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Libertador: película sin fronteras

¿Qué por qué me gustó la película Libertador de Edgar Ramírez? Porque reúne la síntesis si necesaria para mostrar una vida laberíntica y compleja como la de Simón Bolívar.

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Armando Orozco Tovar

Ramírez con bastante similitud muestra al personaje acercándolo a los acontecimientos que desde sus primeros años lo conformaron con una personalidad única de rebelde parecida a la de cualquiera de los líderes populares surgidos en estas feraces tierras americanas de todos los tiempos. Bolívar de infante mamó teta de la negra Hipólita, una esclava de la hacienda de su padre cuando tempranamente quedó huérfano de madre: Ella fue su nodriza, hasta cuando ya vieja se la encontró en la casona derruida por la guerra. Este dato, por ejemplo, en la enseñanza escolar colombiana no se referencia con importancia por el racismo clasista existente. Como sí muestra este amor por su madre negra el cineasta venezolano.

Otro dato de las bondades de la producción son sus años adolescentes en la corte española, venciendo en esgrima premonitorio al príncipe. Luego lo revelará casado con cortesana, llegando a Venezuela con su adorable esposa, muerta prontamente de fiebre amarilla al picarla un zancudo Aedes aegypti, después del disfrute de las mieles de la luna sobre la yerba húmeda e imantada de olor macondiano de guayaba. El cual no resultó medicinal como su rico consorte esperaba. Se ve en París viudo y despechado por la muerte de su joven esposa , donde se dedica al amor libre en toda su extensión, sin meterle a los “cigarrillos levemente opiados”, ni tampoco a las bebidas espiritosas. Sólo le jala al sexo del cual resultó afiliado como buen tropical y caribeño.

Me gustó el personaje del “Precursor” Miranda, y el momento en que con otros libertarios lo entregan al chapetón gobernador de Caracas, que desde mucho antes le tenía ganas a Bolívar, salvándolo las ricas familias mantuanas, pero extrañándolo de la capitanía a las inhóspitas tierras de los palenques cartageneros. Los paisajes y las batallas mostradas son estupendos, como el paso de los Andes. El encuentro con Páez en los Llanos. Aquel león de Apure, negado a acompañarlo en el cruce del Páramo de Pisba, para derrotar definitivamente a los realistas en Vargas y Puente de Boyacá.

Antes, y al comienzo de la cinta, se muestra su poético surgimiento de un Bolívar, arengando sobre la libertad, a pescadores pobres de las riberas del río Magdalena, creando su propio ejército de desarrapados al que no acompaña Santander enviado de Cartagena a la liberación de Venezuela, porque el jurista veía con sus leyes en todo fronteras fundadas e imaginarias por los amos ibéricos. Es cuando Bolívar al liberar Caracas nace como Libertador. Después estará en Bogotá, Quito, Lima, y fundará a Bolivia en el altiplano peruano, la nueva nación, que tendrá su nombre. En Perú conoce a Manuela Sáenz, su libertadora de múltiples traiciones, como cuando lo sacó a empujones por una ventana de la habitación donde dormía, antes de ser asesinado por sicarios.

Derrotado pero no vencido como el famoso personaje del Viejo y el mar de Hemingway, sale para Cartagena, donde se entrevista con el jurista Francisco de Paula, preso en las mazmorras amuralladas, librándolo Bolívar de un inminente fusilamiento, para luego continuar el Libertador su lucha librando de godos la realista Santa Marta.

El Libertador es nuevamente vendido e igual que una metáfora del fusilamiento del Che en Higueras (Bolivia), dice al final de la película de Edgar Ramírez: ¡Disparen! Negando la eterna versión creada por sus enemigos y de su proyecto bolivariano, porque falleció como se muestra en la cinta no de tisis simulada sino de plomo o plomonía.

Alegría de Pio. 1/9/2015 11:25 A.M

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