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Trabajo invisible, opresión visible

En 1969, Margaret Benston propuso una lectura marxista-feminista que transformó la comprensión del trabajo doméstico. Su ensayo The Political Economy of Women’s Liberation sigue siendo clave para pensar la reproducción, el capital y la desigualdad de género en el presente

Anna Margoliner
@marxoliner

A finales de la década de 1960, en plena efervescencia de los movimientos por los derechos civiles, el feminismo y el anticapitalismo, la filósofa y científica canadiense Margaret Benston publicó un ensayo que marcaría un punto de inflexión en el pensamiento feminista marxista: The Political Economy of Women’s Liberation 1969.

En este texto, Benston articula una crítica al capitalismo desde la experiencia concreta de las mujeres, centrándose en el trabajo doméstico como una dimensión central ─pero históricamente invisibilizada─ de la explotación económica.

Su aporte no solo problematizó la relación entre el sistema capitalista y la opresión de las mujeres, sino que además inauguró una línea teórica que influenciaría a generaciones de pensadoras feministas en todo el mundo. Hoy, en contextos donde el trabajo de cuidados sigue sin ser reconocido ni remunerado adecuadamente, sus planteamientos conservan una poderosa vigencia.

Una crítica al corazón del sistema

En The Political Economy of Women’s Liberation, Benston parte de una premisa clara: para comprender la opresión de las mujeres es necesario analizar su rol en el proceso económico. Desde una perspectiva marxista, sostiene que las mujeres constituyen una reserva de fuerza de trabajo barata y flexible, y que su rol en la producción de bienes y servicios no puede entenderse sin considerar también su función en la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, en el trabajo doméstico no remunerado.

Benston argumenta que el trabajo doméstico es fundamental para el funcionamiento del capitalismo, ya que garantiza diariamente la existencia de trabajadores aptos para vender su fuerza de trabajo. Cocinar, limpiar, criar hijos, cuidar enfermos y mantener el hogar no solo beneficia a la unidad familiar, sino que sostiene el sistema económico en su conjunto. Sin embargo, al no ser considerado “trabajo” en sentido formal, no es remunerado, no otorga derechos laborales ni es reconocido en las estadísticas económicas.

Además, Benston sostiene que la subordinación económica de las mujeres ─al estar muchas veces confinadas al hogar o depender económicamente del ingreso masculino─ las hace más vulnerables a diversas formas de control, exclusión y violencia. Así, su dependencia no es simplemente una cuestión cultural o psicológica, sino estructural: el capitalismo necesita que una parte importante del trabajo social se realice gratis para sostener su tasa de ganancia.

El contexto: feminismo, marxismo y revolución

La obra de Margaret Benston aparece en un momento de intensos debates dentro del feminismo. A fines de los años 60, muchas mujeres comenzaron a cuestionar los límites del feminismo liberal, que se centraba en la igualdad jurídica sin abordar las raíces económicas de la desigualdad. Paralelamente, el movimiento marxista tradicional había tendido a reducir la opresión de las mujeres a un “problema secundario” o a una cuestión que se resolvería automáticamente con la abolición del capitalismo.

Benston desafió ambas posturas. Afirmó que el feminismo debía incorporar una crítica radical a la estructura económica y, al mismo tiempo, que el marxismo debía replantear sus categorías para incluir el análisis del trabajo reproductivo. Su ensayo se publicó en Monthly Review, una de las revistas marxistas más influyentes de la época, lo que amplificó su impacto en círculos intelectuales y militantes de izquierda.

Este texto fue también parte del surgimiento de una corriente conocida como feminismo marxista o socialista, que tendría entre sus exponentes posteriores a autoras como Silvia Federici, Angela Davis o Mariarosa Dalla Costa, quienes profundizaron la crítica a la invisibilización del trabajo reproductivo en el análisis económico tradicional.

Margaret Benston: ciencia y compromiso

Margaret Benston (1937-1991) fue una intelectual canadiense que combinó su formación en ciencias exactas con un profundo compromiso político. Profesora de química y ciencias computacionales en la Universidad Simon Fraser, en Vancouver, Benston también fue una activa militante feminista y socialista. Su pensamiento se caracteriza por la claridad conceptual y la capacidad de tender puentes entre disciplinas que tradicionalmente se mantenían separadas: la economía política, el feminismo y las ciencias.

A lo largo de su vida, participó en múltiples iniciativas por la equidad de género dentro y fuera del ámbito universitario. Aunque su obra escrita no es extensa, su ensayo de 1969 se convirtió en una de las referencias más citadas del feminismo marxista, y continúa reeditándose en antologías feministas y estudios sobre trabajo de cuidados.

Un legado que interpela al presente

Más de cinco décadas después, las ideas de Margaret Benston resuenan con fuerza en los debates contemporáneos sobre trabajo, género y economía. En un mundo donde la crisis de los cuidados se ha hecho más visible ─especialmente durante la pandemia de COVID-19─, y donde el trabajo doméstico sigue siendo realizado mayoritariamente por mujeres, muchas veces sin pago ni reconocimiento, su análisis sigue ofreciendo herramientas para pensar formas más justas y sostenibles de organización social.

En la actualidad, cuando gobiernos y organismos internacionales debaten sobre cómo valorar económicamente el trabajo reproductivo, y movimientos sociales exigen políticas públicas que garanticen derechos para quienes cuidan, el planteamiento central de Benston cobra nueva vida: no habrá verdadera liberación de las mujeres sin transformar radicalmente la economía y el modo en que distribuimos el trabajo necesario para sostener la vida.

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