión y características, se quiebran, dejando grandes masas de población estructuralmente “estancada” en formas de trabajo de supervivencia y de subsistencia, convirtiendo a la fuerza de trabajo en un “recurso natural” para el capitalismo tardío, eximiéndolo de la responsabilidad de velar por la reproducción de la fuerza de trabajo, y al mismo tiempo apropiándose de las ganancias.
Hoy, el concepto podría ser útil para explicar las formas en las que entendemos las grandes masas de población que se encuentran en la informalidad, o los trabajadores que se encuentran en un régimen de trabajo precarizado, y aún más, la regresión de las conquistas obreras en cuanto a la ocupación, ya que, como advirtió Marx, la relación entre trabajo asalariado y trabajo precario se encuentra en proporción cada vez más desigual, a favor de la acumulación capitalista.
Hoy el concepto podría ser útil para explicar las formas en las que entendemos las grandes masas de población que se encuentran en la informalidad, o los trabajadores que se encuentran en un régimen de trabajo precarizado.