viernes, septiembre 12, 2025
InicioEdición impresaUna flor para Aída Avella

Una flor para Aída Avella

A pesar de la intolerancia, los ataques, amenazas, allanamientos, atentados y hasta el injusto destierro al que se vio sometida durante más diecisiete años, Aída Avella Esquivel jamás ha flaqueado en su dignidad política y revolucionaria ni ha sentido miedo en ningún momento de su vida.

Aída Avella.
Aída Avella.

José Luis Díaz-Granados

Con mi querida, admirada y entrañable Aída Avella Esquivel no solemos decirnos nunca “compañeros”, “camaradas” o “hermanos”, siéndolo, porque desde hace más de cuatro décadas nos llamamos simple y llanamente: “vecinos”.

Entonces devuelvo la máquina del tiempo y por unos minutos contemplo a aquella muchachita carismática, de piel trigueña, ojos vivaces y trenzas de espiga, que esperaba cada mañana en la esquina de la calle 45 con carrera 19 el bus que la conducía al Centro Administrativo Nacional, donde dirigía los más aguerridos trabajos sindicales en el Ministerio de Educación Nacional.

Su compañero trabajaba conmigo al frente de donde laboraba Aída, en el DANE, donde alternábamos las funciones propias de nuestras oficinas con marchas internas y tareas de agitación, que compartíamos con estadísticos, académicos, funcionarios y trabajadores, bajo el liderazgo de un conocido dirigente sindical que por razones que no vienen al caso, y que nunca he acabado de entender, terminó siendo vicepresidente de la república.

No fueron pocas las veces que los que laborábamos en todas las entidades del CAN nos dirigíamos a los amplios parqueaderos del Ministerio de Educación y, de verdad, escuchábamos asombrados y seducidos las valerosas arengas que mi vecina, en la fase final de su embarazo, destinaba a los centenares de trabajadores desde la plataforma de un camión.

Que yo recuerde, Aída nunca perdió un debate, ni un enfrentamiento con autoridad alguna, ni una convocatoria, ni un paro. En los cargos de mayor responsabilidad demostró ser absolutamente fiel a su pensamiento comunista y a su sensibilidad social: como concejal, como dirigente de los trabajadores estatales, como presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, como presidenta y encarnación de la Unión Patriótica y como candidata a la vicepresidencia de Colombia, con la luminosa compañía de Clara López Obregón, futura y próxima alcaldesa de Bogotá Popular.

A pesar de la intolerancia, los ataques, amenazas, allanamientos, atentados y hasta el injusto destierro al que se vio sometida durante más diecisiete años, Aída Avella Esquivel jamás ha flaqueado en su dignidad política y revolucionaria ni ha sentido miedo en ningún momento de su vida.

Pero como alguna vez le oí que solamente le tenía temor, susto y pánico visceral, a los poetas, entonces, para librarla de ese único pavor, he resuelto leer estos versos, escritos en honor de mi más entrañable vecina en todos los tiempos:

Aída, estrella de la paz,
Agua de luz en la sombra.
Aída, rosa de acero,
Espada en pluma de alondra.

Bandera de los obreros
Lámpara para sus frondas.
Aída, flor de futuro,
Armonía laboriosa.

Símbolo que cada día
Hombres y mujeres nombran:
Aída Avella Esquivel,
Emblema y luz de Colombia.

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments

Tiberio Gutiérrez en El Proyecto MEGA
Fernando Acosta Riveros en Culpable o inocente, esa es la cuestión
Fernando Acosta Riveros en Reunión de urgencia del Grupo de La Haya
Fernando Acosta Riveros en Proteger a Petro, lo quieren matar
Fernando Acosta Riveros en Manifiesto por la paz mundial
esperanza moreno gutierrez en Carta de lector
Fernando Acosta Riveros en La democracia judicial mexicana
William Fortich Palencia en Cortar el césped, arrasar la tierra
Fernando Acosta Riveros en El megaproyecto del siglo XXI
Fernando Acosta Riveros en Francisco, el papa del sur
Fernando Acosta Riveros en Solidaridad con RTVC
LUZ HELENA VARGAS en Una jueza indómita
Fernando Acosta Riveros en Las chazas de la Che
WLDARICO FLOREZ -PEÑA en La metamorfosis del conflicto armado
Andrés Arévalo en Una serie con tedio anunciado
Eder José Scaldaferro Silvera en 50 ediciones de amor y lucha
Isaac Rafael Garcia en 50 ediciones de amor y lucha
Jorge Albeiro Gil Panesso en ¿Qué hay detrás de la COP16?
Alba Rocío Gomez Ramírez en El comunismo decrecentista
Luis Alfredo en Una ministra de racamandaca
Rodrigo en No hay dos demonios
Rodrigo en Petro en la mira
Rodrigo en 30 años sin Manuel
Rodrigo en ¿No se dan cuenta?
Rodrigo Carvajal en Elefantes blancos en Coyaima
Rodrigo Carvajal en No Más Olé
Rodrigo Carvajal en ¡A hundir el acelerador!
Rodrigo Carvajal en Semana contra el fascismo
Rodrigo Carvajal en Ucrania, ¿Otro Vietnam?
Rodrigo Carvajal en ¿Quién es Claudia Sheinbaum?
Rodrigo Carvajal en Odio y desinformación
Rodrigo Carvajal en La inflación y sus demonios
Rodrigo Carvajal en No cesa la brutalidad sionista
Rodrigo Carvajal en Putin gobernará hasta el 2030
Rodrigo Carvajal en De Bolsonaro a Lula