domingo, junio 29, 2025
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Palabra itinerante: Lascivia ibérica

Jaime Cedano Roldán

La mirada lujuriosa del presidente Mariano Rajoy se estremece cuando mira a Juan Manuel Santos. Se concentra en sus curvas de vértigo, en sus alocadas protuberancias y en sus aún vírgenes profundidades. Le mira con la ilusión con que el perdido náufrago mira la tabla que puede llevarle a milagrosa playa. Tanta atracción no siempre ha existido. Antes había cierto desprecio, un notorio desdén. Indiferencia. Pero es que hoy las curvas, protuberancias y cavidades de Juan Manuel son más evidentes y no solo porque se haya operado las arrugas de los parpados cual efebo dionisíaco. Es que hoy las apetencias de Don Mariano son más urgentes, están mas insatisfechas y pena de necesidades. En cambio el aristócrata criollo está muy de merecer. Es que arrebatan sus dotes y donaires. Que por allí las hidroeléctricas, el oro y el carbón. Por allá las comunicaciones, la banca e infraestructuras. Y podrían salvar a Mariano. Sacarlo de la crisis. Y Juan Manuel se deja querer. Se deja admirar. Le encanta y no disimula la coquetería. Se deja cortejar. Y los empresarios españoles le abrazan, le adulan, lo enamoran.

santos rajoy

Santos les habla de las posibilidades de invertir en Colombia y olvidando a los arruinados productores, gentuza plebeya, alaba las bondades del TLC. Bienvenido el segundo desembarco. Luego saca su pose más varonil y auto alaba su destreza para hacer la guerra. Y lo repite varias veces para que no queden dudas . Sin mencionar para nada la conducción yanqui de las acciones contra insurgentes. Saca de la chistera estadísticas desconocidas sobre la superación de la pobreza y para asombro manifiesto del auditorio dice que con su gobierno e ingenio los pobres tienen ingresos seis veces mayores que los de los más ricos. Que la Ley de Victimas es un deslumbramiento y su Ley de justicia y paz la octava maravilla del mundo. Los entrevistadores del diario El país y de la cadena Ser cumplen a cabalidad el libreto oficial lisonjero y exclaman extasiados que “su obra se inscribirá en los anales del arte de gobernar” y de paso no ahorran epítetos descalificadores contra la cruel insurgencia levantada en armas contra “la sociedad democrática”.

Y culmina la jornada sentado a manteles reales en elegante salón de borbónicos elefantes.

Y así, como sacado de un cuento de hadas, pasó por Madrid el nuevo Rey Midas.

El amado, el deseado.

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