La Universidad Autónoma de Colombia y la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, otorgaron un grado en honor a la vida de Cristian Rojas Serrano, estudiante de Derecho y militante de la Unión Patriótica, víctima del genocidio político. El homenaje reivindicó su memoria y la de miles de desaparecidos, además, renovó el compromiso con la verdad y la justicia
Diana Galvis
El 26 de septiembre, el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Colombia se llenó de memoria en un acto de dignidad y resistencia. Allí, en una ceremonia organizada por esta institución educativa y la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, se entregó el título de grado en homenaje a la vida de Cristian Rojas Serrano, un estudiante de Derecho desaparecido forzosamente el 3 de enero de 1988, en el contexto del genocidio contra la Unión Patriótica, UP.
Familiares, amigos, autoridades académicas, magistrados de la JEP y organizaciones sociales asistieron a esta ceremonia que, más allá de un acto formal, fue un acto simbólico de justicia. El periódico VOZ fue invitado a acompañar esta conmemoración, reafirmando su compromiso con la memoria histórica.
“La mejor forma de combatir la muerte es mantener viva la memoria”
La magistrada Reinere Jaramillo empezó sus palabras recordando la vida de Cristian, diciendo que su ausencia no solo es personal, sino que también deja un vacío en la historia del país: “La mejor forma de honrar a quienes ya no están es mantener viva su memoria”, expresó y agregó que las familias son fundamentales en la esperanza y la resistencia. También, destacó que las universidades, como lugares de pensamiento crítico, deben ser espacios donde las víctimas de la violencia puedan ser reconocidas y dignificadas.
Por otro lado, el magistrado Raúl Eduardo Sánchez, presidente de la Sección de Reconocimiento de la JEP, contó la historia de Cristian: un joven de Santander, militante de la UP, esposo y padre. En su discurso, explicó que la ceremonia no es solo un símbolo, sino una forma de decir que Cristian no ha sido olvidado. Su lucha y su proyecto de vida aún están presentes: “Este titulo es una forma de resistir frente a la injusticia”, dijo con fuerza.
La deuda histórica con la Unión Patriótica

Por su parte, la magistrada María del Pilar Valencia puso el caso en el contexto del genocidio contra la UP. Recordó que más de 5.700 militantes de la UP fueron asesinados o desaparecidos en uno de los capítulos más oscuros de la historia democrática del país. Comentó que la JEP sigue investigando esos crímenes de lesa humanidad, para identificar responsabilidades y buscar la verdad: “Reconocer la vida de Cristian y de la UP es reconocer la deuda que tenemos con quienes creyeron en una Colombia más justa e inclusiva”, expresó.
El rector Luis Carlos Guzmán Rodríguez resaltó que esta representación demuestra el compromiso de la Universidad con la dignidad de sus estudiantes. Enfatizó que Cristian, a pesar de haber sido sacado de la vida académica y política, ahora vuelve como abogado, aunque solo en memoria. También advirtió sobre la difícil situación que enfrenta esa alma mater, que recibe amenazas de desaparecer, y pidió protección del Estado para que la Autónoma siga siendo un espacio de pensamiento y compromiso social.
La voz de las hijas e hijos de la UP
Uno de los momentos mas emotivos fue el testimonio de Andrea Forero, hija de Teófilo Forero, también víctima del genocidio de la UP. Andrea recordó que construir paz ha sido costoso y que miles de militantes han perdido la vida en ese proceso y afirmó que su sacrificio no fue en vano.
Saludó a la JEP como un paso importante en el proceso de paz y destacó el trabajo de la Corporación Reiniciar, que ayudó a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconociera que el Estado colombiano fue responsable en la eliminación de la UP y el Partido Comunista. Con la voz quebrada, expresó que las hijas e hijos de los desaparecidos siguen luchando: “No es solo una lucha individual, sino colectiva. Seguimos en pie por la verdad, la reparación y la justicia social”.
Las palabras de Violeta Rojas Sánchez, hija de Cristian, llenaron el auditorio de profunda emoción. Su testimonio recordó el vacío que dejó la desaparición forzada, pero también el orgullo de que la memoria de Cristian sigue viva, dignificada por la Universidad y la justicia. Entre lágrimas expresó que ese título no solo le devuelve a su padre su lugar, sino que también da esperanza de que un país diferente es posible.
Este acto fue más que una ceremonia, es un acto simbólico de reparación y de reafirmación política. La JEP y la Universidad Autónoma de Colombia, junto con la familia y organizaciones, demostraron que recordar también es hacer justicia y que la memoria ayuda a evitar que estos crímenes vuelvan a ocurrir.