Combatir el hambre y la pobreza, promover la seguridad alimentaria, generar una mayor integración en todos los paises de la región, son tareas prioritarias de los gobiernos del más dinámico bloque regional de integración en el continente. La Celac, reunida en La Habana, ratificó su vocación de paz, solidaridad e independencia frente a los grandes centros de poder.
Alberto Acevedo
El pasado martes 28 de enero, al cierre de la presente edición, comenzó deliberaciones en el Palacio de las Convenciones, de La Habana, la segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, con la presencia de unos 40 jefes de estado, en representación del bloque de integración regional, y de varios países de Europa y otras latitudes.
Con apenas dos años de vida, la CELAC se muestra como el mecanismo de integración más dinámico en el continente y un polo de atracción hacia otros ejes de desarrollo. Tanto así, que por primera vez a una reunión de esta naturaleza, asiste la Unión Europea, interesada en disputarle el comercio a los Estados Unidos en esta parte del planeta.
Al inicio de las deliberaciones, Raúl Castro, anfitrión y presidente pro témpore de CELAC, propuso declarar a América Latina y el Caribe como “zona de paz”, en donde el continente no sea escenario de guerras o agresiones fratricidas. Sobre este particular, el vice canciller cubano, Abelardo Moreno, había manifestado antes de la cumbre: “Es preciso que los jefes de Estado y gobiernos de la región lleguen al acuerdo de que cualquier diferendo, cualquier conflicto, siempre se resuelva por las vías del diálogo, de la negociación y que nunca se llegue ni a la amenaza ni al uso de la fuerza”.
Sin conocerse el grueso de las conclusiones de la reunión, trascendió sin embargo que uno de los retos futuros de la alianza, que reúne a 33 países, y se constituye en el tercer bloque comercial más potente del planeta, con un crecimiento en su producto interno bruto del 3.1 por ciento en el año 2012, será la lucha contra la pobreza y las inequidades sociales.
En América Latina y el Caribe, más de cincuenta millones de personas padecen el flagelo del hambre y la pobreza, por falta de empleo, oportunidades y justicia social. Esta situación impone la necesidad de un acuerdo de principios para erradicar este problema. De hecho, los miembros de Petrocaribe suscribieron ya un acuerdo, con apoyo técnico de la Agencia para la Alimentación de las Naciones Unidas, FAO, para impulsar programas orientados a la ‘seguridad alimentaria’ de sus naciones.
Solidaridad
Con la FAO se examinó la cuestión de que los países más afectados por la pobreza son los que dependen de las importaciones agrícolas y por ello se hace necesario robustecer la agricultura familiar como instrumento de fortalecimiento de la ‘seguridad alimentaria’.
Otra novedad en la cumbre de La Habana, es que Venezuela solicitó la inclusión de Puerto Rico como socio pleno de ese organismo de integración regional. “La CELAC no está completa sin Puerto Rico”, dijo uno de los delegados venezolanos. Este asunto, como se ve, pone de nuevo sobre el tapete la discusión de la soberanía del pueblo boricua y la lucha contra expresiones de colonialismo que aún subsisten en América Latina y el mundo.
En la recta final de la reunión, estaba a punto de aprobación un paquete de al menos 20 resoluciones sobre aspectos medulares de la política exterior latinoamericana, como la condena al bloqueo económico a Cuba por parte de Estados Unidos, el reclamo argentino de su soberanía plena sobre las Malvinas, la declaratoria de América Latina como una región sin armas nucleares, el apoyo a instancias autónomas de integración como el Alba y Unasur, entre otras iniciativas.
