lunes, abril 28, 2025
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Solo el pueblo salva al pueblo

Ante el recrudecimiento de la violencia en el principal puerto del Pacífico, liderazgos sociales resisten al miedo y envían mensajes para que sean las comunidades bonaverenses las protagonistas del diálogo

Simón Palacio
@Simonhablando

En Buenaventura se percibe el temor. Aunque recientemente las autoridades hablan de varios días sin homicidios, lo acontecido en los últimos meses se mantiene en la retina del pueblo bonaverense.

De acuerdo a la Fundación Paz & Reconciliación, Pares, el mes de marzo fue uno de los más violentos con cerca de 20 homicidios registrados. En lo que va de 2025 serían 45 asesinatos que confirman una preocupante escalada de violencia en este trascendental puerto del país ubicado en el Pacífico.

En las zonas portuarias de Buenaventura entraron y salieron 20 millones de toneladas de mercancía. Estas cifras de 2024, que corresponden al Ministerio de Transporte, se contrastan con una preocupante radiografía socioeconómica de pobreza y abandono estatal.

Según el DANE, cerca del 82 por ciento de la población porteña vive en pobreza extrema y el 41 por ciento en miseria. Esta vergonzante realidad consolida un caldo de cultivo para la acción de grupos armados y estructuras criminales que ven en el puerto un territorio estratégico.

Las dificultades de la paz urbana

La reciente escalada de violencia en Buenaventura se dio por cuenta del vencimiento de la tregua entre Los Shottas y Los Espartanos, dos bandas delincuenciales que se disputan a sangre y fuego el territorio portuario. Se calcula que ambas estructuras cuentan con más de 1.700 unidades y un poderoso arsenal de armas cortas, escopetas, fusiles, miniuzis y granadas, al tiempo que tienen alianzas con actores armados, como el ELN o el ‘Clan del Golfo’.

El Gobierno nacional adelanta diálogos sociojurídicos con las dos estructuras armadas, en un experimento de paz urbana que presentó positivos resultados entre 2022 y 2024, con una baja considerable de los homicidios. Sin embargo, los recientes acontecimientos tienen en crisis a uno de los principales frentes de la política de Paz Total.

“No sabemos que pasó. Escuchamos muchas especulaciones. Lo cierto es que desde febrero las cosas empeoraron y en marzo reventó todo. Son muchas muertes de lado y lado, pero sobre todo se trata de gente inocente, la mayoría jóvenes que no tienen nada que ver en la disputa entre las dos bandas”, comenta con preocupación Marisel Celorio, habitante del barrio Gamboa y miembro de la Asociación Unión de Pescadores y Piangueras.

Para la lideresa social, es muy triste lo que esta ocurriendo porque es consciente que la situación de violencia se combina con el olvido estructural. “En Buenaventura la gente que trabaja en los puertos es mal paga y no están fijas. La educación es pésima y los servicios públicos son indignos. Son muchos factores que nos tienen condenados a la violencia”, dice.

El protagonista es el pueblo

La acción institucional para enfrentar la situación se ha concentrado en aumentar el pie de fuerza. Estas han sido las principales decisiones tomadas en los consejos de seguridad precedidos por la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, y la alcaldesa de Buenaventura, Ligia del Carmen Córdoba.

“Son pañitos de agua tibia. Aunque la fuerza pública esta haciendo lo que tiene a su alcance, se necesita de un programa serio de seguridad coordinado entre el distrito de Buenaventura y el departamento”, dice Erminsul Montenegro, conocido en la región como Mincho, quien es gestor social y representante legal de la Unión Patriótica en el puerto.

De acuerdo al líder social, la violencia en Buenaventura no es un escenario nuevo. No obstante, es preocupante ya que la mesa impulsada por el Gobierno nacional venía exponiendo buenos resultados: “Se puede retomar el camino del diálogo. Es importante que sea con sensatez, porque la ruptura del cese y todos estos episodios de violencia son actos de irresponsabilidad de las bandas enfrentadas”.

Asimismo, Mincho hace un llamado al pueblo bonaverense para que sea protagonista en la mesa de diálogo sociojurídico. “Tenemos que ser participes porque ahí están las soluciones que necesita nuestra ciudad. Aportar y apoyar la paz urbana es el camino para salir de las desigualdades, pero también es una oportunidad para aumentar el sentido de pertenencia, las bases de la unidad y el fortalecimiento de la organización social”, manifiesta.

Mensaje a la juventud

En las calles y trochas de Buenaventura apenas se empieza a sentir el retorno de la cotidianidad. La gente ha venido saliendo de sus humildes casas, muchas de ellas edificadas en ladrillo de madera o en palafitos artesanales al borde del mar.

No obstante, Marisel comenta que una semana atrás las calles estaban desoladas, en una especie de confinamiento espontáneo: “De todas formas, desde las tres ya una tiene que ir pensando en como volver al rancho. Aunque mi barrio no ha sido de mucho alboroto, decidimos encerrarnos. Da miedo salir”.

“Cuando la situación está así, la gente se atemoriza. Lo que notamos es que el pueblo no está confiando, ni en la mesa de negociación ni en el aumento del pie de fuerza. Hay falta de credibilidad y es preocupante”, declara Mincho.

Por eso, en su opinión, es importante mandar mensajes asertivos para subirle la moral a la gente: “Las alternativas a la violencia dependen de nosotros mismos. Por eso nuestra comunicación urgente a los jóvenes que están tomando el camino inapropiado. Lleguen a las organizaciones y exijamos unidos lo que merece el pueblo de Buenaventura”.

Este diagnóstico lo comparte Marisel, quien además se une a la consigna de ‘basta ya’, determinante en la vida comunitaria de Buenaventura: “El mensaje para todos los jóvenes es que la solución no es matarnos. La verdadera lucha es en contra de la desigualdad y por la vida de nuestro pueblo”.

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