Más de cien mil palestinos han muerto en Gaza, 850 han sido asesinados mientras intentar conseguir alimentos y la niñez perece por el hambre. El genocidio sigue ante los ojos crueles de la comunidad internacional
Liria Manrique
Francesca Albanese, relatora especial de las Nacional Unidas, habló en una entrevista radial sobre los territorios palestinos y se refirió a las sanciones que Estados Unidos le impuso en su contra. En ese contexto, afirmó: “Como lo hago yo lo deben hacer los Estados, de lo contrario, esto será el cementerio del derecho internacional, la tumba del derecho internacional”.
Esa afirmación me cuestionó profundamente. Estuve veinte días en Europa participando en un diplomado sobre derechos humanos, donde pude observar la majestuosidad del Sistema Internacional de Justicia. Visité sus imponentes sedes judiciales, como el Tribunal de Justicia Europeo, ubicado en Luxemburgo.
Fundado en 1952, este Tribunal ocupa un especio de 138 mil metros cuadrados (13 hectáreas) y alberga a más de dos mil trabajadores y trabajadoras. Es un lugar donde confluyen juristas de todo el mundo, vestidos con finos trajes, mostrando con orgullo la posibilidad de habitar la gigantesca casa de la justicia.
El declive de la justicia
Sin embargo, esta misma justicia parece estar en declive cuando se aborda el genocidio en Palestina. Albanese lo señaló con contundencia: “La Unión Europea, en este momento, acaba de reafirmar el acuerdo de asociación que permite a Europa continuar siendo el mayor socio comercial de Israel. Es una aberración, es una cosa que nunca se había visto, porque con el caso de Rusia y de Irak inmediatamente se pasó a las sanciones”.
La Unión Europea, que invierte importantes recursos en estructuras judiciales admirables con el fin de presentar una idea de justicia internacional respetable, aplica un concepto selectivo de lo que considera justo pero que está mediada por sus intereses.
Por ello, la pregunta sobre si el derecho internacional está en riesgo requiere un profundo análisis. Se trata de un sistema internacional milimétricamente diseñado para actuar, en muchos casos, solo cuando coinciden los interés de quienes lo sostienen.
Es incapaz de poner los derechos por encima de los intereses de los Estados, ya que son estos mismos sus financiadores y no cuenta realmente con una independencia. Este sistema tiende a juzgar con un rasero de conveniencia, sacrificando los intereses de quien no haga parte del núcleo de poder económico que domina la escena internacional.
Seguir hablando de Palestina
El genocidio contra Palestina representa, sin duda, la mayor vergüenza de la humanidad, porque se ejecuta ante la existencia de todas las instituciones internacionales de derechos humanos y de justicia, creadas tras la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de evitar que volviera a ocurrir.
Las cifras de las víctimas van en aumento. En palabras de Francesca Albanese, “Gaza está destruida, ya Gaza no existe más, es increíble que todo eso pasó bajo los ojos de la comunidad internacional, mientras que Israel mataba sesenta mil personas, 18 mil niños y niñas, hiriendo más de cincuenta mil personas, desapareciendo, torturando a miles y miles de palestinos”.
Así pues, resulta notorio que las acciones de Israel contra los palestinos responden a la idea de supremacismo, la misma postura que costó la vida de más de seis millones de judíos durante el Holocausto. Paradójicamente, hoy es misma postura, desde la dirección de un pueblo que fue víctima, ahora ejecuta con indolencia, ante los ojos del mundo.
Es un genocidio con niveles inimaginables de crueldad: niños son asesinados mientras, impulsados por el hambre, corren tras bultos de comida y son bombardeados en el intento. Los límites han desaparecido, y el dolor de Palestina se volvió parte del paisaje de la realidad internacional.
Según el Ministerio de Sanidad gazatí, “al menos 147 personas han muerto de hambre en Gaza desde el inicio de la ofensiva militar israelí. De ese total, 74 fallecieron en lo que va de 2025 y 63 solo en julio, incluidos 14 en las últimas 24 horas”.
Asimismo, en mitad de la desesperación, el nuevo modelo de distribución de ayuda israelí se ha convertido en una trampa mortal para quienes intentan conseguir alimentos.
La Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo afirmó: “En estos puntos de distribución militarizados han sido asesinadas ya más de mil personas hambrientas que, desesperadamente, intentaban acceder a una ración mínima de comida”.
El ineficiente Sistema Internacional de Derecho
Resulta urgente reabrir el debate sobre la ineficiencia del Sistema Internacional de Derecho. En julio del 2024, la Corte Internacional de Justicia afirmó a través de uno de su fallos que “la presencia continua de Israel en los territorios palestinos ocupados es ilegal”, al referirse al establecimiento los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Oriental, considerándolo como una anexión.
Este pronunciamiento demuestra una vez más que no existió jamás una autodefensa frente a los ataques de Hamás, por el contrario, Israel encontró la excusa perfecta para llevar a cabo su plan de exterminio y apropiación de los territorios palestinos. Frente a esta situación, el Sistema Internacional de Derechos Humanos no ha podido hacer nada al respecto.
Por otro lado, la orden de captura emitida por la Corte Penal Internacional contra Benjamín Netanyahu difícilmente será ejecutada por algún país. Incluso ha generado pronósticos de una posible desvinculación masiva del Estatuto de Roma, tratado que reconoce el poder de la Corte Penal Internacional, CPI, y legitima sus decisiones.
Conviene recordar a Nelson Mandela: “Un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él”.