Desde uno de los lugares más bombardeados del planeta, la joven periodista palestina Huda Hegazi ha alzado su voz para narrar la vida bajo fuego. Su trabajo, seguido por miles en redes sociales, se ha convertido en testimonio y denuncia ante un mundo que muchas veces guarda silencio
Flora Zapata
En medio de las ruinas de Gaza, mientras la artillería y los drones israelíes no dan tregua, la periodista palestina Huda Hegazi transmite, con palabras y grabaciones, la vida cotidiana bajo el asedio. Con apenas un celular y una conexión intermitente a internet, ha logrado posicionarse como una de las voces más visibles del periodismo ciudadano palestino, reportando desde el corazón mismo del conflicto.
En sus publicaciones, que recorren redes sociales como Instagram, X y TikTok, Hegazi documenta tanto las violaciones a los derechos humanos como los actos de resistencia cotidiana: madres buscando a sus hijos entre los escombros, jóvenes asistiendo a heridos, ancianos compartiendo el último pan en un refugio. Sus contenidos no solo informan: conmueven, movilizan y confrontan.
El rostro joven de la resistencia informativa
Huda Hegazi representa una nueva generación de periodistas palestinas que, frente al bloqueo informativo y la censura, han convertido sus cuerpos y celulares en trincheras de verdad. Con menos de 30 años, se ha enfrentado a lo que pocos podrían imaginar: la muerte de familiares, la destrucción de su vecindario y la amenaza constante de un ataque, sin abandonar su compromiso por contar lo que ocurre.
“¿Por qué nadie nos escucha?”, preguntó en una de sus transmisiones, con la voz entrecortada por el llanto, luego de que su casa quedara parcialmente destruida por un bombardeo. En esos momentos de vulnerabilidad, Huda no solo informa, también interpela. Su periodismo es testimonio, denuncia y resistencia.
Herencia doble
Huda Emad Hegazi nació en Linares (Jaén, España) alrededor de 1998–1999, siendo hija de padres palestinos que emigraron a España en 1985: su padre, Emad Hegazi, llegó para estudiar ingeniería y se estableció luego como profesor en Linares; su madre, Reem Skaik, también de origen palestino, se unió a él en la ciudad andaluza.
Sus cuatro hijos nacieron en Linares, pero Huda eligió regresar a Gaza en 2016 junto con su madre y hermanos para una visita que se convirtió en residencia permanente tras el cierre del paso fronterizo de Ráfah por Egipto. Desde entonces, ella vive en Gaza como periodista, mientras parte de su familia reside nuevamente en España tras su repatriación en 2025. Aunque sus hermanos y madre regresaron a Linares, ella decidió quedarse para continuar informando desde la Franja de Gaza.
Una cobertura desde adentro
Lo que distingue el trabajo de Hegazi no es solo su cercanía al conflicto, sino su manera de narrarlo. No cubre el genocidio en Gaza como una observadora externa, sino como una sobreviviente, como parte de una comunidad asediada que exige ser vista y escuchada.
En sus reportes, denuncia el impacto de los ataques israelíes sobre hospitales, escuelas, mercados y viviendas. También narra el colapso del sistema de salud, la escasez de agua potable y alimentos, y la sistemática violación de derechos básicos. Pero más allá de las cifras, son las historias personales las que dan fuerza a su voz: niñas amputadas, bebés prematuros sin incubadora, madres que dan a luz entre escombros.
La censura y los riesgos de informar
Huda no solo enfrenta el peligro físico que implica vivir bajo constantes bombardeos, sino también una agresiva campaña de silenciamiento en redes sociales. Varios de sus videos han sido eliminados de plataformas como Instagram o TikTok, y sus cuentas han sido temporalmente restringidas por supuestas “violaciones a las normas comunitarias”. Para muchos, estas acciones se inscriben en una tendencia más amplia de censura a voces palestinas.
A pesar de estas limitaciones, ella sigue informando. Sus seguidores ─que suman cientos de miles─ se han convertido en una comunidad activa que replica su contenido, la apoya y la protege digitalmente. En múltiples países, su rostro ha sido levantado en manifestaciones como símbolo de la voz palestina que no se deja apagar.
En un contexto en que el acceso de medios internacionales a Gaza es extremadamente limitado, su trabajo periodístico se ha convertido en algo indispensable. Ella no solo cubre el presente, sino que documenta para la historia. Cada testimonio que recoge, cada imagen que comparte se transforma en memoria colectiva que se opone al olvido.
Desde su labor, Huda reconfigura lo que entendemos por periodismo en zonas de guerra. Su enfoque combina sensibilidad, verdad y denuncia. Lo hace sin respaldo institucional, sin equipos de producción ni garantías de seguridad. Lo hace porque, como ha dicho ella misma, “callar es morir lentamente”.
Un llamado a la acción
Diversas organizaciones de derechos humanos han citado sus reportes como pruebas clave de crímenes de guerra y han denunciado los intentos de silenciarla. En paralelo, colectivos periodísticos y activistas han impulsado campañas para proteger su integridad y garantizar la difusión de su trabajo.
Mientras Gaza sigue siendo devastada, la voz de Huda se escucha desde lo más profundo del sufrimiento humano. Su labor interpela a medios, gobiernos y ciudadanías del mundo entero. ¿Cómo seguir mirando hacia otro lado, cuando una joven periodista arriesga su vida para que la verdad no muera?