Editorial 3271
El mundo se enfrenta a escenarios marcados por avances tecnológicos inimaginables; tensiones y guerras que reconfiguran geopolíticamente los poderes y las relaciones entre Estados; afrontamos como sociedad global los mayores desafíos climáticos y los pueblos se mueven, migran y se relacionan con otros pueblos.
Analistas caracterizan el momento como una encrucijada. Los pueblos excluidos ven en la época una profundización de la lucha de clases, de exigencia de derechos, de recuperación de la dignidad y la calidad de vida.
La toma de frente de las relaciones entre China -como uno de los líderes de los BRICS-, alianza comercial entre Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros-, y Colombia y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, es una acción sagaz, pragmática y políticamente desafiante al poder de Estados Unidos.
China representa no solo un mundo por ganar en materia tecnológica y de inteligencia artificial, sino, y es lo más importante, junto con Rusia, un punto nodal del equilibrio mundial político y militar. La capacidad industrial china y de los BRICS, en el marco de relaciones respetuosas entre gobiernos y pueblos, es lo que necesitamos como nación para avanzar. Por esta vía, vamos dejando de lado los tortuosos y desbalanceados Tratados de Libre Comercio y nos acercamos al Pacífico asiático, como la Nueva Ruta de la Seda, y en la interconexión con el sur global.
Pero no solo es comercio. La geopolítica de las guerras actuales obliga a los Estados democráticos o liderados por izquierdas y progresismos, a buscar horizontes que fortalezcan acciones globales de paz mundial. Los conflictos en Europa Oriental y el Sudeste Asiático siguen redefiniendo y reconfigurando vastas regiones continentales e insulares, presionadas por el guerrerismo de la Alianza del Atlántico Norte, OTAN, los interese imperiales de Estados Unidos y el renacimiento del nazifascismo en gran parte de Europa, Alemania, Francia y Ucrania.
Al tiempo que el multilateralismo crece y el sur global construye resistencias a los imperios, se deben enfrentar las amenazas híbridas, los ciberataques, el desarrollo y la utilización de armas bilógicas, sistemas sofisticados de desinformación y manipulación mediática, las políticas antimigratorias y el Lawfare.
El sociólogo portugués, Boaventura de Sousa Santos, explica que el Sur Global no debe concebirse como un área delimitada por coordenadas geográficas, con un origen al sur de la línea ecuatorial, sino que debe entenderse en clave epistemológica, remite al conjunto de poblaciones que han sufrido injusticias sistemáticas causadas por el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado. Un grupo heterogéneo y disperso de poblaciones que comparten una posición estructural de periferia en el sistema internacional con un largo sufrimiento de sus pueblos, causado por el capitalismo global.
El multilateralismo, las acciones globales antifascistas, la solidaridad y defensa del pueblo palestino, las coaliciones temáticas intercontinentales de los pueblos como el Foro de Sao Paulo, alianzas populares y sociales regionales y asumir a los BRICS son tareas de primer orden en las agendas de los pueblos que ha sufrido la guerra, la expoliación y el sometimiento colonialista de Europa y Estados Unidos.
El multilateralismo renace y evoluciona. Ya no es viable un modelo centralizado en la ONU, considerada hoy inviable y fracasada. El sur global reclama un sistema serio, equilibrado en el que no haya derecho a veto y las decisiones se tomen en verdadera democracia.
En todo este contexto, la izquierda y el progresismo tienen el reto de desarrollar un liderazgo audaz e innovador. En el caso de la izquierda, al programa revolucionario hay que saber entroncar todo este mundo global. El presidente Petro se atreve, los pueblos deben atreverse, la izquierda debe atreverse.