jueves, marzo 28, 2024
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Una solución al problema de la alimentación escolar

El cáncer de la contratación que corroe a Colombia es la forma institucional que utilizan algunos cuantos vivos, amigos de los politiqueros corrompidos.

Comedor escolar en Soledad, Atlántico. Foto Alcaldía Soledad.
Comedor escolar en Soledad, Atlántico. Foto Alcaldía Soledad.

Aída Avella

Lo que se volvió importante en la discusión entre una parlamentaria y la Ministra de Educación es quién es la autora y quién copia. Ambas se inclinan por crear una Agencia Nacional que se encargue de adquirir y distribuir alimentos.

Trabajé 21 años en el Ministerio de Educación Nacional hasta cuando me sacaron del país en 1996. Hasta entonces los institutos agrícolas, los internados, las normales y algunos colegios nacionales de Bogotá, tenían señoras que diariamente cocinaban en las estufas de las instituciones y una ecónoma compraba los alimentos frescos en las plazas y almacenes locales. Elaboraban hasta el pan y las arepas en sitios apartados como en Unguía, Urabá chocoano; en El Bordo y Silvia, Cauca; Acacías, en el Meta; Toca, en Boyacá, Pamplona, Norte de Santander; y en cientos de instituciones de todo el territorio nacional. Los niños y jóvenes pasaban al comedor y consumían los alimentos frescos y en cantidades adecuadas.

Después de 20 años las cosas han cambiado para que los contratistas se enriquezcan ilícitamente y le pasen a los políticos millones y millones para financiar sus campañas. El cáncer de la contratación que corroe a Colombia es la forma institucional que utilizan algunos cuantos vivos, amigos de los politiqueros corrompidos.

Sencillo como administrar una casa, que los colegios y escuelas vuelvan a tener la cocina y las estufas, un comedor, dos, tres, cuatro señoras con más de un salario mínimo y una ecónoma, vinculados directamente a la planta de cada colegio evitando la tercerización que encarece la prestación del servicio. Además, las intoxicaciones, la pésima calidad de los productos y la raciones miserables que han afectado a nuestros niños en Santander, Chocó, Cundinamarca, las costas Atlántica y Pacífica, etc., no se volverán a presentar.

En los países desarrollados de Europa y de América ésta sigue siendo la costumbre; preparar los alimentos dentro de la misma institución, al igual que lo hacen en muchos colegios privados actualmente.

Estoy segura sobre la viabilidad de esta propuesta, la cual será respaldada por las asociaciones de padres de familia, que jugarán un papel importante en su control y vigilancia.

El país se ahorrará gerentes o directores como el de la ANLA, que de todo sabe menos del medio ambiente. Nos ahorraremos numerosos funcionarios de las Procuradurías, Contralorías y Auditorías, con sueldos millonarios que cuando no son absorbidos por la corrupción, no actúan como debieran hacerlo.

Algunos medios de comunicación denunciaron el lobby que estaban haciendo los contratistas en el Congreso, cuando se inició la discusión del proyecto. Me imagino, para que salga una buena ley que les permita hacer lo mismo, simplemente cambiando de entidad, ya no serán las Secretarías de Educación, sino la Agencia Nacional, que igualmente se llevará buena parte del dinero para sostener una burocracia, que como todo lo que pasa en Colombia, será pasto fresco para los clientelistas de turno.

Por favor, señora parlamentaria y señora ministra, utilicen el sentido común. Retiren ese proyecto, amplíen las plantas de los colegios y escuelas, activen la economía local en cada municipio y sobre todo mejoren la alimentación de nuestros niños y jóvenes, y cierren la puerta a las mafias que se han apoderado del dinero de la alimentación de los niños.

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