Por Nelson Lombana Silva
Apoyado en el hombro de uno de los escoltas llegó ayer a la sede del Partido Comunista de Ibagué, José Nelson Tovar Rojas, el primer alcalde Comunista que tuvo Colombia. Haciendo un esfuerzo sobre humano cruzó la calle y como pudo se acomodó en el asiento plástico, siempre ayudado por la unidad de seguridad.
Me puse en pié y lo saludé intentando ocultar mi asombro. Sólo atiné a decirle: “¿Cómo va, compañero Nelson?”. Me contestó dibujando una risa sólo propia de él: “Bien remal, pero ahí vamos con optimismo”. Sin poder ocultar mi frustración respondí: “¡Cómo la vida se va escapando Nelson!”. “Es cierto”, contestó. “La vida es corta pero es hermosa”, agregó con un lenguaje difícil de entender, bastante confuso.
“¿Cómo van las actividades?”, me dijo dibujando una leve sonrisa indígena. Le hice un brevísimo recuento de las actividades que se vienen desarrollando, mientras saboreaba un delicioso tinto. “¿Dónde está viviendo ahora?”, le pregunté. Volvió a reír y con sus consabidas salidas llenas de humor, contestó: “Donde me coja la noche”.
“El proceso revolucionario es largo y complicado, es un acumulado de esfuerzos y creo que en ese proceso usted ha aportado bastante. La generación que logre coronar este largo camino, deberá reconocer su esfuerzo”, le dije. “Esa es mi esperanza, no tengo más. Se hizo lo que se pudo”, indicó.
“¿Le puedo tomar una foto?”, le dije. “Claro, quizás sea la última”. No tuve valor para contestarle. Saqué la cámara y le tomé la foto.
Nelson hace rato se marginó del Partido. Incluso, en alguna oportunidad se alió con personas de dudosa ortografía como solía decir Plinio Díaz Neira, ex alcalde de Anzoátegui, Tolima.
Sin embargo, fue más el tiempo que estuvo al lado del Partido Comunista Colombiano. Lo mejor de su juventud la dedicó a la causa revolucionaria, comenzando su lucha en su territorio la dulce Coyaima indiana, remanso fresco de mi niñez, como dice la canción.
Cuando se dijo con aspaviento que había sido nombrado el primer alcalde comunista en Colombia en el municipio de Coyaima, me las ingenié para ir a entrevistarlo sobre el tema de la comunicación alternativa y de paso constatar que era de carne y hueso. Todavía era víctima de la alienación de los medios de comunicación, las religiones, el pensum académico y el terrorismo de Estado. Por eso me parecía algo extraordinario. Esa vez que lo vi por primera vez tenía una camisa clara a rayas, un bluyín desteñido y unas botas de cuero.
La charla fue breve. Estaba liderando la lucha por el triángulo del Tolima. Por eso me vi precisado a buscar algunos datos sobre su gestión por otras fuentes. Hablé con un concejal conservador, de la oposición. “¿Qué ha hecho el alcalde Tovar Rojas?”. “Nada, periodista”, me contestó sin incomodarse. Entonces, comencé a preguntarle: “¿Quién hizo la casa de la cultura? ¿Quién viene pavimentando estas calles? ¿Quién construyó el barrio Benigno Capera? ¿Quién está arreglando el acueducto municipal? ¿Quién viene desarrollando el plan de mejoramiento de vivienda campesina y urbana? ¿Quién viene luchando por el triángulo del Tolima? ¿Quién viene liderando la paz en la comarca? Y así sucesivamente muchas más preguntas le formulé al concejal mientras saboreaba un tinto bajo el envolvente calor del espléndido plan tolimense. Siempre dijo lo mismo por entre los dientes: “El doctor José Nelson Tovar Rojas”. “Y eso que dice usted que es un mal alcalde, ¡qué tal que fuera un buen alcalde!”, le dije con ironía. No contestó, cambió de tema.
Fue alcalde en dos oportunidades de su natal pueblo. La primera vez por nombramiento directo del entonces gobernador Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez y la segunda por voto popular. Al cruzar los cabildos y resguardos casi al unísono indígenas y campesinos reconocen la obra. “Todo se lo debemos al compañero Nelson Tovar”.
Fue secretario departamental de Agricultura por amistad directa con el gobernador Jaramillo y si bien poco apoyo político tuvo el partido para su desarrollo de parte del secretario, su pasaje por esta cartera la tuvo limpia. Sin embargo, tuvo que luchar contra el eterno sambenito de la supuesta relación con la guerrilla. Sin embargo, nada se le pudo comprobar.
También fue concejal de Coyaima en varias oportunidades, candidato a la asamblea del Tolima, candidato a la gobernación del Tolima. Derrochaba energía y entusiasmo para hacer las cosas.
Todos esos recuerdos vinieron a mi memoria ayer mientras dialogaba con suma dificultad con quien pasa a la historia como el primer alcalde comunista que tuvo Colombia en el siglo XX. “¡Qué fugaz es la vida!”, pensé al momento de despedirme colocando mi mano derecha sobre su hombro izquierdo.